Los bomberos siempre están listos para servir a los demás, pero, como todos los costarricenses, estuvieron con el corazón en la mano por 90 minutos, durante el repechaje en que la Sele venció a Nueva Zelanda.
Eso sí, a diferencia de los demás, ellos tenían la vista pegada al televisor, pero sus oídos a los radios de comunicación, ya que como los demás cuerpos de rescate, ellos no tenían asueto, cualquier emergencia debían atenderla. Tal y como terminó sucediendo.
La Teja se tiró el partido con los bomberos de Tibás, quienes, con total respeto, cantaron el himno nacional de pie junto a los seleccionados.
Esa estación es muy acogedora, como una casa en la que se prepara el almuerzo y se ve el partido desde los sillones, la parrilla estaba lista y la emoción también.
Al minuto tres cayó el gol de Johel Campbell y este se celebró con gritos y una corneta.
Sin embargo, la celebración no había terminado cuando entró una llamada por una alerta. Se trataba de un ataque de abejas en el Colegio Técnico Profesional del Este, en San Miguel de Santo Domingo, en Heredia.
Una emergencia nunca puede esperar y por eso los rescatistas José Luis Rodríguez, Greivin Ureña, Mauricio Motta, Milton López y Carlos Elizondo dejaron de ver el partidazo y jalaron a cumplir su deber.
En esta ocasión, afortunadamente, la emergencia no fue grave y en cuestión de minutos ya estaban de vuelta. En el cole solo estaban unos docentes, quienes también veían el partido, y el panal no era grande.
Al minuto 39, cuando cayó el gol del empate de los neozelandeses, hubo frustración, pero cuando el árbitro vio el VAR y lo anuló, se celebró como si hubiésemos hecho otro gol.
Los muchachos seguían atentos y con nervios viendo el partido, incluida Catalina Campos, quien es la única bombera permanente de la estación y que también forma parte de la Unidad Canina.
Como la mejenga fue a la hora de almuerzo, hicieron banca para comprar y preparar unas deliciosas y grandes hamburguesas con papas. No es común que ellos celebren con comidas, pero en esta ocasión todos querían hacer algo especial con la segunda familia: la del trabajo.
Las hamburguesotas las preparó Catalina junto a sus demás compañeros, poco después de la 1 p.m. ya estaban almorzando.
Por dicha los radios de esa estación permanecieron tranquilos, esta vez la ansiedad era por el partido, no por una emergencia.
Las manos sudaban y al minuto 94 estalló la felicidad, abrazos y hasta lágrimas en algunos de ellos.
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Pusieron a sonar la sirena de una unidad y las calles de Tibás también se llenaron de pitos, gritos de alegría, la felicidad fue tanta que hasta hicieron espantada a la lluvia.
Hasta las 4 p.m. no hubo ninguna otra alerta, pero terminado el partido, los uniformados siguieron con su rutina y hasta salieron a hacer trabajos que ya tenían agendados.
En esta estación también hay otras dos muchachas voluntarias y una aspirante a voluntaria, ellas este martes no trabajaron.
Heridos
Nos contaron que en la estación de Pavas también tuvieron que atender una emergencia cuando apenas estaba empezando el partido. Allí recibieron a dos heridos de arma de fuego que les llevaron hasta la estación, algo que acostumbran hacer los lugareños de Pavas.