“¡Ay, Dios!, ¿por qué si estamos salvando a alguien, se tienen que ir?”, fue lo primero que pensó don Jorge Ortiz Núñez, conductor de la ambulancia del hospital de San Vito que volcó en el cerro de la Muerte, accidente ocurrido el 11 de octubre en el que murieron dos amigas y compañeras de trabajo de él.
“Harricks” como le dicen a don Jorge, sigue con tratamientos psicológicos, psiquiátricos y médicos porque aún le quedan muchas heridas, pero asegura que la más grande es la del corazón por la pérdida de Lilliam Montoya Madrigal y de Lizeth Sandí Solano, más conocida como Tita.
La fatalidad ocurrió en El Empalme, en San Isidro de El Guarco, Cartago, cuando llevaban una paciente con covid-19 de la zona sur hasta San José.
Dos meses y medio después el conductor decidió hablar sobre el amargo momento, el cual le sigue sacando las lágrimas.
Harricks le dio la entrevista a don Henry Díaz, del medio regional San Vito Televisión y en ella aprovechó para pedirle perdón a los familiares de las dos fallecidas.
“Las recuerdo (Lizeth y Lilliam), sé el dolor que están pasando sus familias, les digo que me perdonen si piensan que fue error mío, de todo corazón les pido mucho perdón, porque a mí me duele, yo no hallo qué hacer”, expresa con llanto el sobreviviente.
Muy allegadas
Agregó que sus amigas eran un amor con él, tanto que en ocasiones, cuando sabían que les tocaba hacer un traslado con él, le llevaban quequitos o comida.
“(Horas antes del accidente) Llegué al hospital a recoger el traslado, Tita llevaba las sábanas y Dilia (Lilliam) iba con el monitor, ellas brincaron de alegría cuando les dije que me tocaba ir con ellas, nos unía mucho el amor en equipo”.
Él recordó que durante el camino iban bien, pero en el cerro de La Muerte llovía mucho y estaba muy oscuro.
“Llevaba las sirenas y la luz roja, iba un automóvil y delante de este un camión, el muchacho del carro me da campo y le digo a Tita, ‘voy a pasar a este carro y a este camión’, para entrar libre a una vuelta que venía.
“Pasé al carro y veo que el camión frena, suelto para rayar, pero en eso el camión aceleró y no me da tregua y al ver que competía conmigo dije, ‘voy a dejarlo que se vaya’, más que era de noche y se venía la vuelta, Dios guarde; frené, pero las llantas se me fueron al borde de la calle, quise sacarlas para no irme al bajo y en eso sonó un impacto y ya, caí de espaldas, con costos podía respirar”.
Harricks salió de la ambulancia y no sabía cómo estaban sus compañeras.
“Yo llevaba el cinturón y todavía estoy haciendo mente por dónde me salí, quedé sin zapatos, el vidrio de la ventaba estaba subido, por el parabrisas no pasé, para mí que por el impacto el cinturón se soltó porque quizás no iba bien amarrado y la puerta se abrió.
“Cuando comencé agarrar aire y llegaba la gente, escuché que decían, ‘aquí hay una muchacha, ya está muerta’, no podía ver quién era. También decían, ‘aquí está el chofer y en la ambulancia una señora, la del covid, la doctora (sobreviviente) tenía la clavícula quebrada, me abrazó y me decía: ‘Harrito, no se nos vaya, no nos deje’ y yo pulseaba por respirar”, mencionó.
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En esos momentos fue cuando se puso a pensar y a preguntarle a Dios, en su mente, por qué le quitaba la vida a sus compañeras.
“En el hospital las psicólogas me decían que llorara y me decían que necesitaba liberar eso, porque de la angustia no me daba hambre, mi llorar era estando vuelto hacia un rincón, es muy duro, sigo recordando la forma en la que ellas eran conmigo”, menciona el conductor.
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Tiene varias citas para recuperación
Dos Jorge estuvo dos meses internado, le hicieron una operación en el estómago en la que le tuvieron que hacer 27 puntadas, además anda con una faja que le llaman ‘Concha de Tortuga’ y una fijadora en la rodilla porque una rodilla le quedó malita.
Le tuvieron que hacer cuatro lavados quirúrgicos para sacarle la maleza de la pierna derecha debido a los fuertes golpes que tuvo y aunque ya comenzó a dar los primeros pasos con una andadera, aún le faltan muchos tratamientos. Dice que en enero tiene muchas citas programadas.
Afirmó ser un chofer con años de experiencia, pues trabajó manejando camiones de Coca-Cola, buses de turismo, taxis, camiones, ambulancias y nunca había tenido un accidente como este.
Concluyó diciendo que algún propósito debe tener Dios con él porque anteriormente superó una neumonía, una trombosis, una pancreatitis y ahora esta fatalidad, la que es, sin duda, la prueba más fuerte de todas.