Mariana Figueroa es una joven de 16 años a la que le encantaba tomarse fotos para subirlas a sus redes, siempre quedaba lindísima luciendo su sonrisa y su larga cabellera color castaño, la cual cuidaba y planchaba para verla brillar.
De un momento a otro la jovencita desapareció de las redes, no volvió a subir fotos. Ella había recibido una noticia que hizo que se escondiera: tenía cáncer en un ovario y su cabello ya no estaba.
Pero el 5 de julio, Mariana publicó una sesión de fotos que la liberó, la volvió a mostrar a sus amigos con su misma sonrisa, pero más empoderada, más segura y dispuesta a comerse el mundo.
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En esa sesión de fotos mostró su calvita, la calvita que retrata su belleza, su fuerza y sus ganas de salir adelante.
Dar el ejemplo
Mariana siempre sufrió de un fuerte dolor de ovarios, el cual relacionaba con el período menstrual. También le dolían las piernas y la espalda, pero pensaba que todo era por lo mismo. En los exámenes médicos salía con las plaquetas bajas.
Fue en noviembre del año pasado cuando Mariana se percató que le salió una pelotita debajo del abdomen. Dos semanas después le había crecido tanto el estómago que parecía que tenía cinco meses de embarazo.
“Fui a la clínica y me enviaron una referencia de ultrasonido al hospital San Juan de Dios. Como me dieron la cita mucho tiempo después me hicieron el examen en clínica privada y salió un quiste gigante de veinte centímetros y otras masas sospechosas en el ovario derecho. Pasaron como dos semanas, me sentía muy mal, me internaron y me programaron una cirugía.
“Un día antes de la operación, el 8 de abril, la doctora le dijo a mi mamá que yo tenía cáncer y que después de la operación necesitaría recibir quimioterapia, que estábamos en el tiempo límite”, comentó la estudiante del CTP de Pavas.
Al principio Mariana no le dio importancia al diagnóstico porque “no aún lo creía".
La jovencita contó que a la primera sesión de quimioterapia llegó muy nerviosa, que le aplicaron como ocho bolsas de medicamento, pero la trataron muy bien y no le dolió. Sin embargo, en la noche ya comenzó a sufrir los efectos: mareos, náuseas y vómitos.
“Ahí comenzó la caída del cabello, que era lo que más temía. Por eso me fui alejando de las redes y llegué a un punto que le dije a mi mamá: ‘ya no quiero más quimio, así me voy a quedar, no voy a salir’ y cuando se me cayó el cabello dije que no saldría de la casa, que nadie me iba a ver”, comentó la muchacha, quien usó turbantes y se probó varias pelucas.
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A eso se le llama proceso de negación, por el cual pasan todos los pacientes en esta condición.
“El proceso de negación fue de una semana, lloré mucho, le pedí mucho a Dios que me diera fuerza, me dije que si yo había pasado situaciones peores en la vida (su papito murió hace algunos años) y las pude sobrellevar, que podía con esto y que me serviría a mí y a otras personas como ejemplo de valentía”, se dijo Mari.
Gran idea
En ese momento llegó para Mariana el proceso de aceptación, y para lograrlo llevó a cabo una estrategia muy particular: se hizo una sesión de fotos para derribar los estereotipos que la atormentaban.
“La sesión de fotos fue una idea mía. Mi mamá tiene una amiga fotógrafa y yo le dije que si podía hacerme una sesión con mi calvita y mi familia. Ella me dijo que sí. Yo lo quise porque fue un momento que recordaré más adelante como algo bueno, que me hizo crecer mucho como persona.
“Al inicio no estaba muy segura de compartir las fotos, pensaba qué iba a decir la gente, decía: “todo el mundo me vio con pelo y ahora soy otra”. Pero a final de cuentas dije “no importa, estoy bien, estoy sana”, aseguró.
A la sesión, la cual se realizó en un condominio en Grecia, la acompañaron su mamá, Verónica; su hermanito Matías y su prima Daniela.
Mariana se mandó a hacer una blusa con el símbolo del cáncer de ovario, que es un lazo celeste.
“Al ver las fotos sentí emoción y felicidad, pues me estaba aceptando tal y como soy. Al inicio me costó mucho, pero lo superé”, dijo Mari, quien recibió muchísimos comentarios positivos.
