El traspaso de poderes tuvo una particularidad, casi todas las personas que estaban en la plaza de la Democracia tenían un sombrero.
Sin embargo, el vendedor de sombreros “oficial”, a las 11:30 de la mañana, aún no había hecho plata ni para un café.
Winston Samudia, de 31 años y vendedor ambulante desde hace diez, estaba todo agüevado porque por más que gritaba ni volvían a ver su mercancía.
“Llegué a las 7 de la mañana con la ilusión de hacer una muy buena venta de sombreros por eso me forré y compré un montón, pero no ve, nada que vendo. Hay un tremendo sol, pero nadie compra”, nos dijo muy achicopalado este breteador josefino.
Entonces le preguntamos que si no consideraba que los sombreros estaban muy caros y que por eso no vendía.
"Nombres, valen tres rojitos en cualquier estilo. Eso no es caro, es lo más barato que puedo venderlos para ver si puedo ir a desayunar, pero ni así, no he podido tomarme ni un café”, renegó Wiston que se autonombró vendedor oficial del traspaso porque no había otro en los alrededores.
A duras penas, el pulseador tenía solo tres sombreros vendidos, pero nada mas, la gente se le arrimaba, preguntaba el precio y después se iban. “Me voy a quedar una hora más, si sigue así de malo mejor me voy para la casa”, dijo con algo de chicha por la pega de chorizo que le iba a quedar.