En el juicio por el asesinato de cinco estudiantes universitarios declaró este jueves el agente del OIJ Roberto Silva, quien aseguró que en un carta dejada en una casa cural de Liberia se decía que el hombre de apellidos Ríos Marchena era el culpable de la matanza.
La declaración del agente molestó a Ríos e incluso tuvieron que llamarle la atención para que dejara de ofender a Silva.
El agente dijo que cinco días después del crimen pasaron la carta por debajo de la puerta de la casa cural. Había sido escrita en computadora y tenía muchas faltas de ortografía. Silva recordó que él estaba en su oficina cuando un sacerdote llegó a buscarlo y le indicó que le habían dejado el documento, que hasta tenía una foto de Ríos Marchena y lo señalaba como responsable de los asesinatos. Además le pedía al OIJ investigar más porque no estaba haciendo un buen trabajo.
El agente también relató que a la menor de 14 años que sobrevivió lograron entrevistarla hasta ocho días después de la masacre, que fue cuando logró hablar.
La jovencita les contó que el sospechoso entró al cuarto violentamente y que tenía un cuchillo anaranjado, además que todo estaba oscuro (era de madrugada). La menor de edad estaba con Stephanie Hernández y con Joseph Briones en un cuarto.
"Él los amenazó y los llevó al segundo dormitorio, con el cuchillo golpeó a Ariel Vargas y a Ingrid Méndez y le dijo a Ariel que los amarrara a todos y después amarró a Ariel. Se fue para el cuarto de Dayanna Martínez, la puerta estaba cerrada, Stephanie le suplicaba que abriera, les decían hijue.... callensen y después sacó a Dayana", recordó Silva.
La menor de edad sobreviviente aseguró que el hombre nunca les pidió nada, no se trataba de un robo. Cuando Ríos prendió las luces ella lo vio: andaba con pantaloneta y tenis blancas sin cordones.
La pequeña narró al agente que cuando la atacó a ella solo Ingrid estaba viva, pero que después del cuchillazo que recibió en el cuello ella, la menor de edad, perdió el conocimiento.
Cuando la adolescente se despertó no supo qué hora era, logró salir del cuarto pero vio la luz encendida y pensó que el hombre estaba, entonces se volvió al cuarto, se acostó en la cama y se desmayó. En un segundo intento se golpeó la cabeza y se desmayó de nuevo.
Después logró llegar a la cocina, se puso un trapo en la herida y tiempo después fue cuando un vecino la encontró.
Otro detalle que reveló el investigador es que una huella que encontraron en el apagador coincidía con la de Ríos, quien tenía un beneficio carcelario y, aunque aseguraba que no consumía drogas, lo habían visto fumando marihuana cerca de un río en Liberia.
Los rastreos de datos permitieron ubicar el celular de Ríos cerca del lugar de los cinco asesinatos.
Llamadas de madrugada
Luis León, analista criminal especialista en rastreos telefónicos fue otro de los testigos de este jueves. Él aseguró que del celular de Ríos Mairena salieron dos llamadas la madrugada de los crímenes, una a las 2:49 y otra a las 2:50 de la mañana. Llamó a una empresa de taxis informales de Liberia.
El día de la masacre hizo 19 llamadas y después de eso no uso más el celular.
Los testigos de la defensa también declararon, entre ellos la mamá de Ríos, Annia Ríos Mairena, quien aseguró que su hijo no estaba en la casa ubicada en la misma propiedad donde pasó la masacre.
La mujer dijo que un día antes de la masacre, es decir, el 18 de enero del año pasado, su hijo le pidió permiso para ir al estadio de Liberia porque jugaba el equipo liberiano con la Liga.
Annia insistió que su hijo se quedó durmiendo donde una tía y que cuando se supo del crimen, ella lo llamó por teléfono para decirle que mejor no llegara a la casa porque tenía miedo que terminara enredado en algo y eso le afectara por tener libertad condicional.
El abogado de Ríos, Francisco Herrera, les solicitó a los jueces que el juicio se suspenda y se reinicie el lunes porque su cliente no tiene suficiente ropa y que está cansado por estar preso en Liberia, pero los jueces se negaron.
Se cree que Ríos podría declarar este viernes.