Mari dijo que el pelo para ella era “todo”, su personalidad y “lo que el mundo veía en ella”.
“Luego comprendí que es algo material, que la gente no me ve por eso sino por lo que soy. Ahora amo mi calvita, amo cuidarla y la chineo”, comentó la joven, quien reconoció el empujón que le dio asistir a charlas en el proyecto Daniel, donde compartió experiencias con otros chicos de su edad en su misma condición.
Mari ya terminó la quimioterapia. El 17 de julio tiene cita con la oncóloga para ver los resultados y confía en que los marcadores bajarán y el cáncer no volverá a su vida.
Liberación
Verónica Grossi, mamá de Mariana, considera esa sesión de fotos la liberación de su hija. Al principio pensó que usaría turbante, pero cuando se lo quitó se alegró.
“Ella me dijo: ‘mami esta soy yo, la nueva Mariana’. Me pareció un gran paso como parte de proceso, donde cambió a una actitud positiva, madura”, dijo Grossi.
Doña Verónica hizo un llamado a todas las mamás a estar pendientes de las alarmas que puedan ser síntomas de una grave enfermedad silenciosa, pues en el caso de su hija los doctores le dijeron al inicio que eran quistes, pero resultó ser un teratoma inmaduro grado tres.
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Excelente estrategia
Según la psicóloga de la Fundación Ross, Sussan Ortiz, la estrategia que llevó a cabo Mariana para afrontar la noticia fue excelente.
“Para afrontarlo primero hay que aceptarlo, muchas personas lo afrontan de una manera natural, otros requieren un empujoncito, ayuda psicológica y familiar.
"La estrategia utilizada por esta joven fue excelente, ayuda a muchas personas a no estigmatizar la enfermedad, es una imagen de que sí se puede, la vida continúa y eso es lo ideal que deberían hacer todos los pacientes. Hay que luchar, es un proceso largo, pero se puede sobrellevar”, aseguró.
La experta agregó que el proceso oncológico puede llevar nueve sesiones o extenderse. Y tiene seguimiento, después de la enfermedad se maneja a nivel emocional y físico para fortalecer la autoestima.
Ortiz hizo una lista de tips a nivel de psicológico para quienes afrontan una situación similar.
–Primero buscar asesoría en un lugar especializado. La fundación Ross atiende niños, adolescentes y adultos de manera gratuita sobre el tipo de cáncer que se padece, tratamiento y efectos y brinda asesoría en psicología, nutrición, fisioterapia, grupos de apoyo y préstamo de pelucas.
-Ya estando bien informados sigue el paso de asumir y aceptar. Al inicio del diagnóstico hay negación y bloqueos, pero se deben mantener abiertas las vías de comunicación.
-Prever los posibles efectos del tratamiento. No meterse en redes sociales para informarse porque hay mucha información falsa que afecta al paciente. “Lo que la mente se imagina es lo que el cuerpo va sintiendo, no necesariamente es un efecto de la quimioterapia, sino porque la persona tiene la predisposición de sufrir los efectos que leyó en Internet”, aseguró Ortiz.
-Llevar una dieta saludable según el tipo de cáncer, porque hay personas que se niegan a ciertos alimentos cuando no es requerido. Es importante contar con el apoyo de una nutricionista oncológica.
-Mantener un estilo de vida saludable en la medida de lo posible y seguir con su rutina. Tener cáncer no es sinónimo de estar en una cama, es muy importante el ejercicio.
-Los grupos de apoyo con familiares, pacientes y sobrevivientes son indispensables para derribar mitos. Los principales mitos que hay que derribar son: “recibo un diagnóstico de cáncer y me voy a morir”. A nivel de alimentación pensar que no se puede comer azúcar o carnes rojas y pensar que es un mal hereditario, cuando solo se presenta en de 5% a 10% de esta forma.
-Elaborar una estrategia individual para afrontar esta etapa, que incluya consejería, apoyo espiritual, actividades recreativas y técnicas de relajación.
-A los adolescentes y jóvenes la recomendación es la prevención, pues el cáncer se asocia a personas mayores. Esta población debe estar informada y hacerse autoexámenes para tratarse a tiempo.
Busque ayuda |
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Fundación Ross, búsquela en redes sociales o al teléfono: 2258-1148. Proyecto Daniel, búsquelo en redes sociales o al teléfono: 2227- 8371 |