Carlos Chavarría Fonseca, conocido como “el pastor de los ricos”, fue condenado a 36 años de cárcel por tres delitos de violación calificada y cinco de abuso sexual agravado en perjuicio de cinco “discípulas” de su congregación, de las cuales dos son hermanas.
La sentencia fue dictada por el Tribunal Penal de Heredia la tarde de este viernes 27 de agosto. Los jueces le recetaron 36 años de prisión por los delitos de violación y 13 años por los de abuso sexual, para un total de 49 años.
Sin embargo, el juez Juan Carlos Morales explicó que la pena fue readecuada a 36 años por las reglas del concurso material; esto significa que cuando una persona comete más de un delito, en diferentes momentos, se le sanciona sumando las penas que corresponden a cada delito sin que esta suma pueda superar el triple de la pena mayor.
Por los hechos, que ocurrieron entre el 2010 y el 2019 en distintos lugares de Heredia y San José, el pastor de la iglesia Generación 3:16 fue condenado a pagarles ¢10 millones a las hermanas y ¢2 millones a la otra víctima por los daños morales que les causó.
Durante la lectura de la sentencia, el juez mencionó cada uno de los hechos cometidos por el “pastor de los ricos” y señaló que uno de los más indignantes ocurrió entre el 2013 y el 2014, cuando por medio de una videollamada de Skype promovió que las hermanas realizaran actos lésbicos para él verlas.
“Si bien es cierto no estuvo presente de manera física en esa habitación, al tribunal le ha quedado claro el nivel de influencia que tenía como para generar que dos hermanas, en cuyas vidas la religión jugaba un papel central, obviaran toda la situación del lesbianismo y demás a partir de la utilización de justificaciones de don Carlos para que finalmente llevaran a cabo actos sexuales”, dijo el juez Morales.
Aprovechaba vulnerabilidad
El tribunal explicó que Chavarría no solo se aprovechó de su condición como pastor y guía espiritual para cometer las agresiones sexuales, también sacó provecho de que las tres víctimas presentaban una situación de vulnerabilidad relacionada con la religión, especialmente las hermanas.
El juez Morales explicó que cuando ocurrieron los abusos, las hermanas eran mayores de edad, pero señaló que desde muy pequeñas fueron instruidas en temas religiosos por parte de su familia, el cual era muy conservador y riguroso por lo que sus vidas giraban alrededor de eso, situación que fue aprovechada por el pastor.
Incluso estuvieron inscritas en la escuela relacionada con la congregación G 3:16, por lo que ellas prácticamente no tenían relaciones o amistades fuera de ese grupo.
“Todos estos elementos le han permitido al tribunal comprender que las hermanas no tenían una formación adecuada en sexualidad ni una visión de mundo lo suficientemente amplia como para comprender lo que estaba sucediendo a su alrededor con las conductas cometidas por Chavarría.
“Por eso, aunque uno de los argumentos de la defensa fue que ellas no le decían que no a don Carlos, el tribunal comprendió que a partir de esa vulnerabilidad no se puede pretender que las personas ofendidas le digan que no, cuando más bien hay de por medio toda una relación con componentes hasta paternales”, explicó Morales.
Relación de poder
Además de aprovecharse de esa vulnerabilidad, que no era tan marcada en las otras tres víctimas, el pastor también habría actuado basándose en la relación de poder que tenía sobre las cinco mujeres, pues lo veían como el líder de valores intachables.
El juez comentó que uno de los hechos de violación ocurrió en noviembre del 2018, cuando una de las ofendidas le dijo al pastor que no quería tener ningún tipo de relación sexual pues estaba con el período, pero, según Morales, este la zarandeó y le dijo “ubíquese” para obligarla.
LEA MÁS: Dos nuevas denuncias engruesan el expediente del “pastor de los ricos”
En marzo y en abril del 2019, otra de las muchachas fue víctima Chavarría. En el primer mes, el hombre le hizo tocamientos en los glúteos, poco tiempo después le acarició las piernas sin su consentimiento e incluso le dio un beso forzado.
La quinta “discípula” de Chavarría sufrió un abuso sexual en noviembre de 2014, cuando el hombre, de forma abusiva y sorpresiva, le tomó el rostro y le dio un beso a la fuerza. Todo esto lo señaló el tribunal.
Nada de “picaflor”
Con esos fundamentos fue que los jueces se trajeron abajo los argumentos de la defensa de Chavarría, los cuales aseguraban que todos los hechos que se dieron fueron actos consentidos por las mujeres.
La defensa del pastor también dijo que cada una de esas acciones formaban parte de un juego de seducción por parte de Chavarría, al que describieron como un “picaflor”.
Ante esto el tribunal señaló que lo hecho por Chavarría no era un juego de seducción, más bien se trataba de un plan estructurado de forma sutil y calculadora para que las mujeres se sintieran bien y protegidas, pero detrás de eso él lo que deseaba era satisfacer sus deseos sexuales.