Un hombre con un carácter impulsivo, así es como describen al hombre de apellido Martínez, sospechoso de asesinar y enterrar a Julieta Fernández Calderón, de 67 años, en una finca ganadera.
Aún no han determinado en qué lugar asesinaron a Julieta. Lo único confirmado es que el cuerpo apareció enterrado en la finca ganadera en la que el sujeto de 26 años trabajaba, en El Jardín de Cedral de Dota.
Randall Zúñiga, director del OIJ, hizo un llamado al país a raíz de los últimos asesinatos que han ocurrido contra mujeres, aparentemente, a manos de sus parejas.
“Quisiera hacerle un llamado a las mujeres de Costa Rica, ya son varias las situaciones en las cuales hay un patrón muy fuerte de agresión, algunas personas siempre van a tener una forma de sentirse siempre vulneradas.
“En este caso Martínez tiene un patrón bastante impulsivo, bastante fuerte, es parte de lo que hemos visto”, señaló Zúñiga al describir al sospechoso.
Él le pidió a las mujeres siempre denunciar cualquier acto de violencia que sufran, no dejar pasar estos hechos que lamentablemente solo terminan en muerte.
“Es sumamente importante la denuncia, que tengan redes de apoyo, una parte social que les pueda dar contención ante alguna situación de agresión, a la primera que no se esperen, que no crea que va a cambiar la persona, es una situación que va a generar más violencia”, manifestó.
Se le consultó el por qué están pasando estos actos tan terribles y explicó que se deben hacer estudios en Costa Rica sobre esta situación.
“Hace poquito estaba hablando con la secretaría técnica del poder Judicial y hay un efecto que se llama ‘copycat’ o ‘imitación’ cuando una situación se da, es muy probable que otras personas lo imitan... es un patrón muy sociológico que es necesario estudiar y hay que buscar ese punto intermedio entre lo que es información pública útil para la sociedad y toda la mediatización que se le puede estar generando y puede impulsar a otras personas a cometer más homicidios”, señaló.
LEA MÁS: Caso Julieta Fernández: Fotos revelan el paso a paso con el que OIJ amarró el macabro asesinato