Una vida corta, pero de mucho eco es la que tuvieron los amigos María del Mar Cordero Fernández, Óscar Fallas Baldi, Jaime Bustamante Montano y David Maradiaga Cruz.
Los cuatro compartían el amor por el medio ambiente y quizás su lucha se convirtió en la trampa de muerte, de la que nunca obtuvieron justicia de manera penal.
María del Mar, de 27 años, y Óscar, de 39 años, eran pareja, alquilaban una casa en Guadalupe de Goicoechea, San José; Jaime era un boliviano, de 36 años, con aproximadamente 15 años de vivir en Costa Rica, él y Óscar eran muy amigos.
Ellos tres murieron de una manera trágica, tras ser carbonizados hace 30 años, exactamente, un miércoles 7 de diciembre de 1994, cuando les quemaron la vivienda que alquilaban los novios y a la que había llegado Jaime un día antes para pasar con sus amigos.
Al parecer, fueron atacados cuando ellos descansaban, por lo que no tuvieron tiempo para buscar un refugio seguro.
Yamileth Astorga, docente de la UCR, y quien fue pareja de Jaime, recuerda este triste hecho como si fuera ayer. Es una parte de su historia que jamás podrá olvidar, porque las víctimas era como su segunda familia, pues pertenecían a la extinta Asociación Ecologista Costarricense (AECO).
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Además, Yamileth pudo haber sido otra de las víctimas porque era la novia de Jaime; incluso, el fin de semana que seguía tenían planes de irse a vivir juntos.
“La Asociación Ecologista había pagado el aguinaldo, los compañeros se juntaron, fueron a comer en Sabanilla, luego fueron a la casa de María del Mar y Óscar.
“No fui, porque en mi casa tenía la visita de una amistad de Bélgica, y preferí quedarme para acompañarla a ella. Ocurrió en la madrugada (se refiere al ataque) lo más triste es que el OIJ lo cerró, a pesar de que hubo muchísimas solicitudes en las que se rogaba para que no se cerrara el caso”, recuerda Yamileth.
De acuerdo con la cobertura de los medios de ese entonces, las víctimas fueron encontradas a las 6:04 a. m., cuatro minutos antes los Bomberos habían recibido la alerta, pero ningún vecino escuchó gritos o algún lamento, solo reportaron mucho humo y la casa envuelta en llamas.
A las 6:11 a. m. hallaron los cadáveres, no había nada que hacer por ellos. El terrible caso ocurrió, exactamente, 50 metros al norte del centro comercial de Guadalupe, donde en la actualidad solo hay locales comerciales en esa zona.
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Llamada del extranjero avisó de la tragedia en suelo tico
Hace treinta años no existían los celulares y las comunicaciones eran solo mediante los teléfonos fijos en las casas.
Yamileth intentó hablar con Jaime al llamar en varias ocasiones a AECO, pero nadie contestaba; ella se terminó dando cuenta de la tragedia porque la familia de Jaime, que vive en Bolivia, la logró contactar luego de que su telefóno de la casa timbrara en múltiples ocasiones.
“Yo sabía que Jaime se había quedado con ellos, llamé a la Asociacón Ecologista temprano, para ver si hablaba con él. Yo tenía una reunión con un profesor de la Universidad de Costa Rica, un matemático que me estaba ayudando con el manejo de los datos para un proyecto que estaba llevando. Cuando salí de la reunión, llamé y llamé, y nunca me contestaron.
“Regresé a mi casa y me debía ir a Heredia para el trabajo, seguí llamando, pero luego me entró una llamada desde Bolivia; eran los papás de Jaime, ellos trataron de localizarme, pero no sabían en dónde estaba. Ellos fueron quienes me dieron la noticia. Fue muy duro, creí volverme loca, fue un dolor tan terrible. Mis compañeros de trabajo más bien se vinieron para mi casa a acompañarme, después hubo que ir a identificar los cuerpos”, recordó Yamileth.
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Otro golpe para ecologistas
La muerte de los tres amigos fue muy dolorosa, pero el calvario no terminaría ahí para sus allegados, quienes fueron testigos de otra muerte, la cual tampoco nunca se resolvió. Ellos sostienen que habría sido por la misma intención de eliminar a AECO.
Ocho meses después, fue hallado sin vida David Francisco Maradiaga Cruz, de 26 años. Su cadáver fue encontrado en el parque de los Mangos, en Zapote, nunca se conoció tampoco la causa de su muerte.
