La comunidad de San Antonio de Desamparados, en San José, está de luto por la trágica muerte de uno de sus más queridos personajes, don Jorge Alberto Jiménez Bermúdez, un conocido vendedor de mangos que fue asesinado cuando defendía a su hermana.
Coco, como le decían de cariño al señor de 60 años, perdió la vida la noche del lunes 25 de julio en Quebradas de Río Azul, en La Unión de Cartago, cerca del comedor infantil Casa San Lázaro.
“Según el informe preliminar, Jiménez trató de intervenir en una discusión que tenía su hermana con el compañero sentimental, quien le habría propinado varias puñaladas, producto de lo cual falleció en el sitio”, informó ese día la oficina de prensa del OIJ.
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En cuanto al sospechoso, se trata de un nicaragüense de 38 años, quien se dio a la fuga por unos lotes baldíos y todavía es buscado por las autoridades.
Franciny Jiménez, hija de Coco, contó que este jueves le dieron el último adiós a su papá en su amado San Antonio de Desamparados.
“Papi siempre decía: ‘El día que yo me muera nadie va a ir (al funeral)’, pero la verdad es que este jueves fue bastante gente a su funeral. Lo despedimos con cimarrona y payasos, la verdad es que la comunidad se ha hecho presente, mucha gente nos ha dado su pésame y apoyo”, contó.
“Mucha gente lo recuerda de una manera muy bonita y eso es lo que queda”.
— Franciny Jiménez, hija de don Jorge Alberto
Conocido entre generaciones
Jiménez contó que su papá tenía más de 20 años de vender manguitos arreglados en el parque de San Antonio de Desamparados, por lo que ya era una tradición verlo ahí muy sonriente junto a su puestito.
Tras la trágica muerte de Coco, varios de sus seres queridos colocaron un gran lazo negro en la mesita de madera que ponía en el parque.
“Papi vivió toda la vida en San Antonio, entonces creció con todas las personas que todavía viven ahí y por eso se hizo de muchas amistades, además de que ya eran años de estar vendiendo mangos, entonces son generaciones de generaciones que lo conocieron.
“A veces llegaban personas que decían que conocieron a mi papá cuando estuvieron en el liceo y ahora tienen su propia familia y hasta hijos”, contó Franciny.
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“Muchas de las anécdotas de papi fue de personas que estuvieron ahí con él y el día que murió sentimos ese apoyo y cariño que le tenían”.
— Franciny Jiménez, hija de don Jorge Alberto.
Coco también es recordado como un verdadero pulseador, pues realizaba otras chambas que le iban saliendo, todo con tal de sacar a su familia adelante y que nunca le faltara nada.
“Cuando yo era pequeña, papi trabajaba en el beneficio de San Antonio y lo hacía en lo que lo pusieran. Ahora si alguien ocupaba que le arreglaran un jardín, ahí iba papi, si alguien ocupaba que le ayudaran con una tapia, ahí iba papi, pero a lo que más se dedicaba era a la venta de mangos”, recordó su hija.
Con un gran corazón
Las personas que conocieron a don Jorge Alberto lo van a recordar por su característica sonrisa y su forma de ser tan especial, pues era de esas personas que transmitían alegría.
“Papi era muy charlatán, muy bromista, siempre andaba ahí contando chistes y anécdotas. Era una persona muy alegre, él podía tener miles de problemas, pero nunca los reflejaba, porque siempre trataba de sacarle sonrisas a los demás”, destacó Franciny.
Jiménez, además, era un buen consejero, muchas personas recurrían a él no solo para comprarle mangos sino para que les ayudara con su sabiduría.
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“Defendía mucho a la familia y no soportaba ver que le hicieran injusticias a otras personas. Sí era una persona con un carácter muy fuerte, pero tenía un corazón enorme”, mencionó su hija.
“No merecía que le hicieran eso”.
— Franciny JIménez, hija de don Jorge Alberto
En cuanto al sospechoso del crimen, la hija dijo que no saben mucho de él, solo les han contado que tiene familia en Matina y en Los Guido de Desamparados, por lo que no descartan que esté escondido en uno de esos lugares.
“Exigimos que se haga justicia, esto no puede quedar así, jamás”, añadió.