El condominio, que se convirtió en escenario de un espantoso hecho de muerte en junio anterior, se transformó en un lugar de renconciliación casi un mes después.
En este sitio murió el empresario nicaragüense Otoniel Orozco Mendoza, de 53 años, quien recibió varios balazos. El único sospechoso fue su vecino, un costarricense de apellidos Ramírez Zamora, luego de, en apariencia, arrastrar problemas vecinales durante años.
Dentro de esta propiedad conviven habitantes que no se conocían, pese a vivir de pared de por medio o quizás tenían alguna diferencia de opiniones; sin embargo, esto quedó en el pasado luego de que fueran los propios lugareños de este sitio quienes invitaran al padre Sergio Valverde, de Obras del Espíritu Santo, para que bendijera el condominio luego de este hecho que estremeció al país.
La Teja le consultó al sacerdote sobre su visita al lugar y confirmó que se trató de un momento de reconciliación.
“Ese día fue de reconciliación, todos haciendo un alto en el camino de ¿cuánto podemos nosotros aportar para la paz en situaciones como estas.
“Fue un momento de oración por la paz, le cantamos a la paz, todos se abrazaron. Debo aceptar que las dos familias afectadas, de forma directa, hace un tiempo no están en ese lugar. Todos los vecinos, de una forma u otra, le pedían perdón a Dios si en algún momento no fueron hermanos entre sí”, señaló el padre Sergio.
Este encuentro entre los vecinos del lugar fue el pasado domingo 30 de junio.
“Me convocaron el domingo, tuve la oportunidad de reunirme con todas las familias, para encontrarnos, para darnos un abrazo de paz, para hablar.
“En Romanos 8:28 dice: ‘que todo lo que Dios permite, lo permite para bien de los que Él ama’. Alguien puede decir de una situación así ¿qué bien puede haber habido ahí?.
“Uno, pudo haber más personas (se refiere a víctima de muerte); una persona desesperada sale corriendo y mínimo al guarda que está en la casetilla se lo hubiese apeado, como decimos los ticos. La persona se desespera para que no lo vean, en el momento se vuelve ciega, eso pudo haber sido una masacre completa.
“Segundo, le decía a ellos (los del condominio): ‘¿cuántos de aquí se conocen y se hablan, personas que ni se conocían y viven de pared de por medio, hoy son amigas y se encontraron ese día, se dieron un abrazo, un momento de reconciliación y de paz. Personas que, por alguna circunstancia, un chiquito le pegó un bolazo al carro, esos problemas que a veces los hacemos más grandes”, explicó el padre.
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Crimen en condominio dejó reflexión
El padre Sergio manifestó que este homicidio fue una situación tan dolorosa que conmovió más allá de las fronteras costarricenses.
“Cabe decir ¿quién ganó, quién perdió? Cuando hay peleas, cuando hay violencia, todo el mundo pierde; hoy una familia llora a un hermano que murió, y otro que está en una situación tan difícil como es estar privado de libertad. Dos familias buenas, fruto de todo el caos que está viviendo la sociedad.
“La poca tolerancia que tenemos nos muestra esta situación ¿hasta dónde puede llegar la sociedad?, son personas buenas, sin antecedentes, pero si nosotros no hacemos un alto en el camino hasta ahí puede llegar, a una persona desesperada, angustiada, que lleva más allá de los límites este tipo de situaciones, y que puede llegar a ser un atentado, como en este caso. Estoy seguro que nunca hubieran querido algo así, es inimaginable...”, manifestó el sacerdote.
El religioso manifestó que en este condominio hay gente linda, pero con miedo o dolor a raíz de lo ocurrido.
“Siento que, primero, hubo un gran milagro, porque ante una situación tan dolorosa, puede terminar en una masacre o un milagro. Gracias a Dios, que no aconteció más porque pudo ser contra la misma esposa o la otra esposa (del fallecido). En esta situación se pierde fácilmente el dominio de sí, y se es capaz de matar a su misma familia muchas veces”, reflexionó el cura.
Valverde concluyó que está en cada uno de nosotros ser personas de paz, pues se necesitan dos personas para pelear, pero si uno de ellos pone un alto o, simplemente, ignora el problema no hay por donde avanzar.