Los años pasaron y el origen de las llamas, que habían acabado con los primeros tres amigos, nunca fue esclarecido; decían que fue provocado, también que se había tratado de un corto circuito en la vivienda, y hubo otras versiones, pero el caso con los años fue archivado dejando dolor en las familias de las víctimas.
Estas muertes fueron el principio de la desaparición de AECO, pues quedaban algunos integrantes que intentaron seguir luchando por su objetivo de defender la naturaleza; sin embargo, el miedo de ser los próximos en la lista mortal pudo más.
“Después de estas muertes la Asociación se mantuvo por varios años, pero ya después se desmembró, practicamente, con la muerte de Óscar Fallas. Yo preferí renunciar porque, primero, ya le generaba a uno inseguridad y temor con lo ocurrido”, mencionó Yamileth.
Muerte de ecologistas quedó archivada
Yamileth aseguró que María del Mar estaba embarazada y la criatura que llevaba en su vientre también falleció cuando apenas se formaba.
“En el OIJ adujeron para cerrar el caso que el nivel de alcohol en ellos era muy alto, incluso de drogas, y fíjate que Óscar no aceptaba para nada drogas. En aquel entonces la única droga que había era la marihuana, pero él era tajante, si veía que alguien sacaba (droga) él se iba, lo cual nos demostraba que eso era falso.
“Segundo, María del Mar estaba embarazada, el nivel de alcohol que ella tenía era una copa de vino, tampoco era un argumento para cerrar el caso. Los asesinos nunca se pudieron identificar, aunque nosotros pagamos por una investigación privada”, recordó Astorga.
Última misión y por la que quizás los mataron
Óscar Fallas era el director de AECO, María del Mar era la coordinadora de campañas de esta Asociación y Jaime llevaba el área de educación ambiental.
La última acción de peso que realizaron los amigos fue oponerse al proyecto de una compañía estadounidense que pretendía instalar un muelle y una planta para producir astillas de madera en el Golfo Dulce, en la zona sur del país. Dichas astillas iban a hacer exportadas a Estados Unidos.
Los amigos lucharon para demostrar que el proyecto lo querían desarrollar en una área protegida del país, lo cual llevó a los novios, Óscar y María del Mar, a estar una semana antes en Golfo Dulce, sin saber que sería la última misión que tendrían.
“Recuerdo que todos los integrantes éramos profesionales, las comunidades de la zona sur nos contactaron y ellos estaban preocupados, no solo porque se estaba metiendo el cultivo de la Melina, que se estaba promoviendo vender en la zona para la empresa norteamericana.
“Además, se enteraron que esta empresa iba a construir un muelle astillero en la parte más interna del Golfo Dulce. Entonces comenzamos los estudios de lo que esto habría implicado para esta zona, porque generaría una contaminación en el golfo que tiene muy poca circulación de agua, porque la que ingresa ahí del mar, viene con muy poca fuerza y es muy profundo. Entonces esto iba a causar una acumulación de esta contaminación”, recordó Astorga.
Al final el proyecto no se realizó, pero la muerte de los amigos, en apariencia, fue causada a raíz de los intereses que ellos defendían por la naturaleza.
“Se hizo una investigación privada, y aunque no teníamos muchos recursos, el investigador privado lo que pudo avanzar fue que quienes habían metido mano en este asesinato era el narcotráfico, pues parecía que pretendían usar el muelle astillero”, recordó Yamileth.
Jaime fue cremado y parte de sus cenizas fueron enviadas a Bolivia, y otras fueron esparcidas en las Lomas de Salitral en Desamparados, porque él amó ese lugar y también lideró un proyecto con niños de esta zona.
Otra parte de sus cenizas quedaron junto a las de Óscar y María del Mar en el cementerio Montesacro en Curridabat.
Recuerdo permanece vivo
Treinta años después de la muerte de los amigos, sus recuerdos permanecen vivos y así quedó plasmado este sábado 7 de diciembre del 2024, cuando se colocaron fotografías de ellos en árboles nativos en la explanada donde se encontraba el parqueo de Ingeniería, contiguo a la Biblioteca Carlos Monge en la Universidad de Costa Rica.
Este acuerdo universitario establece que todos los 7 de diciembre se realicen actividades para rendir homenaje a las personas asesinadas por defender el derecho humano a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
La actividad fue convocada por la Rectoría de la UCR, el Consejo Universitario, el Programa Kioscos Socioambientales.