Sucesos

Decisión de papá evitó que sus hijas murieran en un trágico accidente

El accidente de Choluteca es uno de los hechos más dolorosos en la historia del país, pues 34 personas fallecieron durante una gira

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Tragedia de Choluteca. Foto Archivo LN.
La tragedia de Choluteca aún es recordada por muchos. Foto: Archivo

La decisión de un padre, de no dejar que sus dos hijas viajaran sin su mamá a Honduras, para participar en un espectáculo musical, evitó que ellas y otras tres muchachas perdieran la vida en uno de los accidentes de tránsito más trágicos que se recuerdan en la historia del país.

Esa es la historia de doña Amelia Barquero Trejos, una de las compositoras costarricenses más reconocidas, quien estuvo a punto de subirse al autobús Chevrolet Blue Bird, en el cual 34 personas fallecieron de forma trágica en el llamado accidente de Choluteca, ocurrido el 29 de junio de 1965.

“Yo siento que ahí hubo una intuición paterna, porque antes los papás eran muy celosos con los hijos, nos cuidaban mucho y creo que eso fue una intuición que él tuvo para no dejarnos ir sin la compañía de mami”, contó Barquero.

En esa tragedia, la cual aún es recordada por muchos, fallecieron profesores, estudiantes y jóvenes artistas en formación que eran parte de la Escuela de Gimnasia y Danza Coralia de Romero, también conocido como el Ballet Tico, y del Conservatorio Castella, además de varios padres de familia que estaban acompañando a sus hijos.

Barquero recordó que gracias a la calidad de las presentaciones de estos grupos, se programó una gira por Centroamérica, en la que visitarían Honduras y El Salvador.

La intención de dicha gira era recaudar fondos para la lucha contra la poliomielitis, una infección que afecta el sistema nervioso y que en ese entonces golpeó fuertemente a varios países, como Honduras.

Gran oportunidad

Tragedia de Choluteca. Foto Archivo LN.
Doña Amelia es una de las compositoras más reconocidas del país.

Doña Amelia cursó sus estudios en el Conservatorio Castella, institución que lleva arraigada en el corazón, y aunque para 1965 ya se había graduado, aún seguía unida a ese centro educativo, pues don Arnoldo Herrera, director del lugar, le había pedido que se quedara como docente de canto y lectura musical.

Barquero recordó que para ese momento ella y su hermana también formaban parte de un quinteto de acordeones con otras tres alumnas del conservatorio, el cual era dirigido por don Felix Strohecker, quien era su profesor de piano y acordeón.

Al enterarse de la gira que se iba a realizar a Honduras, Strohecker se puso en contacto con doña Coralia Ávila, fundadora del ballet tico, y le propuso la idea de que los acompañara para formar parte del espectáculo.

Decisión les cambió la vida

Según Barquero, para este tipo de giras se seleccionaban padres que pudieran ir de acompañantes, pues muchos de los participantes eran menores de edad.

“Lo que pasó fue que, como en toda gira, siempre se seleccionan a los papás que van a ir de acompañantes, chaperones, como se les decía en aquel entonces, y en el caso mío y de mi hermana, no escogieron a mi mamá”.

Pese a esa situación, doña Amelia y su hermana aún mantenían la esperanza de viajar, pero al final esta se vino del todo abajo con lo que les dijo su padre.

Tragedia de Choluteca. Foto Archivo LN.
La llegada de los ataúdes al país fue uno de los momentos más tristes. Foto: Archivo

“Mi papá dijo que si mi mamá no iba, él no nos permitía ir y eso fue lo que pasó. Nosotras estábamos todas entusiasmadas y a las chaperonas las escogieron a última hora y fue cuando nos dimos cuenta que mami no había sido seleccionada”.

Sin saberlo, esa decisión del padre de Barquero terminó afectando al resto del quinteto de acordeones y prácticamente les cambió la vida para siempre.

“Mi hermana y yo éramos parte del quinteto, entonces al no ir ninguna de nosotras, ya el quinteto no pudo ir, esa decisión de mi papá al final terminó salvando las vidas de nosotras cinco, lamentablemente nuestro profesor, don Félix, sí fue y murió en el accidente”, recordó.

Dolor muy profundo

El fatal accidente que llenó de luto a todo el país ocurrió la tarde del martes 29 de junio de 1965, en el departamento de Choluteca, en Honduras, cuando el autobús en el que el viajaban 52 personas se salió de la carretera, chocó contra una piedra y rodó por aproximadamente 90 metros en un barranco.

