Jendri Francisco Cortés Mora, de 43 años, siempre fue un papá presente, cualquier cosa que le sucediera a sus hijos, de 7 años y 3 años, lo hacía dejar todo botado con tal de atenderlos a ellos.
Él trabajaba como camionero en un aserradero en Santa Rosa de Pocosol, zona norte del país, y viajaba cada semana a esta zona para trabajar. Tenía una semana libre para pasarla junto con su esposa e hijos, quienes viven en otra parte del país, que por temas de seguridad no se divulgará.
La última vez que este papá llamó a sus hijos fue la noche del viernes 23 de febrero anterior, cuando le dijo a su esposa que al día siguiente saldría de trabajar y llegaría a casa.
Hasta ese momento todo estaba normal, pero uno de los niños comenzó a vomitar y su esposa, de inmediato, le escribió para decirle a Jendri que el hijo estaba enfermo.
Como en otras ocasiones, ella esperaba que su marido se comunicara con ella de inmediato, pero no fue así.
Amaneció el sábado 24 de febrero del 2024 y tampoco hubo ningún mensaje ni llamada, lo cual resultó extraño porque Jendri tenía la costumbre de escribirle siempre a las 5 a.m.
“Vi que no le llegaban los mensajes, algo que me parecía increíble porque él no se despegaba de ese celular. Pensé que en la noche se le había descargado, porque no lo había puesto a cargar y que ya en la mañana me llamaría. Eran las siete, las nueve de la mañana y ya comencé a sentir que algo le había pasado, porque él nunca, en su vida, dejó de llamar.
“Como pareja podíamos tener alguna discusión, pero él siempre llamaba, nunca dejó de escribirme o llamarme, y ese día al ver que pasaban las horas y él no aparecía, me dije: ‘a él le pasó algo’, porque en los diez años que estuvimos nunca hizo algo así. Decidí llamar a los hermanos de él y les dije que Jen no me llamaba, no me respondía, que lo llamaba y me salía la contestadora de una vez”, recordó la esposa.
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En ese momento, la esposa no sabía que estaban a solo horas de descubrir una fatalidad de la que Jendri Cortés había sido víctima.
La familia del trabajador se alarmó y viajaron hasta Santa Rosa de Pocosol, donde él trabajaba. Mientras eso, otros llamaban a los amigos y seguían buscándolo.
Fue hasta las 5 p.m. de ese mismo sábado que la familia descubrió un carro en el que había dos hombres sin vida, y cuya carrocería estaba totalmente quemada.
“Cuando apareció el carro quemado yo me desbaraté; yo sabía que era él. El auto yo no lo vi, a mí me dijeron que era un Suzuki Sidekick, pues yo de carros no conozco. Lo único que recordaba era cuando mi esposo me decía: ‘el Sidekick hay que hacerle esto...el Sidekick que yo escuchaba’. Cuando me dijeron es un Sidekick, yo dije es él”.
“¿Qué fue lo qué pasó?. Busqué, pregunté, yo solo pensaba ¿Dios mío quién hizo esto?, ¿por qué, si él era un hombre ejemplar, agarrado de la mano de Dios?; no le hacía daño a nadie, él era un hombre superbondadoso, ayudaba a la gente sin importar quién fuera”, expresó la esposa.
Junto a Jendri también apareció sin vida Alexander Javier Bent Sandoval, de 39 años, otro compañero de trabajo.
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A Jendri no le pudieron hacer un funeral y sus hijos no lo volvieron a ver. La mamá tuvo que decirles que su papá estaba con Dios, pues a ella se le estremece el corazón al explicarles que fue víctima de una maldad.
Las autoridades determinaron que, al parecer, el jefe de Jendri y Alexander, un sujeto de apellido Chaves, de 49 años, contrató a la banda Los Plancha para matarlos, solo porque le exigían un dinero que les correspondía por un trabajo realizado.
Chaves era conocido de la familia de Jendri y hasta había comido en la misma mesa. Ahora es uno de los investigados por este macabro hecho.
Este sujeto espera las medidas cautelares por esto atroz hecho.
La esposa de Jendri ha tenido que ser fuerte ante la ausencia física de su esposo y también la ha visto difícil económicamente, porque además de trabajar en el aserradero, él tenía como pasatiempo cortar pelo y así se ganaba un dinero extra para los hijos.