Cuando a la mayoría de la gente se le habla de culebras de inmediato se le para la peluca.
Y decirle sobre agarrar una es como pegarles una patada en la espinilla.
El miedo a las sincejas es legendario, pero en la lista de quienes les huyen no está Rafael Porras Ruiz, un policía de 55 años que vive en Santiago de San Ramón y cuyo pasatiempo es atrapar culebras y ayudar a los demás a sacarlas de sus casas si llegan de visita.
En Moncho lo tienen bien identificado y cuando se llevan la sorpresa de ver alguna bichota en el patio o en una vivienda no dudan en pegarle la llamada. Eso es al mejor estilo de Simon Keyes, del programa de National Geographic Wild “Serpientes en la ciudad”.
Doña Cecilia Chavarría, vecina de Santiago de San Ramón, conoció a este valiente cuando le ayudó a sacar la primera de las tres sincejas que ha encontrado en su casa.
El oficial les quitó de la vista a bichotas de 1,5 metros, 2 metros y una de casi 4 metros de largo.
La primera vez doña Ceci no sabía a quién acudir y llamó a la delegación policial de San Ramón. Tuvo tanta suerte que la atendió el “cazaculebras”, quien le dijo que no se preocupara, él se hacía cargo del asunto.
“Son enormes y ese es el animal al que le tengo más miedo, los odio. También le tengo miedo al alacrán, al que le cogí susto después de que me picó cuando era niña”, confesó la señora.
Aprendió solito
Cuando le preguntamos a don Rafa cómo aprendió a atrapar esos bichos nos dijo que él solito empezó, nadie le dio bolados.
“Desde chiquillo las veía en los campos en Nandayure, Guanacaste, y aprendí a reconocerlas, pero fue realmente en San Ramón donde desarrollé este pasatiempo”, explicó.
Él llegó a San Ramón hace 33 años en busca de mejores oportunidades laborales y aprovechó que su papá, Carmelino Porras, se mudó a este cantón alajuelense para viajar junto a su esposa, Gladys Venegas.
Él la pulseó breteando en ferreterías, supermercados y cortando caña india. Hace 20 años ingresó a la Fuerza Pública, donde aumentaron sus capturas.
“Como crecí en el campo era normal ver las serpientes, no les tengo miedo, solo respeto y precaución. Fui probando de a poquitos y fui mejorando la técnica, ya he atrapado bastantes, tantas que hasta perdí la cuenta”, recordó.
Lo mejor de todo es que no las maltrata y después de atraparlas, las libera en zonas poco pobladas o las lleva a algún refugio.
“Ya uno conoce los lugares en San Ramón donde se pueden ir a dejar. Mucha gente me llama y me dice que tiene una culebrita en su casa y yo con gusto les ayudo”.
No son venenosas
Aunque su especialidad son las boas, las cuales no son venenosas, muchas son de gran tamaño y tienen mucha fuerza. No es comida de trompudo capturarlas.
Dice que durante todos estos años solo se ha llevado un susto. Fue cuando una se le enrolló en un brazo y no lo soltaba así que debió recurrir a un compañero para que lo ayudara.
“En una ocasión agarré una terciopelo (es venenosa) de metro y medio. Con el tiempo uno va agarrando mañas y sabe cómo hacer el trabajo”, confesó.
No se le hace difícil identificar qué tipo de serpiente es la que se le cruza en el camino (por color, forma de la cabeza, etc.). Por eso antes de actuar ya sabe si corre peligro de que lo muerda.
“La ciencia está en agarrarlas de la cabeza para evitar que me muerdan. Siempre busco lo que tenga a mano para atraparlas, ya sea una ramita con una horqueta y no uso ningún tipo de protección”, dijo.
Como ve lo que hace como un pasatiempo y por así decirlo, un deber, no le cobra a nadie por las capturas. Siempre lo hace pensando en el bienestar de la personas y del animal.
Don Rafa dice que de noche es más sencillo atraparlas porque se les encandila.
Gracias a su pasatiempo algunos ramonenses ya le llaman “el Culebrero”.
Su esposa y sus dos hijas, Tatiana y Karla Porras, ya se acostumbraron a convivir con las capturas de don Rafa, saben que lo hace por una buena causa.
Sin duda el Culebrero es un héroe para los poetas.