Martha Luz Borbón Monge tuvo una vida corta y dolorosa, pese a ser una niña dulce.
En la actualidad sería una muchacha a punto de cumplir 24 años y de seguro sería una joven independiente como lo fue desde pequeña, pero lamentablemente a los 10 años fue víctima de un vil homicidio.
El asesino logró salirse con la suya, pues la justicia costarricense le ha fallado a esta niña desde hace 13 años al no dar con el principal sospechoso.
Martita como le decían en El Pilar de Cajón de Pérez Zeledón, de donde era vecina, fue agredida de muerte quince días antes de cumplir 11 años.
Todo ocurrió la mañana del lunes 4 de julio del 2011, cuando salió de la casa en la que vivía con su mamá y padrastro, cargaba un bulto en el que llevaba ropa y naranjas, además llevaba ¢300 para pagar el pasaje del bus que la llevaría a Las Juntas de Pacuar de Pérez Zeledón, donde vive una tía, a unos 13 kilómetros de su vivienda.
Era el primer día de vacaciones de medio año escolar, Martita solo quería estar junto a su tía y primos; la parada de bus estaba a un kilómetro de su casa, ella salió y caminó por la calle de la comunidad, la cual solo la rodean cañales.
El bus lo iba a tomar en la carretera Interamericana sur, aunque la niña nunca salió del pueblo, era un camino que conocía muy bien porque para ir a la escuela siempre viajaba sola y cruzaba el cañal.
Alguna persona depravada la esperó en el trayecto y la embistió cruelmente, además, mantuvo a la familia en vela durante dos días hasta que el cuerpo de la pequeña fue hallado.
Ana Badilla, tía de la niña, afirma que este caso es el que más ha marcado a la comunidad, jamás lo podrán olvidar, primero porque era muy especial y segundo porque esperan que la justicia algún día llegue para Martita, quien cursaba cuarto grado en la escuela de El Pilar de Cajón.
“Nos enteramos de su desaparición al ver a la Policía que iba para arriba y para abajo con la mamá, ella debía salir por la única calle de la comunidad, pero nunca salió, quizás fue atacada cerca de la casa y la mamá no se dio cuenta”, señaló Badilla.
El cadáver de la menor fue encontrado hasta el miércoles 6 de julio del 2011, luego de intensas búsquedas por parte de la Policía y de los vecinos, estaba a la orilla de una quebrada, a 400 metros de su casa.
“Fue encontrada en un lugar donde ya habían venido varias veces a buscarla el día que desapareció, un vecino la encontró ya sin vida, a ella le cortaron sus nalguitas, le sacaron algo del vientre, la torcieron y la metieron debajo de un tronco”, recordó Badilla.
A la pequeña la habrían torturado en otro sitio y la dejaron ahí.
“Nos imaginamos que a ella la tuvieron por aquí cerca, desearía saber en cuál casa la mantuvieron y quién fue el asesino de ella.
“El OIJ, la Policía, la Cruz Roja, la familia, los vecinos la buscaron, pero la fueron encontrando ya sin vida”, manifestó la tía.
La Policía no encontró rastros de sangre a pesar de que la niña presentaba varias heridas de puñal, la Fiscalía de Pérez Zeledón hizo comparación de elementos pilosos y ADN con varios sujetos; sin embargo, la familia afirma que se enteraron que un vello público que encontraron en el cuerpo de la inocente era prueba, pero lo perdieron.
Mamá murió esperando justicia
Ellicel Monge, mamá de Martita, murió en mayo del 2022, tras padecer cáncer, ella partió esperando justicia por su hija.
“Siempre dijo que no quería morir sin saber quién fue el asesino, que solo quería justicia”, expresó Badilla.
La tía recordó que días antes del ataque ocurrieron otros ataques contra niñas en otras zonas del país, pensaban en lo difícil que era, pero nunca creyeron que la maldad llegaría hasta la comunidad que siempre fue muy tranquila.
