Don Julio Hernández Espinoza, el abogado de 63 años que murió en un trágico accidente de tránsito, es recordado por su labor en defensa de los docentes que sufrían algún tipo de abuso en sus trabajos, pues antes de ser abogado él estuvo en sus zapatos y conocía de primera mano las situaciones que estos enfrentaban.
Así lo contó a La Teja José Luis Hernández, hijo del abogado, quien describió a don Julio como un padre y abuelo muy amoroso, así como un hombre con valores y principios muy marcados.
“Como sueño de vida estudió para ser abogado y notario, apoyando al sector docente ahora desde la banca externa, defendiendo a muchos colegas de abusos y problemas ocasionados a lo largo de su día a día”, mencionó Hernández
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“Siempre será un pilar en la comunidad educativa, un hombre de solidaridad, un padre y abuelo cantante y el amor de cada uno de los miembros de su familia”.
— José Luis Hernández, hijo de don Julio.
El accidente que cobró la vida del licenciado ocurrió a eso de las 8:30 p.m. del pasado domingo en el sector de Vuelta Kooper-Tapón de Chilamate, en el cruce a Santa Rita y La Españolita, sobre la ruta 4, cuando el carro que conducía, por razones que aún no son claras, se salió de la carretera y chocó contra una baranda divisoria de metal.
Don Julio, quien era padre de hijos, inició su carrera profesional como maestro de primaria y pasó por muchas escuelas, pero su deseo de superación no terminó ahí, pues también fue director en varios centros educativos.
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“Posteriormente se convirtió en asesor supervisor de distintos circuitos y para culminar su paso en el MEP como jefe del Departamento Administrativo y Financiero de la Dirección Regional de Educación Zona Norte-Norte en Upala, dejando a su paso muchísimos recuerdos y agradecimientos de quienes lo conocían”, contó su hijo.
Un papá muy dedicado
José Luis recordó a su padre como un hombre muy atento y preocupado por inculcar a sus hijos con los valores que lo acompañaron a lo largo de su vida, también los motivo perseguir sus sueños, por eso no lo pensó para apoyar los negocios de dos de sus hijos.
“Fue un abuelo excepcional, queriendo y apoyando siempre a sus dos nietos Justin y Jean, dejando un vacío en sus corazones a la hora de partir. Era fiel creyente del trabajo arduo, de construir y de siempre buscar el crecimiento constante”, destacó José Luis.
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Su trabajo como abogado lo llevó a abrir oficinas en Puerto Viejo de Sarapiquí, Los Chiles y Upala, donde se ganó el cariño y reconocimiento de los vecinos de esas comunidades.
“Dedicó su vida a apoyar a cada una de las personas que le pedía ayuda, logrando así ganarse el cariño inmenso de muchísimas personas a nivel regional y nacional”, resaltó su hijo.