Alejandro Loaiza, oficial del Servicio Especial de Respuesta Táctica (SERT) del OIJ vivió uno de los momentos más rudos de su vida el 11 de mayo del 2011 cuando siete reos de La Reforma, en San Rafael de Alajuela, entre ellos Erlyn Hurtado y Johel Araya, armaron un violento motín para tratar de escapar.
Loaiza, quien tiene 13 años de formar parte de ese equipo táctico, sintió una gran angustia ese día, pues sabía que si llegaba a morir en ese lugar su esposa iba a recibir el peor regalo de cumpleaños de su vida.
“Mi esposa cumplía años el 13 de mayo, dos días después, y en mi mente yo decía: ‘¡Ay Dios mío, que no me pase nada hoy! Porque no quiero regalarle a ella de cumpleaños un entierro y menos del esposo’. Yo hasta sacaba cuentas y pensaba que si moría, el 12 de mayo seguro le entregaban mi cuerpo y al día siguiente me enterraban”.
El agente dio a conocer esa difícil experiencia durante una entrevista en el programa de radio “OIJ a tu servicio”, en la que también participaron sus compañeros Jimmy Marín, Pablo Ramírez y Daniel Leandro. XXXX
— La unidad del Servicio Especial de Respuesta Táctica del OIJ está conformada por 20 oficiales.
Situación muy tensa
Ese intentó de fuga de La Reforma marcó uno de los capítulos más tristes en la historia del país, pues en ese hecho fallecieron el policía penitenciario Francis Morales Fallas y los reos Erlyn Hurtado y Johhny Rodríguez. Además, cinco rehenes resultaron heridos. XXXXX
Loaiza recuerda muy bien ese hecho, sobre todo porque muy pocas veces se habían enfrentado a delincuentes tan peligrosos como Hurtado y Rodríguez, a quien conocían como “Lex Luthor”.
El agente recordó que el pensamiento de que podía llegar a morir ese día empezó a rondar por su cabeza luego de que fueron informados sobre una situación de mucho peligro.
“Nosotros estábamos a siete o diez metros de estos sujetos y los compañeros francotiradores nos dijeron que uno de ellos tenía una granada de mano, por la descripción de la granada nos dimos cuenta que tenía un promedio de destrucción de 25 metros de diámetro y nosotros estábamos dentro de ese rango”, detalló.
Loaiza no perdió la calma, sin embargo, por dentro solo pensaba en su esposa y en lo que podría ocurrir, aun así se mantuvo firme junto a sus compañeros y se enfrentó a balazos contra los reos, afortunadamente ninguno de los oficiales del SERT resultó herido.
“Yo decía que lo importante era que ganáramos y gracias a Dios así fue, pero fue una fecha que me marcó, porque si las cosas no hubieran salido como las planeamos hubiera sido muy doloroso”.
— Cada uno de los oficiales del Sert carga con un equipo táctico de más de 35 kilógramos.
Ese día también se dio un hecho muy recordado, cuando el paramédico Héctor Blanco, que estaba junto a los oficiales del SERT, le salvó la vida a un policía penitenciario que fue apuñalado en un pulmón, por lo que tuvo que clavarle un aguja en el pecho para liberar la presión que le impedía respirar.
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Entre la vida y la muerte
Loaiza no fue el único que vivió una experiencia así de ruda, de hecho Daniel Leandro contó que el caso que más le quedó grabado fue el primer intentó de fuga de Johel Araya, ocurrido en el 2006.
“En la primera fuga de Johel en La Reforma me tocó abrir una puerta y del otro lado vi que abrieron una ventana y empezaron a disparar, en eso entró la unidad y se hizo una balacera increíble.
“Me acuerdo que entró un compañero con el escudero enfrentándose a Johel, y que él (compañero) me decía: ‘¡apoyo, apoyo!’ y en ese momento el instinto de supervivencia me decía que tenía que salir corriendo, pero él estaba confiando en mí y debía ir a apoyarlo. Es donde uno se desconecta y confía en lo que le han enseñado, así que nos enfrentamos a ese sujeto, que increíblemente sobrevivió”, detalló.
Por su parte el agente Jimmy Marín contó que la experiencia más ruda que le ha tocado vivir fue a los pocos días de unirse al SERT, durante un allanamiento a una casa en Limón.
“Yo vi movimiento en una cortina de las ventanas, vi que sacaron una mano y lanzaron una granada que cayó como a cuatro metros de donde yo estaba y pese a eso, seguimos cumpliendo nuestra función que era la de dar protección a los compañeros.
“Ya después, cuando todo estaba controlado, nos dimos cuenta que a la persona, en su premura, no le dio tiempo de quitar un tape que estaba asegurando la granada y por eso no quedó activa, posteriormente se revisó que la granada estaba ‘viva’ y tenía un rango muy amplio”.
Unidos y comprometidos
Para Loaiza el SERT más que una unidad táctica es una familia, donde cada miembro cuida la espalda del otro y donde todos funcionan como engranajes de una gran máquina.
Por su parte, Leandro destacó el compromiso que él y sus compañeros tienen, pues prácticamente están disponibles las 24 horas del día y los siete días de la semana para participar en los operativos.
“Incluso recuerdo una vez que estaba en la fiesta de mi cumpleaños y me llamaron, así que tuve que ir en plena fiesta. Muchos de los que están acá son padres y hacen un sacrificio muy grande, pero hay una satisfacción, el servir a la patria y a la institución, al saber que estamos poniendo un granito de arena para ayudar el país”, dijo Leandro.