Créditos producción: Vestuarios: Valesky, Kenana y Concepción Miranda. Joyas: George Bakkar, Maracuyá jewels. Calzado: Daniel del Barco. Peinado y maquillaje: Gilda Monge Valenciano, Equipo Teletica. Coordinación de producción y diseño: Augusto Ramírez.
Su belleza física es evidente y cuando se expresa se nota que Lisbeth Valverde tiene claridad en sus ideas, es elocuente y determinada. Más allá de las conclusiones que se pueden sacar al conocerla, la nueva Miss Costa Rica tiene una historia de vida que la convierte en una verdadera fuente de inspiración.
Para empezar, cuéntenos de su infancia, ¿cómo fueron esos primeros años de su vida?
Vengo de una familia de la Zona Sur, de San Vito de Coto Brus, tengo dos hermanos y una hermana, somos cuatro en total y yo soy la menor.
De niña mis papás migraron del Sur al Occidente, concretamente a Palmares, buscando la forma de mejorar su condición económica. Mi papá (QEPD) siempre trabajó como agricultor y mi mamá hacía labores de limpieza en casas, cocinaba y vendía comidas, cuidaba de una adulta mayor y hacía lo que fuera para generar ingresos y ayudar con los gastos de la familia... entre los dos siempre hicieron lo que estaba a su alcance para que no nos faltara nada, siempre tuvimos qué comer gracias a ellos.
A los tres años mis papás decidieron separarse y eso cambió la dinámica de la familia, mi papá se regresó a la Zona Sur con mis hermanos y yo me quedé viviendo con mi mamá en San Ramón, eso hizo que mis hermanos y yo creciéramos separados, sin embargo, siempre mantuvimos el contacto. Veía a mis hermanos y a mi papá en vacaciones que era cuando mi mamá y yo podíamos viajar al Sur.
Mi papá en ese entonces trabajada en las piñeras y mi mamá siempre ha sido tan trabajadora que recuerdo verla tener varios trabajos al mismo tiempo, ella siempre fue una luchadora, hizo todo lo que podía para que ni a mí, ni a mis hermanos, nos faltara el plato de comida en la mesa.
A mi mamá tengo mucho que agradecerle, ella nunca pudo estudiar sin embargo, sabía que el estudio era lo que nos abriría las puertas, por eso, siempre nos impulsó a estudiar, a mí me impulsaba y motivaba para que me preparara académicamente. Yo estuve en la escuela, el colegio y la universidad gracias a las becas del Estado, eso hizo que desde pequeña me tomara el tema de la educación con mucha importancia y seriedad, esforzándome cada día porque sabía que si no lo hacía podía perder la beca.
Mami me decía que el ser pobres no era impedimento para estudiar, me enseñó que la pobreza no es una barrera para salir adelante, pues hay cosas que cuestan más, pero eso hace que los logros se disfruten y celebren con mayor intensidad.
Mi infancia a veces fue difícil, el no vivir con mis hermanos ni con mi papá, complicaba las cosas, además de la situación económica limitada, pero mi mamá supo ser muchas veces madre y padre, recuerdo verla cansadísima por lo duro del trabajo del día, pero eso me hizo comprender muchas cosas de la vida.
¿De qué manera influyeron todas esas vivencias de la infancia en la construcción de la mujer que es ahora?
Creo que el tema del trabajo y esfuerzo de mis papás me marcó. Mi mamá también trabajó en los cafetales y con nosotros pequeños ella nos llevaba para tenernos cerca, mi papá igual, sin educación, ni un título, nos formó a través de su ejemplo, me enseñó solo buenos valores y que el trabajo y el esfuerzo son el único medio para alcanzar los sueños.
Las situaciones de mi infancia y juventud me formaron para ser fuerte, para enfrentar los retos, a poner la cara y el pecho a la adversidad y, a comprender que la situación económica no es una barrera o una limitante para salir adelante, el ser humano vale por lo que es y no por lo que tiene.
Aprendí a soñar, a querer superarme y salir adelante mejorando siempre. Las circunstancias difíciles siempre me han impulsado, han sido de alguna manera la motivación para salir de ahí y avanzar y eso me lo enseñaron mis papás.
Lisbeth se prepara para el concurso miss universo que será el próximo 18 de noviembre en el salvador. Todas las semanas tiene clases de oratoria, maquillaje, expresión y peinado además, mantiene una preparación física basada en alimentación y ejercicios.
¿Hubo algo que no pudiera hacer en su infancia o en la juventud por la situación de su familia y que hubiera querido realizar?
Uno cuando está pequeño no entiende algunas cosas, cuando era niña soñaba con ir a clases de gimnasia, veía a otras niñas y yo también quería hacerlo, sin embargo, no entendía por qué mi mamá no permitía que yo fuera a la academia, luego comprendí que había que comprar un uniforme, pagar una mensualidad, tener recursos para ir a competencias y la verdad me frustraba no poder hacerlo... mi realidad era que si iba a clases de gimnasia no teníamos para comer, obviamente había prioridades que atender.
Sin embargo, mi mamá siempre me apoyaba y me decía “Lis tal vez no lo podamos hacer en este momento pero más adelante vamos a lograrlo”, ella siempre hacía lo posible para que yo no me sintiera mal y fuera comprensiva.
Sin embargo, cuando estaba más grandecita y me empezó a interesar lo de los concursos de belleza, tomé la decisión de buscar la forma de hacerlo aún sin recursos, porque no me quería frustrar.
