Los constantes ataques del hampa obligaron a don Alonso Rubí, dueño del restaurante Monchadejo, a cerrar el local que tiene en El Tejar, en Cartago.
Rubí está muy dolido porque por esa decisión tuvo que despedir a dos empleados que dependían del trabajito, pero prefirió hacer eso que seguirlos exponiendo a asaltos que cada vez eran más agresivos.
En el local también trabajaba su hijo, por lo que tampoco quiso poner su vida, ni las de los clientes, en peligro.
El empresario cerró el negocio la noche del domingo 9 de enero, cuando ocurrió el último ataque, sin embargo, dio a conocer la noticia hasta el jueves anterior.
El Monchadejo de El Tejar (hay otro en San Rafael de Oreamuno y van a abrir otro en Guápiles) se inauguró hace dos años y medio.
En agosto del 2020, Rubí notó que los comerciantes vecinos cerraban los locales temprano, pero tiempo después comprobó el por qué.
La primera vez que le atacaron el negocio (no detalló la fecha), los delincuentes se subieron al mostrador, que tiene más de un metro de altura, para llegar hasta la caja registradora.
“Desde hace días veníamos recibiendo a un grupo de delincuentes que llegaban y pedían papas (luego se iban sin pagar), pero esta última semana sí fue más complicada porque el viernes llegaron armados, pidieron tres mil colones y mi hijo se los dio, el domingo anterior regresaron a las 7:30 de la noche, entraron con armas y a hacer de todo en el local.
“Fijo nos estaban agarrando de chanchos e iban a seguir, esta última vez los chavalos venían con intenciones más graves”, asegura Rubí.
Agregó que en el momento del último ataque no había clientes, algo que agradece sobre todas las cosas.
“Mi hijo, cuando vio que venían armados, salió corriendo y se metió a la cocina, dijo que no quería salir y dejó la computadora, pero esta no la vieron, se llevaron una pantalla, celulares y otras cosas, quizás lo mejor que pudo haber hecho mi hijo en ese momento fue correr”, considera.
El comerciante dice que aunque agradece que no hubo víctimas que lamentar, duele cerrar un proyecto al que le puso tanto esmero y pasión.
“Con el robo perdimos la inversión de la decoración de las paredes, las cuales están llenas de arte, los materiales dentro de la cocina, todos sabemos que la inversión para un negocio es de mucho esfuerzo y ahora vemos como se va, nadie nos va a pagar la decoración de las paredes”, manifestó.
Sin denunciar
Después de los sustos, Rubí prefirió pasar la página.
“Le dije a mi hijo, ‘no vamos a tener un lugar donde esté expuesto usted, el personal y hasta los clientes’, las ventas nos bajaron radicalmente desde hacía unos meses y ahora nos dimos cuenta por qué ya la gente no quería llegar, no querían salir en las noches.
“No pusimos denuncia, no quisimos ir con el caso más allá, se robaron lo que se robaron, no tenemos a quién denunciar, no hay fotos, ni videos y decidimos cerrar el local para no poner a nadie más en riesgo”, expresó.
El dueño del local dice que por más que intentó reubicar a los dos empleados que tenía, no pudo.
“En El Tejar ya sabemos que no es un lugar seguro, en San Rafael de Oreamuno tenemos nuestro restaurante principal, hemos estado seis años y nunca nos ha pasado nada y ahorita estamos con la apertura en Guápiles, más bien estamos llevando algunas cosas que teníamos en El Tejar hasta allá”.
Don Alonso dice que, al igual que él, muchos comerciantes cartagineses ruegan para que las autoridades pongan orden porque sino muchos negocitos más irán muriendo poco a poco.
“El chino del frente ya no quería abrir, los de la cevichería abrían, pero atendían desde un portón, lo que yo pensaba era que ese no es nuestro concepto, tener un portón, no creo que nosotros nos expusiéramos, sin embargo, este fue el motivo para decidir que en El Tejar no vamos a continuar”.