“Uno pensaba que solo en esos lugares pasaba y cuando ocurrió aquí, nunca nos imaginamos que pasara en un lugar de estos, menos con alguien de la familia.
“La muerte de Martha nos marcó a todas las personas que la queríamos y cambió la confianza que teníamos en el pueblo, porque quizás hasta tuvimos al responsable frente a frente sin saberlo”, indicó la tía.
Muchos padres de familia desconfiaron y no mandaban a sus hijos solos a la escuela, menos a hacer un mandado.
“Para ese momento tenía dos niñas en la escuela, que eran menores que ella, tenía tanto miedo que no las mandé por quince días a clases, por el temor, uno no sabía si compartía con el asesino, hasta ahorita no sabemos nada, teníamos demasiado miedo, incluso no dormía, sentía que Martha llegaba al portón de la casa a pedirnos ayuda, fue algo terrible”, recordó la tía.
A Edgar Ramírez, fiscal de Pérez Zeledón, este caso también lo marcó.
“Este homicidio nos marcó mucho aquí en la Fiscalía. Fue un homicidio atroz. Ella se encontró a la orilla de una quebrada. El cuerpo se encontró mutilado en sus partes íntimas y las nalgas. El cuerpo fue lavado, para borrar cualquier tipo de rastro”, dijo Ramírez.
Ruega para encontrar un testigo
El expediente de este atroz homicidio está en el archivo fiscal, con las primeras investigaciones surgieron hipótesis y posibles sospechosos, pero las autoridades judiciales no lograron evidencias suficientes para acusar a alguien.
La familia de Martita cree que sí hubo testigos de este macabro hecho y ruegan para que se acerquen a las autoridades judiciales y expresen lo que vio, para que el caso sea abierto con otra investigación.
“Pienso que sí debe haber alguien que vio lo que le pasó a ella, tal vez en el momento que ella iba caminando y que alguien la agarró, pienso que hay alguien que sabe, que Diosito le toque el corazón a esa persona y llegue a hablar, hoy somos nosotros y mañana puede ser cualquiera, eso es lo que le pediría mucho a Dios, obtener justicia por ella”, expresó la tía.
La familia conserva un rollo de las cámaras antiguas en las que saben que hay fotografías de la pequeña, lo han conservado durante más de 13 años y esperan que al revelarlo puedan obtener imágenes de la dulce niña que iluminaba sus días.
A Martita algo la atormentaba y no quería vivir en la casa de su mamá y de su padrastro, quien incluso le había dado el apellido, pero nunca le dijo a sus allegados qué era lo que pasaba.
Así lo recordó su tía Elizabeth Monge en ese momento cuando dijo a La Nación en julio del 2011 que su sobrina algo escondía.
“Había algo que ella escondía, pero nunca nos quiso decir. Ella siempre me decía que no quería vivir en la casa con sus padres. Era un angelito y pagó por algo de lo que no tuvo la culpa”, relató.
Uno de los sospechosos de matar a Martita fue el nicaragüense Jairo Díaz Aragón, quien vivía a 200 metros de la casa de la niña; este sujeto descuenta la pena máxima en Costa Rica por el homicidio múltiple de una familia en una finca cafetalera en Copey de Dota, hecho ocurrido en 2015.
Las víctimas fueron Ramón Suárez Espinoza, de 50 años; su esposa, Haydeé Miranda Salmerón, de 33; y los hijos de ellos, un niño de 11 y una niña de 9 años; con la pequeña se ensañó al realizarle una profunda herida de puñal desde la garganta hasta la vagina y bebió su sangre.
La pareja de Díaz le dijo a las autoridades que supuestamente él también estuvo involucrado en el asesinato de Martita, pero esto nunca pudo se confirmado y por eso no fue condenado por ese crimen.
La niña fue sepultada el viernes 8 de julio del 2011 en el cementerio de Pilar.