En ese entonces, empecé a tocar puertas, hacía rifas, buscaba patrocinio, mi mamá me apoyaba haciendo y vendiendo comidas. Una vez durante las fiestas de San Ramón hasta organicé un concierto con una banda de reggae, hasta hice un arroz con pollo para alimentar a los músicos. La meta era comprarme el pasaje para ir a mi primer concurso internacional y pese al esfuerzo, no logré recoger lo suficiente para viajar, entonces, guardé el dinero y seguí ahorrando para ir el siguiente año.
En esa época, mi mamá prefería que no buscara patrocinadores, ella por miedo de que me hicieran algo, o se aprovecharan de mí por jovencita, no le gustaba que yo pidiera plata; me decía que mejor hiciéramos comidas para vender y así recogía lo que necesitaba para los concursos de belleza, porque son experiencias muy bonitas pero son muy costosos.
“Recuerdo que para los primeros concursos de belleza no tenía los recursos para invertir en ropa, zapatos, peinado, maquillaje, o lo que se necesitara para participar. Entonces, me las ingeniaba haciendo rifas, vendiendo comidas y trabajando los fines de semana con mi mamá en algún restaurante o sirviendo en un catering service. También, durante las vacaciones trabajaba en una tienda en San Ramón vendiendo ropa, eso me encantaba y era buenísima para las ventas, si alguien llegaba por una blusa, yo hacía que se fuera con la mudada completa”.
— Lisbeth Valverde.
¿Cuál ha sido ese momento difícil hasta ahora, el momento que más le ha costado superar, a pesar de ser una mujer fuerte y valiente?
Sin duda la muerte de mi papá. Él falleció hace cuatro años y a pesar de que yo no crecí con él, obviamente lo amaba.
Él murió en un accidente y eso hizo que fuera tan inesperado, nadie estaba preparado para ese momento. Él estaba en la casa, en San Vito, haciendo lo que le gustaba, trabajaba una pieza de madera y estaba utilizando una máquina que lo electrocutó, sufrió una descarga eléctrica que su cuerpo no aguantó.
Mi papá por esos días había estado internado porque su salud estaba quebrantada y salió del hospital muy débil, pienso que por su misma debilidad no soportó la descarga eléctrica y así fue como murió, nadie está preparado para la muerte y menos para una de ese tipo.
Me ha costado, pero entendí que la vida sigue y que debo continuar avanzando y hacer lo que lo hubiera hecho sentir muy orgulloso de mí.
¿Qué la hizo estudiar enseñanza especial, cuál fue la motivación para elegir esta carrera?
Cuando estaba en el cole caminaba todos los días de la parada de bus al colegio y en el trayecto había una escuela de enseñanza especial, recuerdo cómo los muchachos que estaban ahí siempre salían a saludarme, yo los empecé a conocer y ahí, a través del contacto con ellos generé una afinidad.
Cuando empecé con los trámites para entrar a la universidad, hablé con un profesor y le comenté de esta inquietud, él me ayudó a averiguar cuál era la mejor universidad para estudiar esa carrera y supimos que la opción debía ser la Universidad Nacional.
Logré entrar y me enfoqué en trabajar con personas adultas con alguna discapacidad porque creo que son el grupo más vulnerable dentro de esta población y me encanta trabajar con ellos, de ellos recibo muchísimo, son una gran inspiración, es algo que realmente me llena el corazón.
En cuanto a los concursos de belleza, ¿por qué le llamaron la atención, qué hizo que se decidiera a participar la primera vez?
Todo empezó cuando tenía 16 años y fue a través de mi hermana, ella es periodista y una vez trabajando para un medio de comunicación, entrevistó al organizador de un certamen de belleza, entonces me dijo que participara, me trajo desde San Ramón y fui al casting; en ese momento lo que me interesaba era el tema de las fotos, apren- der a caminar en tacones, siempre me llamó la atención el modelaje y la moda; tenía apenas 16 años y era insegura, me daba mucho miedo entrar, pero al mismo tiempo lo veía como una oportunidad para crecer, para aprender algo diferente.
Conocí a gente que me decía que tenía mucho potencial como modelo y la verdad esa experiencia me ayudó muchísimo; he crecido como mujer, he aprendido enormemente, los concursos de belleza siempre le dejan a una muchos aprendizajes para la vida.
¿Qué piensa de quienes dicen que los concursos de belleza refuerzan estereotipos de superficialidad en la mujer?
Sí, hay muchas personas que tienen ese criterio, y ante eso mi posición es de respeto. Creo que cada uno se forma un concepto basado en su experiencia y el conocimiento que tienen de ciertos temas. En mi caso, pues he estado involucrada desde hace ya varios años, puedo decir que lo que se valora es una belleza integral y no es simplemente el aspecto físico, los concursos de belleza han evolucionado muchísimo y los de ahora toman en cuenta otros aspectos, buscan que sean mujeres que tengan un proyecto social que impacte, que sean capaces de ser portavoces, que se les note su liderazgo, que motive a los jóvenes y a la mujeres a salir adelante y a luchar por sus sueños; ya no se quedan solamente con una imagen, ahora buscan mujeres completas. En lo personal, los concursos de belleza me han ayudado a desarrollar experiencias valiosas para la vida, por ejemplo, la habilidad para generar confianza al hablar frente a un público y compartir mi mensaje, mis ideas, también me han enseñado a ser disciplinada y a proyectarme mejor por mis causas.