Sucesos

(Video) Conozca la historia de Kokito, el niño que se convirtió en un superhéroe

Este pequeño salvó a sus hermanas de un incendio y la promesa de darle una casa a la mamá se cumplió

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El niño Alberto José Azofeifa Bonilla tuvo la madurez de un adulto y el alma de un héroe.

Con apenas seis años logró amarrar negocios que solo una adulto haría, como la compra de una cocina para la mamá y de un ternero que le encantaba.

Kokito, como le llamaban de cariño, soñaba con ser abogado, además le prometió a su mamita, doña Carmen Bonilla, una casa de cemento, amueblada, con electricidad y en la que el agua llegara por tuberías. Deseaba darle a su familia todas las comodidades, ya que el preciado líquido lo jalaban en estañones, no tenían servicio eléctrico, mucho menos postes de alumbrado público y el camino para llegar estaba muy malo.

Todo lo que este pequeño prometió se cumplió; sin embargo, él no pudo disfrutar de esos sueños y de las comodidades que tanto deseó.

Kokito murió por rescatar de un incendio a sus hermanas, su gemela y otra hermanita de 9 años.

La familia conserva esta foto donde Kokito sale junto a su papá luego de vender un pájaro Jilguero para comprar una cocina y un ternero. Fotografía José Cordero (Jose Cordero)

La noche del lunes 19 de abril del 2004, en calle Pedregal, en Higuito de San Isidro de El Guarco, Cartago, los tres hermanos estaban en casa solos porque sus papás habían ido a trabajar y otro hermano mayor se había ido a toparlos.

Odili Azofeifa, una de las hermanas rescatadas tenía 9 años cuando ocurrió la tragedia, recuerda que a las 5:30 p.m. los tres se acostaron a dormir, debido a que oscureció muy rápido, los hermanos decidieron acostarse en una misma cama.

“Todo ocurrió en instantes, mami nunca nos dejaba solos, ¡nunca! Y ocurrió precisamente ese día que lo hizo. A mí me despertó un oso que me cayó en la cara, en eso sentí un calor a un lado del cuerpo y me costaba respirar, del otro lado de la pared estaban las llamas fuertes, vi que Kokito se había caído de la cama y a mi hermana también le costaba respirar, era más humo que fuego, desperté a mis hermanos y pensamos salir en una puerta que estaba al lado de la casa, pero la empujamos y no se abría, era que estaba clavada”, recordó Odilí.

Un año después de que Kokito murió un vecino le llevó este retablo a doña Carmen Bonilla, quien lo guarda como un tesoro. Fotografía José Cordero (Jose Cordero)

Los niños corrieron hacia la ventana del cuarto de la mamá que solo tenía unas tablas y un plástico, pero tampoco pudieron quitarlos, por lo que Odili corrió hacia el baño y con una taza comenzó a tirarle agua al fuego.

“En nuestra inocencia queríamos salvar la casa, pero Kokito dijo: ‘no, no, no, salgamos, salgamos’ estábamos asustados, mi hermana no reaccionaba y cuando ya logramos salir no podíamos ver nada por lo oscuro, Kokito le dijo a su hermana mayor: ‘Voy a ir por un foco porque no podemos estar a oscuras porque luego nos sale un bicho, haga que María se despierte’ y se metió, a pesar de que le insistí que no entrara”, mencionó la hermana.

En su memoria aún esta la imagen de ver a Kokito con el foco en la mano y gritarle ‘¡aquí, lo tengo, aquí lo tengo Tita, ya vamos a salir y no a oscuras!’. Pero en ese momento ocurrió lo peor, una guirnalda que estaba guindando alzó en llamas y cayó al piso, que estaba recién barnizado, y alzó en fuego toda la casa.

El pequeño se metió debajo de la cama, no podía salir y Odili tampoco podía entrar para salvarlo.

“Los piecitos se le estaban quemando y comenzó a decir 'se me están quemando los pies, ya no me voy a salvar, vayánse ustedes, las amo y dígale a papi y a mi mami que los amo, ya yo aquí me quedo...”, recordó Odili con voz quebrada y haciéndose a la fuerte.

