A la cultura afrodescendiente le deben los católicos costarricenses la devoción a la Virgen de Los Ángeles. Esa es la pura verdad.
A eso hay que sumar, como sabemos, las deliciosas comidas, la música y sus coloridas vestimentas, entre mucho más.
El sacerdote e historiador Manuel Benavides Barquero sostiene eso de la devoción en su libro “Los negros y la Virgen de Los Ángeles”, en el cual hace un recorrido por la historia de la patrona de Costa Rica y su vínculo con los descendientes de africanos.
No es por casualidad que a la patrona se le llama La Negrita.
“Erróneamente el costarricense piensa que solo en Limón hubo negros y afrodescendientes y no, en el periodo de la Colonia (1575 a 1824) estuvieron por todo el país. Los de Limón son la segunda migración.
"La primera data desde la Conquista (1502-1575) y están en Guanacaste, Esparza, en todo el Valle Central y especialmente en La Puebla de los Pardos. Incluso, cuando piensan en los negros los asocian con Limón y con la esclavitud y los de la primera migración eran libres”, explicó Benavides.
El libro del sacerdote busca rescatar el legado que celebramos cada 31 de agosto, Día del Negro y de la Cultura Afrocostarricense desde el punto de vista de la fe religiosa.
“El libro aclara que la procedencia y los primeros hijos de la Virgen no fueron ni españoles, ni mestizos, ni indígenas, y prueba que son afrodescendientes. La Puebla de los Pardos y ella están íntimamente ligados porque se encontró (la imagen) entre ellos y se quedó entre ellos ahí donde está asentada la basílica”, explicó.
Cerca del templo
Benavides dice que una de las pruebas más claras de esa relación tiene que ver con los cementerios de antes.
“Se enterraba dentro y alrededor de la iglesia y en el templo de la Virgen solo se enterraba a negros y a mulatos libres. Esto se presentaba hasta un poquito más allá de la mitad del siglo dieciocho. Es un dato muy fuerte y evidente”, indicó.
Se sabe que cuando los pueblos católicos tienen un santo patrono van creando su identidad alrededor de este y eso pasó en La Puebla de los Pardos, los negros y los mulatos se fortalecieron en torno a La Negrita y muy temprano pelearon contra los españoles y les ganaron.
“Eso demuestra la fuerza que fueron tomando a mediados del siglo diecisiete y otra señal es que ellos cuidan a la Virgen y defienden sus bienes frente a los abusos de los españoles. Ella les da identidad y fuerza, al punto de que en 1662 pasaron de llamarse La Puebla de los Pardos a Puebla de la Reina de Los Ángeles.
"Además propagaron su devoción tanto dentro como fuera del país. (Ocurrió en León, Nicaragua), mediante el mulato de apellido Anqueta, que fue pidiendo ofrendas para ella en todo su viaje de regreso (a Costa Rica) a principios del siglo dieciocho”.
La pasada
El libro también rescata el papel de las fiestas de La Puebla de los Pardos y la pasada, que este año se celebra un día después de la celebración del Día del Negro.
“Hasta 1957 (en la pasada) iban delante de la Virgen personas disfrazadas de negros y mulatos, como la que la encontró y que monseñor Víctor Manuel Sanabria bautizó Juana Pereira, aunque no se sabe su nombre real. La fuente más antigua dice que era mulata”, comentó el sacerdote.
Añadió el cura que muchos devotos que no eran negros recurrían a una serie de acciones para pedirle favores a la Virgen.
“Era como una especie de promesa - penitencia. Trataban de parecerse a la mulata que la encontró para que la Virgen los escuchara mejor. Se pintaban la piel (brazos y cara) de negro con betún, por lo menos las fotos que hay de mediados del siglo veinte lo reflejan”, detalla el historiador.
Inicialmente, la pasada era el primer sábado de setiembre, ahora es el primer domingo.
El mestizaje de nuestro país hunde algunas de sus raíces en las fiestas de la cofradía, que se llevaban a cabo antes del 2 de agosto. Pero como que los participantes (hombres y mujeres) se excedían en las celebraciones y por eso el obispo pidió que movieran la imagen de la Negrita. Así nació la pasada.
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Blanqueamiento
Pese al mestizaje de la población nacional, muchos desconocen su origen afro porque en el siglo XIX en el país “blanquearon” nuestra historia para acercarnos a la cultura europea.
“Fue un plan político que logró que la gente perdiera esa memoria, lo que sumado al racismo de finales del siglo diecinueve (que extendió la idea que lo blanco era lo mejor) que los hizo avergonzarse de sus raíces africanas. Entonces todo el mundo ocultó esa parte de su historia”, explicó el autor.
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