Sucesos

Buceadora que perdió brazo al ser golpeada por lancha mantiene sus fuerzas intactas

Usted puede ayudar a la sobreviviente Kerlyn González y a la empresa nacional Di Amíti para terminar una prótesis especial que podrá meter al mar

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Kerlyn González Jiménez, de 28 años, perdió el brazo derecho mientras hacía buceo y fue golpeada por una lancha rápida en altamar.

El trágico accidente ocurrió en abril del 2019 en isla Plata, entre playa Flamingo y playa Conchal, en Guanacaste.

Ella apenas tenía un año de practicar buceo cuando sucedió el doloroso accidente y las secuelas le dejaron depresiones muy fuertes pues ella sintió que, a sus 25 años de edad, ya no servía para nada.

Ella ha logrado superar esos duros momentos gracias a su familia y allegados, quienes le recuerdan lo valiosa que es.

Kerlyn González Jiménez, de 28 años, está llena de metas que lucha por alcanzar. Foto: Cortesía Kerlyn González para LT

La valiente muchacha es oriunda de Buenos Aires, zona sur, pero está enamorada del mar y de las playas de Guanacaste, por eso vive en esa provincia.

Además de la amputación del brazo, también se le fracturó el cráneo y el hombro derecho; estuvo un mes internada y pasó por cinco hospitales del país.

Nueva vida

A tres años del accidente, Kerlyn está pulseando que una empresa nacional de diseño, llamada Di Amíti, le haga una prótesis resistente al agua para poder volver a bucear como antes.

Sin embargo, para eso ella requiere la ayuda de muchos, pues la prótesis cuesta su buena platica. Si usted quiere colaborar, puede hacerlo por medio de Sinpe Móvil al número 8757-6538, que está a nombre de Kerlyn.

La prótesis tendrá estampada un tiburón ballena, animal favorito de la valiente muchacha.

Entre todas las personas que donen, sin importar el monto, quedarán participando en una rifa, que se realizará el 15 de junio, con tres premios.

El primero es un curso de Open water, que consiste en una certificación de buceo de primer nivel con Mundo Acuático.

El segundo es un viaje de buceo para una persona con Eco Drivers y el tercero una licencia de nitrox (curso de buceo diseñado para que buceadores recreativos puedan usar aire enriquecido) con Dive CR.

La pasión de Kerlyn es bucear y la ingeniería en informática. Foto: Cortesía Kerlyn González para LT

Toda una guerrera

Kerlyn es estudiante de Ingeniería en Informática y actualmente está haciendo, junto con unos amigos, una aplicación sobre monitoreo de arrecifes para el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Además, sueña con impulsar un turismo adaptado para todas las personas que tengan una condición diferente, como la suya.

“En el INS me dieron una prótesis, es buena, pero es muy masculina y yo trabajo en el mar o frente a una computadora y no me sirve para ninguna de mis dos áreas de trabajo, me pesa mucho, tiene un arnés que me genera dolor de espalda y estéticamente no me gusta”, expresó la joven.

Es por eso que la empresa Di Amíti, con apoyo del Centro de Prótesis, se propusieron ayudarle.

Kerlyn tiene la fe de estrenar la nueva prótesis en julio de este año y en octubre llevarla a isla del Coco para probarla y ver si sirve con la presión del mar.

La joven espera que con la nueva mano pueda terminar parte de sus metas.

“Mi prioridad es terminar mi carrera universitaria y aunque el buceo es muy mal pagado aquí, deseo sacar un instructor y poderme montar una operación de buceo enfocada en las personas que tengan alguna discapacidad para que tengan más oportunidad”, afirma.

A sus 25 años tuvo que aprender de cero desde escribir y hasta aprender a abrir un tupper con la otra mano. Foto: Cortesía Kerlyn González para LT

Asímismo, dice que buscará que haya una mejor educación en cuanto a la conservación marina.

“Quisiera que nuestras futuras generaciones puedan llegar a ver lo increíble que hay en el mar, que me parece superimportante”.

Kerlyn dice que no hay un día que no recuerde el accidente, pero asegura que ya aprendió a lidiar con eso.

“Me llamaron para que fuera a asistir a un grupo, había un instructor, cuando estábamos bajo el agua una cliente y yo nos fuimos a dar una vuelta cerca de los arrecifes y cuando quisimos regresar, hicimos la parada de seguridad, nos fijamos que no viniera ningún bote, luego comenzamos a subir (hacia la superficie).

“(Venía) un yate de pesca deportiva con dos motores, el bote me tocó a mí y no tocó a la otra muchacha, me acuerdo de todo, el hueso me quedó salido, sentía la cara derretida y fue que el casco de la lancha también me golpeó la cabeza y me fracturó el cráneo”, recordó.

Concluyó diciendo que los últimos tres años no han sido fáciles porque cosas tan rutinarias como hacerse una cola o abrir un tupper de comida la ponen a prueba todos los días.

Este accidente sigue bajo investigación por parte de las autoridades.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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