Alejandro Pérez Gutiérrez, el pescador que estuvo 57 horas a la deriva en el mar tras el vuelco de la lancha en la que iba, ya regresó a su casa en Riojalandia de Barranca, Puntarenas.
El sobreviviente, de 49 años, asegura que está golpeado física y emocionalmente, pero contento de estar con su familia y seguro de no querer volver a pescar por lo riesgoso que es ese trabajo.
Él tiene una bebé recién nacida, llamada Darlin Alessandra, pero este viernes en la madrugada, al regresar a su hogar, llegó con la idea de llamarla ‘Sofía’, igual que el barco mercante que lo rescató.
“Tengo una niña de quince días de nacida y el capitán del barco que me rescató me dijo: ‘Cámbiele el nombre a su hija, póngale Sofía, igual que el barco, porque fue su ángel’.
“Por casualidades de la vida, mi señora le quería poner ‘Sofía’ desde antes, pero yo le decía que mejor el nombre que decidimos, pero ahora también la llamaremos ‘Sofía’”, contó con alegría este padre.
Ellos consultarán al Tribunal Supremo de Elecciones si pueden hacer el cambio, pero aunque les digan que no, ellos la seguirán llamando Sofía.
Él tuvo que llamar a un amigo para que lo fuera a recoger a Peñas Blancas, frontera de Nicaragua con Costa Rica, ya que ahí lo dejaron las autoridades pinoleras tras el rescate y su evaluación en un centro médico.
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Decepcionado de las autoridades ticas
Alejandro salió a pescar el sábado pasado junto a un conocido, identificado solo como ‘Cristhian’. Ellos partieron del muelle de Incopesca, en una lancha de pesca artesanal llamada “Karen LV”. La tarde de ese día el mal tiempo los comenzó a golpear y provocó que la embarcación se volcara.
“Desde el sábado a las 3 de la tarde no comía, llamé al 911 y me devolvieron la llamada, le avisé a mi familia, les decía que estábamos mal, pero no nos fueron a buscar ese mismo día (se refiere a las autoridades costarricenses).
“Ellos pueden decir misa, pero soy testigo y sobreviviente, estuve todo el día cerca de las costas de Mal País y no nos buscaron, creo que si les hubiese dicho que tenía una tonelada de cocaína sí hubiesen llegado, creo que si hay una próxima vez diría eso”, señaló con decepción.
Agregó que ni la persona más experta en natación puede hacerlo en un mar picado, donde las olas lo revuelcan por todo lado.
Él y su compañero se sostenían de unas boyas, solo estuvieron juntos cerca unos diez minutos tras el naufragio, hasta que el mar los separó.
“Solo Dios es quien sabe si Cristhian sigue vivo, pero puede ir a muchas millas mar abierto, ya es imposible que lo encuentren”, mencionó.
Señaló que tuvo horas de tortura y que se estaba preparando para otra dura noche cuando vio aparecer a su ángel.
“Dios fue quien me mantuvo, no hubo nadie más, ni yo, solo él fue quien me dio las fuerzas. Ya iba para la cuarta noche sin comer nada cuando me encontró el barco mercante de nombre Sofía, eso fue como que Dios lo mandó, porque que lo vean a uno desde un mercante es como que uno vea a una hormiga”.
Al verlo comenzó a mover las manos porque también temía que lo golpearan.
“Sabía que viajan con mucha velocidad, incluso traen unas pelotas al frente porque sirven para cortar hielo cuando van a Europa, yo solo pensaba: ‘Si este barco no se quita me mata’, pero no me imaginaba que me iban a ver, le hacía señas para que se quitaran”, señaló.
En la embarcación solo iba un filipino en la parte de afuera y fue quien avisó que había un ‘hombre en el agua’.
“Ellos me pasaron cerca y me decían: ‘No se puede’, siguieron y pararon a más de un kilómetro de distancia, pensé que me iban a dejar ahí, pero también vi que otros me hacían señas de que darían vuelta, como diciendo ‘suave’.
“Me lograron tirar una rueda con un mecate, luego una escalera. No hablaban español, solo inglés y mandarín, solo uno hablaba un poco español, pero con señas y pocas palabras nos entendíamos, me dijeron que el capitán luego me vio con los binoculares.
“Me preguntaban: ‘¿Cuántos?’, y me señalaban, yo les decía con las manos que dos y ellos me decían ‘two, two’. Ahí nos podíamos medio entender, pero el problema es que ya era de noche y se rajó la lluvia, ya era imposible buscar a mi compañero, entonces giraron. Luego siguieron a su destino, tenían que descargar en Corinto, Nicaragua”, narró el sobreviviente.
En el barco lo metieron en una bañera caliente, le dieron ropa, sopa, leche, jugos y frutas, además contactaron a la familia de él por medio de Facebook.
Las autoridades nicaragüenses lo llevaron hasta la frontera con Costa Rica y asegura que pensó que aquí Migración o la Fuerza Pública lo esperarían, pero tuvo que llamar al amigo para que fuera por él.
Por su parte, Martín Arias, de Guardacostas, afirmó que desde el domingo en la mañana han hecho 14 rastreos en altamar y siete sobrevuelos con cámaras infrarrojas, pero siguen sin encontrar al otro pescador.