Si usted se topa a Michael Álvarez, actual alcalde de Paraíso de Cartago, en la calle, jamás se imaginaría su historia de vida.
Y es que vivió gran parte de su vida en el precario Llanos de Santa Lucía, en Paraíso, donde la pasó rudo, viviendo en la pobreza extrema.
“Nosotros llegamos por ahí del año 99-2000. Nosotros somos ocho hermanos, mi papá murió cuando yo tenía 11 años, entonces quedamos a cargo de mi mamá, una heroína”, nos contó en entrevista.
Pero no nos adelantemos, su historia en realidad inició en 1994, cuando el gobierno de José María Figueres cerró el Incofer, obligando a su familia --que vivía en una zona rural llamada Las Palmas de Turrialba--, a buscar mejores condiciones.
Esto los llevó a formar parte de la “Invasión de Llanos de Santa Lucía”, donde decenas de familias se mudaron al lugar.
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“A nosotros nos tocó pasar esa dura etapa de llegar a un lugar con un evidente estigma social muy pesado. No había energía eléctrica, no había agua, era mucha la inseguridad, la venta de drogas.
“El lote había que cuidarlo, alguien tenía que quedarse o se metía otra familia. Nosotros éramos bastantes, entonces era más complicado”, dijo entre risas, “Pero sí, vi personas defender su terrenito para que no se les metieran”, contó.
“Nosotros pasamos muchísimas necesidades, de una piña pan de cinco bollos, comíamos los nueve. Se partía a la mitad y medio bollito cada uno. De un huevo comíamos los nueve", recordó con dolor.
Incluso cuenta que ahora, cuando va caminando por la calle, la gente lo detiene para conversar de aquella época en la que jugaba bola sin zapatos.
A pesar de eso, según explicó, al venir de una zona rural su familia no estaba acostumbrada a los grandes lujos. Además, algunos de sus hermanos salían a trabajar, ayudando a sacar su familia adelante.
“Yo trabajaba cortando helechos y después me iba al Liceo Nocturno de Paraíso. Cuando quise ir a la universidad, lo cuento sin culpar a mi mamá, su respuesta fue: ‘No se puede, es muy caro. Usted tiene que seguir trabajando’“.
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Madre excepcional
Pero no la culpe, con el tiempo, Michael entendió que su madre, Eliza Quiros, estaba haciendo lo que podía.
“Imaginate en esas condiciones, se le muere el esposo y le quedan ocho hijos, ¡una mujer excepcional!“, la recordó con cariño.
Para sacar a su familia adelante, ella se partió el lomo en diversos oficios: trabajó el campo, en empresas de plantas ornamentales y hasta fue miscelánea en los parques industriales de Cartago.
“Ella nos inculcó que estudiáramos, que no nos metiéramos en problemas y, a pesar de que había mucha necesidad, siempre la teníamos a ella”.
Luz de esperanza
No obstante, su sueño de salir del precario y sacar una carrera no se quedó en el “no” de su mamá.
Nos contó que un día se armó de valor y fue a una panadería que estaba cerca de su casa. Cruzando la calle, había un teléfono público y llamó por cobrar a sus padrinos: Marcos Vinico y Lucrecia.
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Él era abogado y ella directora de una escuela, así que vivían un poco más acomodados.
“Me contestó mi madrina y le eché toda la llorada: ‘Que yo quería estudiar, pero que no me alcanzaba el primer cuatrimestre’. Y me dijo que no me podían ayudar, tenían otras necesidades”.
“Un día regresé a la panadería, quedaba un día para pagar la matrícula, y me dijeron que me había estado buscando un tal Marcos. Lo volví a llamar, le conté toda la historia y me dice: ‘Alístate, en tres horas paso por vos para ir a matricular’“.
Ese fue el inicio de su nueva vida. Gracias al empujón de su padrino y trabajando en nuevos medios tiempos, logró sacar adelante sus estudios.
“Los profesores y los compañeros me esperaban con café y con pan. Así me gané una beca por excelencia académica”.
“En el segundo cuatrimestre un profesor me ayudó a conseguir un trabajo estable, mi primer cheque fue de 153.000 colones, ¡era un platal!”, contó entre risas.
Lo interesante es que, a pesar de no venir de una familia con raíces politiqueras, siempre se ha sentido atraído por ese mundo.
Por ejemplo, en 1996 se convirtió en el primer presiente de la Escuela Santa Lucía. Luego fue síndico y, ahora, es el primer alcalde en la historia que sale de Llanos de Santa Lucía.
“Yo sé que mi mamá estaría orgullosísima, por eso no la puedo cag...“, concluyó riéndo.