Las autoridades lograron saber dónde estaba el cuerpo del empresario estadounidense William Sean Creighton Kopko gracias a un informante del OIJ.
Esta persona fue a la oficina de la sección especializada contra el Crimen Organizado del OIJ y habló con uno de los jefes, de apellido Valerio, y le dio una información que fue clave para el hallazgo.
Esto se dio a conocer durante la declaración del investigador Valerio, en el juicio que se lleva a cabo por el secuestro y homicidio del gringo.
“Solo recibí información confidencial... Esta era que había un funcionario del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) que tenía conocimiento sobre el homicidio de un gringo que había sido secuestrado y que el cuerpo estaba en Quepos”, contó el agente judicial.
Entonces Valerio buscó a los investigadores que llevaban el caso y les dio la información. Como no era un caso que él llevaba, no ahondó más en el tema.
El testigo se reservó la identidad y hasta el sexo del informante, ya que aseguró que se ampara en la política de confidencialidad y que, además, eso podría poner en riesgo a la persona.
Fueron los agentes de la sección de Delitos Varios del OIJ quienes finalmente encontraron y exhumaron los restos de Creighton.
La víctima fue secuestrada la noche del 24 de setiembre del 2018, su familia pagó una millonada por el rescate, pero fue hasta setiembre del 2019 que las autoridades volvieron a tener pistas sobre su paradero.
La autopsia determinó que él murió por asfixia mecánica, o sea, porque le presionaron el cuello.
Por estos hechos, juzgan al supuesto líder de la banda, un hombre de apellidos Morales Vega, de 28 años; a la mamá de él, apellidada Vega Aguirre, de 48 años; y a la novia, de apellidos Solís Chaves, de 27 años. Además a la abuela de Morales Vega, apellidada Aguirre Leal, de 74 años; y al tío del líder, de apellidos Vega Aguirre, de 49.
Además a Martínez Chacón, Sanabria Abarca (maestra), Sánchez Gamboa, Ford Dowman, Jirón López y Medrano Vargas (los dos últimos son oficiales de tránsito).