Las hermanitas asustadas corrieron hacia el monte, al frente de la casa. No tenían nada que hacer y esperaron que alguien las llegara ayudar.

Doña Carmen Bonilla tiene un ángel, se trata de su hijo Alberto José Azofeifa Bonilla.

Tres perdidas

Doña Carmen venía en caballo con su hijo y esposo al lado, cuando a lo largo vio el resplandor del incendio, supo que algo pasaba en su casa porque no era normal tanto fuego.

Cuando ella llegó y vio que todo se quemaba, se desesperó, tiró el saco de comida que llevaba para sus hijos y con el caballo comenzó a correr con desesperación.

Al llegar a una quebrada la mamá cayó y se golpeó, los vecinos de Higuito se toparon con el animal desbocado y lo reconocieron, sabían que algo malo había ocurrido. Ellos corrieron y se encontraron con doña Carmen, a quien llevaron al hospital Max Peralta de Cartago, estaba muy golpeada, en el centro médico le dijeron que los gemelos que llevaba en el vientre y que tenían seis meses de gestación habían muerto.

Alberto José Azofeifa Bonilla, descansa en el cementerio de Higuito de El Guarco de Cartago. Fotografía José Cordero (Jose Cordero)

A los 22 días del incendio los médicos le dieron otra mala noticia, le tenían que decir que Kokito también había fallecido. Esta madre asegura que es lo peor que ha tenido que vivir.

A los tres meses de la muerte del pequeño, el caballo del niño, de nombre Pinta y su perro Kin murieron de tristeza, por más comida que les dieron, no comían.

Sin embargo, Kokito ya no estaba físicamente, pero todo lo que el había prometido empezó a suceder y doña Carmen no tiene otra explicación de que su niño es el responsable de todas las bendiciones.

Para doña Carmen es inevitable llorar cuando recuerda a su hijo Kokito, pero sonríe porque sabe que tiene un ángel en su vida. Fotografía José Cordero (Jose Cordero)

A doña Carmen le ofrecieron un terreno en una zona muy centrica, pero no quiso irse de donde vivían y en la misma propiedad donde ocurrió la fatalidad les dieron una casa de cemento, amueblada, tal como la describió Kokito.

“Cuando nos dieron esta casa y estaba amueblada, recordamos todo lo que él decía”, dijo Odilí.

“Él me decía, ‘mami te voy a dar sillones para que usted se vea linda ahí sentada’. De estas paredes no me voy porque me las dio mi hijo”, recordó la valiente mamá.

La infancia más bonita

Odilí, asegura que a pesar de las limitaciones que han tenido, no cambiaría ningún año de los que compartió con su hermano.

“Muchas veces nos acostamos con hambre, pero mi niñez con él (Kokito) fue excelente, mi felicidad no me la dio ningún lujo, fue mi familia, ver a mi mamá ser valiente, agarrar un machete o con su máquina de cortar zacate irse a trabajar, mi mamá nunca ha huido de los problemas y aquí morimos en esta finca”, expresó la sobreviviente.

Una lagartilla de juguete y un celular sin línea con los que jugaba Kokito son parte del tesoro de la familia Azofeifa Bonilla. Fotografía José Cordero (Jose Cordero)

Kokito, fue un niño valiente, él era de los que madrugaba para ordeñar vacas y luego salía a vendérsela a los maestros, además vendía moras y todo lo que pudiera, también tenía pájaros jilgueros y con la venta de uno de estos fue que logró comprarle a su mamá una cocina y hasta le alcanzó para un ternero, la familia conserva una foto del día que compró al cachudito.

Esta familia asegura que Alberto José siempre seguirá vivo en sus corazones. Hoy tendría 20 años y están seguros que estaría a punto de convertirse en abogado.

En este terreno fue donde ocurrió el incendio que acabó con Kokito, en esta misma propiedad construyeron la casa que soñaba el niño. Fotografía: José Cordero (Jose Cordero)
Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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