Los celulares utilizados por los sospechosos de matar en el 2014 a Rosberly Córdoba Murillo, de 24 años, se conectaron antes y después del asalto en el que le quitaron la vida a torres cercanas al lugar del crimen, en Guayabos de Curridabat.
Ese importante dato salió del análisis criminal hecho durante la investigación y fue dado a conocer este martes en la sala 4 de los Tribunales de Goicoechea, donde desde el lunes se desarrolla el juicio contra cuatro hombres.
Rosberly administraba la farmacia La Bomba en Guayabos y murió la tarde del miércoles 17 de diciembre del 2014 en el Hospital Calderón Guardia luego de que asaltaran el local y a ella le dispararan en la cabeza mientras estaba en el suelo boca abajo.
Dura espera
Siete años esperó la familia de Rosberly por justicia y hasta esta semana sus parientes se dieron cuenta de que comenzaba el juicio contra los sujetos de apellidos Araya Castillo, Mora Piedra, Mesén Piedra y Umaña Madrigal, acusados de los delitos de homicidio calificado y robo agravado.
El analista criminal Francisco Bonilla, uno de los testigos en el debate, les explicó a los jueces de manera detalladísima que encontraron enlaces telefónicos de los sospechosos por medio de las radiosbases (antenas), que identifican la señal de los celulares y son las que permiten que entren y salgan mensajes o llamadas.
Los movimientos de los teléfonos de los ahora acusados fueron revisados desde el 10 de diciembre del 2014 al 16 de marzo del 2015.
En el caso de los del día del crimen (17 de diciembre), las autoridades descubrieron que los cuatro hombres amanecieron en sus casas en Desamparados, entre Calle Fallas, Fátima e Higuito.
Muy activos
Los sospechosos se comunicaron desde las 8 a.m. hasta pasadas las 11 a.m., luego hay una pausa que hace presumir a los investigadores que se vieron en Desamparados, según los movimientos que registraron las antenas.
Luego otras antenas detectaron que se dispersaron y Umaña hasta anduvo por Hatillo 8, cerca de donde vívía Rosberly con su hijo de 3 años.
Pareciera que se trató de una casualidad porque la investigación no encontró señales de que estuviera muy próximo a la casa de la muchacha.
A partir de la 1:14 p.m. las antenas registraron los movimientos de los teléfonos en los alrededores de San Pedro de Montes de Oca y a la 1:24 p.m. se activaron las antenas de Guayabos de Curridabat y las de Zapote.
A partir de ese momento las llamadas son mucho más seguidas.
A las 3:27 p.m. los celulares de los cuatro se encuentran juntos en los alrededores de Plaza del Sol, en Curridabat, muy cerca de donde estaba la farmacia La Bomba.
La última llamada antes del fatal asalto fue a las 3:47 p.m.
El golpe al local habría sido a las 3:50 p.m., algo que se deduce porque Mora llamó a Umaña y se comunicaron apenas dos segundos. Le dijo algo muy breve.
A las 3:52 p.m. hubo otra llamada que duró cuarenta segundos.
“Es probable que esa (segunda) comunicación que le hizo Mora a Umaña es para avisarle que vaya a recoger a los que están en la farmacia, esa es una hipótesis”, le dijo el analista al Tribunal.
Movimientos de regreso
Los análisis telefónicos también permitieron ver las horas y los recorridos que hicieron los hombres para salir de Guayabos.
Según la declaración, a las 3:52 Umaña activó con su celular la radiobase que está por el Epa de Curridabat y 14 minutos después la señal es detectada por la radiobase de San Jerónimo de Desamparados.
“Supuestamente va en moto y por eso llega rápido a Desamparados, mientras que los que iban en el vehículo (los otros tres sospechosos) apenas iban por Zapote”, explicó el experto.
A las 4:29 p.m. los teléfonos estaban “conectados” a las radiobases en Desamparados y al siguiente día todos estaban en los alrededores de sus casas.
Distribución de funciones
Ricardo Fonseca, representante de la Fiscalía Adjunta contra el Narcotráfico y Delitos Conexos, describió en la acusación que al llegar a la farmacia, Araya amenazó con un arma a los trabajadores y Mora vigilaba en la entrada.
Umaña y Mesén esperaban en una moto y en un carro, respectivamente.
Supuestamente, Araya se apoderó de la plata que estaba en la caja registradora y pidió que le abrieran la caja fuerte, por lo que caminó hasta el fondo de la farmacia, donde estaban más trabajadores, entre ellos Rosberly.
Mientras estaba boca abajo fue que le disparó. Luego, viendo que no podrían llevarse la plata que había en la caja fuerte, los delincuentes huyeron.
Fueron detenidos el 13 de julio del 2015 y les decomisaron un carro, cascos de moto y un arma de fuego.
Rosberly dejó un hijo de 3 años, ahora tiene 10 y sigue preguntando por su mamá.