Sebastián Díaz González encontraba una satisfacción enorme en salir a las calles para ayudar a las personas más necesitadas.
Sebastián es el colegial que perdió la vida este miércoles después de ser atropellado por el tren a un costado del Liceo de Costa Rica, en San José, donde cursaba séptimo grado.
Aún muchos hablan del trágico accidente y de que se habría originado en un reto que le lanzaron al estudiante para que demostrara su valentía poniéndose en la línea. Lo que pocos saben es que Sebastián dedicaba gran parte de su tiempo a ayudar a niños necesitados y a indigentes.
Sebastián tenía cerca de dos años de ser voluntario en la Fundación Grítalo, una organización sin fines de lucro que se dedica a ayudar a personas de escasos recursos de zonas vulnerables.
Roberto Murillo, director de esta fundación, recordó a Sebas como un muchacho con una enorme vocación para tenderles la mano a los demás. Murillo aseguró que nunca se perdía las reuniones que hacían en la organización.
“Él asistía con la mamá y si ella no podía ir, él siempre buscaba la forma de que alguien lo llevara. Ayer (jueves) estuvimos en la vela y la mamá me decía que él era el que la llevaba a ella, no al revés”, dijo Murillo.
Una luz para todos
Roberto recordó al colegial como “una luz en su hogar” y una persona con un enorme espíritu de amor que siempre buscaba compartir con los demás.
“Le gustaba hablar después de las actividades, compartir lo que sintió, de cómo disfrutó ayudando. Así es como lo recordamos, como una persona con esa luz, con ese amor, que quería siempre disfrutar al máximo compartiendo con los demás sin necesidad de nada material, sino compartiendo su tiempo y su amor”, añadió Murillo.
Murillo contó que de lunes a sábado, los miembros de la fundación visitan la llamada "zona roja" de San José para llevarles comida y abrigo a los habitantes de las calles y a los niños que se acercan a ellos con hambre.
Ir a una zona de este tipo, de noche, sería una pesadilla para cualquier muchacho, pero no para Sebastián. Dice Murillo que estas eran las actividades que más disfrutaba el colegial, quien conversaba con todas estas personas sin temores o prejuicios.
“A él lo que más le gustaba eran las salidas a las calles, que era compartir con los habitantes de las calles y los chicos que llegaban de vez en cuando. Jugaba con los niños, se sentaba a hablar con todos ellos, era algo que disfrutaba”, afirmó.
Último adiós
Roberto y su esposa fueron a la vela de Sebastián este jueves en su casa, en Pavas. Querían darle el último adiós y darle algo especial a la mamá del muchachito.
Murillo nos contó que en la fundación todos usan camisas negras con el logotipo y que ese día, el jueves, le entregaron a la mamá de Sebas una camisa pero blanca con el logotipo estampado en el frente porque quienes lo conocían sabían cuánto amaba el muchachito pertenecer a Grítalo.
“Creo que un mensaje importante para la juventud es el de estar seguros en sí mismos, tratar de no presionar a los demás a hacer cosas que no desean hacer. Sabemos que Sebastián tenía miedo de eso que estaba haciendo, por eso deben cuidarse unos a otros, ser un ejemplo para los demás y salir a delante sin impulsar a nadie a hacer cosas peligrosas”, dijo Murillo.
El OIJ investiga la muerte de Sebastián para determinar si en efecto se debió a un peligroso reto o si mediaron otras circunstancias.