Pese a que en aquellos años no existía la inmediatez con la que se cuenta ahora, la trágica noticia llegó poco después a nuestro país por medio de emisoras de radio. Así fue como doña Amelia y su familia se enteraron de lo que había pasado.

“Nosotros llorábamos, primero por la muerte de las personas que partieron, y después como familia dándole gracias a Dios por la decisión que mi papá había tomado de que no fuéramos. Fue un choque de emociones para todos nosotros”, recordó.

La tragedia golpeó a todo el Conservatorio Castella, pues los estudiantes eran muy unidos, pero Barquero y sus seres queridos sufrieron aún más al enterarse de que dos de las hijas de don Arnoldo, el director del Castella, y su esposa habían fallecido, pues ellos eran muy cercanos a su familia.

Tragedia de Choluteca. Foto Archivo LN.
Al parecer, el accidente ocurrió por una falla mecánica. Foto: Archivo

“Fue muy duro porque para esa ocasión falleció la esposa de don Arnoldo y dos de sus hijas, entonces imagínese lo que era eso, porque eran personas cercanas que formaban parte de nuestras vidas”.

Dolorosos recuerdos

Hasta el día de hoy, doña Amelia sigue recordando esa tragedia con un gran dolor, pero recordó que los días posteriores a ese accidente fueron muy duros para ella, pues había perdido al que consideraba como un segundo padre.

“Para nosotros fue muy duro, en el caso mío, como él (Felix Strohecker) era mi profesor de piano, yo duré mucho tiempo sin sentarme al piano, menos coger el acordeón, que aún lo tengo aquí en mi casa, era con el que iba a viajar”, recordó.

Era tanto el dolor que sentía, que tuvo que alejarse por un tiempo de la música, incluso contó que pasó casi tres años sin tocar un instrumento, algo que resulta sorprendente al conocer la pasión que ella siente por la música.

“Yo a veces decía: ‘Voy a seguir estudiando piano, tengo que sobreponerme a esto’, pero abría el método y veía las indicaciones de don Félix, entonces cerraba el método, me levantaba y me iba, porque me salían las lágrimas”, contó.

“Yo volvía a ver el piano y el acordeón y me ponía a llorar, porque uno se apega a los profesores, porque ellos se convierten como en unos padres, entran en el corazón de uno de una manera muy especial”

—  Amelia Barquero, compositora nacional

Nombre en su honor

Tragedia de Choluteca. Foto Archivo LN.
El bus en el que viajaban los jóvenes, sus padres y profesores, quedó destruido. Foto: Archivo

Doña Amelia trabajó 31 años y medio en el Conservatorio Castella y en ese tiempo forjó una gran amistad con don Arnoldo, al punto de que incluso una de sus hijas lleva el mismo nombre de una de las hijas de don Arnoldo que falleció en el accidente de Choluteca.

“Cuando yo estaba embarazada, él cada vez que me veía me decía: ‘¿Me dejas ponerle nombre a tu hija?’, entonces le pregunté qué nombre quería ponerle y él me dijo: ‘Laurita, como mi hija que falleció'.

“Mi última mi hija se llama Laura y es porque don Arnoldo le puso ese nombre, en recuerdo a su hija Laurita”.

—  Amelia Barquero, compositora costarricense

Ella accedió a esa petición porque le pareció una forma muy bonita de honrar su memoria. Incluso, conforme su hija iba creciendo, se iba apegando cada vez más a Herrera.

“Desde que mi hija nació, él me pedía que la llevara al Castella, entonces tuve que comprar una canasta de mimbre y ponerle un colchón porque ahí era donde metía a mi hija para llevársela a don Arnoldo. Mi hija fue creciendo y tenía que estar a la par de él, quien amó a mi hija de una manera hasta su último día. Ahora mi hija da clases de danza y ballet en el Castella”, contó con mucho orgullo.

Aunque la tragedia de Choluteca es uno de los capítulos más tristes en la historia de doña Amelia y el Conservatorio Castella, ella lo recuerda como una experiencia que la hizo crecer y que aumentó aún más ese cariño que siente por esa gran institución.

“El compromiso con la institución, reforzó mi compromiso de no dejar a don Arnoldo solito, tuve invitaciones para trabajar tiempo completo en una universidad y otras instituciones, pero yo dije que no podía dejarlo, porque yo era un hija más”.

Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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