Por ella, por sus tres hijos y porque la vida continúa fueron las razones por las que Nancy Alejandra Salas Morales, de 37 años, enfrenta con coraje los dolores físicos y psicológicos que le dejaron dos accidentes de tránsito.
El seguir con vida la llena de ilusiones y es por eso que se supera día a día. Sueña con obtener su título de bachillerato a finales de este año y de compartir más tiempo con sus seres queridos, entre ellos sus hijos de 12, 19 y 21 años, así como de un nieto de 9 meses.
Como consecuencia del primer accidente de tránsito tuvo que usar pañal, le pusieron una platina en el fémur derecho, además le reconstruyeron la rótula y el tendón de Aquiles, porque perdió cinco centímetros del tendón y recibió terapias que fueron muy dolorosas, en las que tuvo que aprender a caminar.
Estando en silla de ruedas recibió el título de sexto grado y desde entonces no ha dejado de esforzarse para sacar adelante a sus hijos, ya que es madre soltera. Además de estudiar, trabaja como miscelánea en una clínica privada.
“El primer accidente me ocurrió un domingo seis de setiembre del dos mil nueve, el día de mi cumpleaños en Orotina, viajaba en el asiento del acompañante de un carro y chocamos contra la alcantarilla de una casa, una platina se me incrustó en la pierna derecha, no estuve en coma, pero los doctores dicen que tuve un bloqueo por tres días, porque reaccioné hasta el miércoles siguiente”, recordó Salas.
Mencionó que la herida estuvo abierta y por eso estuvo internada tres meses en el hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas, luego sufrió mucho cuando le estiraban la piel como parte de las terapias para recuperar la movilidad.
“Tenía que usar pañales y a veces no quería salir, pero mis cuatro hermanos e incluso los rescatistas me visitaban y decían que ya habían hecho lo necesario para salvarme, que no me podía dejar vencer”, recordó.
Al año siguiente sobrevivió a otro choque, esta vez fue en Coyolar de Orotina, iba de acompañante en un camión.
“Recuerdo que un tráiler rayó, invadió el carril en el que íbamos y nos chocó, entré en un estado de shock porque estuve prensada por unos treinta minutos, nuevamente al lado de la pierna derecha, recuerdo que gritaba y gritaba para que me liberaran la pierna”, mencionó.
Después de estos accidentes Nancy le da miedo escuchar los motores de carro muy fuerte y peor aún si va montada en uno, pero asegura que poco a poco ha aprendido a lidiar con ese trauma. Otra secuela del bombazo es que ya no tiene el mismo equilibrio de antes y por ende se tropieza con facilidad.