Viviana León Hernández recibió en cuestión de 15 días, dos noticias que sacudieron su mundo.
Ella se enteró que tenía cáncer de seno y de que estaba esperando a su segundo bebé.
Viviana aún no asimilaba la ruda situación a la que se enfrentaba, cuando los médicos que la atendían le dijeron que tenían que tomar la decisión de seguir adelante con el embarazo o interrumpirlo para dedicarse de lleno a la lucha contra el cáncer.
Ella decidió luchar por su vida y la de su hijo y no se equivocó. Ahora la valiente es libre de cáncer y vive feliz con su esposo, Jeffry Zelaya, su hija mayor Giuliana y Gabriel, el pequeño por el que luchó mientras le hizo frente a la enfermedad.
Esta sobreviviente revivió su proceso y dio su testimonio a La Teja para que otras mujeres que actualmente luchan por su vida vean que sí se puede salir adelante.
– ¿Cómo se dio cuenta que tenía cáncer de mama?
El 31 de julio del 2015, cuando tenía dos meses de haber dejado de darle de mamar a mi hija Giuliana, me hice el autoexamen y me toqué una pelotita en el seno izquierdo, por lo que decidí ir al ginecólogo a revisarme. Fui tranquila porque años atrás me habían quitado un quiste benigno y creí que era algo parecido, pero después de una biopsia me dijeron que tenía cáncer.
Cuando recibí la noticia sentí como si me hubiera ido en un hueco, pensé que mi chiquita que tenía solo un año y ocho meses se podía quedar sin mamá, lloré demasiado porque uno erróneamente relaciona la palabra cáncer con muerte.
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– ¿Cómo se dio cuenta del embarazo?
Una semana después de que me diagnosticaran, estaba más tranquila porque una tía que había sobrevivido a un cáncer de seno me dio fuerzas. Tenía un atraso en mi periodo, pero creía que era por el estrés que estaba pasando, sin embargo, mi mamá me convenció de hacerme una prueba de embarazo y salió positiva, tenía cinco semanas, en ese momento se me derrumbó todo.
– ¿Cómo empezó la lucha contra el cáncer?
A mí me encontraron el cáncer en un laboratorio privado y me remitieron al hospital San Juan de Dios, ahí varios médicos analizaron mi caso y luego de dos semanas de estudio me dieron varias opciones, la primera era que me practicara un aborto terapéutico. Sería mentir si dijera que no pensé en esa opción, pero le pedí a Dios sabiduría y le dije que si mi bebé moría sería porque Él quería llevárselo, pero no iba a abortar.
Cuando tenía diez semanas de embarazo me operaron para quitarme los dos senos y me dejaron tres días internada porque estaban esperando un aborto espontáneo, pero no pasó, mi bebé sobrevivió a la operación.
– ¿Recibió quimioterapia?
Sí claro, empecé con las sesiones cuando tenía 16 semanas de embarazo y fue un proceso muy fuerte. Yo vomitaba y me sentía terrible porque además de los achaques normales tenía los efectos secundarios de la quimio, pero sabía que tenía que estar fuerte por el bebé que esperaba. Varias veces fui a dar al hospital por tanto vomitar, pero luego se me pasaba.
Cada vez que me ponían la quimioterapia revisaban al bebé antes y después y siempre salió todo bien, él fue muy valiente.
– ¿Cómo fue el nacimiento de Gabriel?
Como a los siete meses y medio de embarazo suspendieron la quimio y cuando cumplí los ocho meses me hicieron una cesárea, gracias a Dios mi bebé nació sano. Después de unos días retomé las sesiones de tratamiento y luego recibí también radioterapia.
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– ¿Quiénes fueron su apoyo en esos tiempos tan difíciles?
Mi mamá y mi esposo, ellos fueron incondicionales y les estaré eternamente agradecida. Durante el proceso yo pensé que Jeffry ya no me iba a ver igual porque se me cayó el pelo, me quitaron los senos, entre otras cosas, pero siempre estuvo conmigo y me dijo que seguía viéndome bonita y amándome.
Cuando Gabriel era un bebé él me ayudaba en las noches cuando yo estaba cansada, si tenía que levantarse a darle de comer lo hacía, es un gran papá.
– ¿Cómo se siente ahora después de haber vencido el cáncer?
Feliz, siento que hice lo correcto al no abortar, yo hasta le digo a Gabriel que más bien la quimioterapia le dio superpoderes porque es muy inteligente.
Le digo de corazón a todas las mujeres que están luchando contra el cáncer que tengan una buena actitud porque eso es fundamental para que el tratamiento sea exitoso.