Ana Francini González tiene 21 años y un niño de siete por el cual lucha cada día.
Pese a que fue madre con solo 14 años, Francini no se ha dejado vencer por los obstáculos y concluyó los estudios de bachiller en educación media e inició los universitarios en psicología.
Le contamos su historia en el Día Mundial de Prevención de Embarazo en la Adolescencia, que se conmemoró ayer.
Claro, Francini tuvo que poner sus estudios en pausa por la muerte del padre de su hijo, un hecho que ocurrió en enero de este año. Eso la obligó a buscar un trabajo con mayores ingresos que le permitiera hacer frente a las responsabilidades sin el apoyo económico que él le daba.
“Cuando quedé embarazada tenía trece años y estaba en sexto grado de la escuela. En ese momento, ni el padre de mi hijo ni yo teníamos conocimiento sobre los métodos anticonceptivos”, recordó la joven vecina de Parcelas, en Herradura de Garabito, Puntarenas.
Agrega que ser una adolescente madre tuvo varias consecuencias, como que ya no pudo estudiar o seguir con sus metas; pero en el 2017 se vinculó a proyectos como el Girasoles, que se desarrollaba en Garabito y que le ayudó con su confianza y sus habilidades para el empleo y nació una nueva Francini.
Ahora, lo que ha aprendido con la ayuda del Fondo para las Naciones Unidas trata de inculcárselo a su hijo Tairon para tratar de corregir situaciones que le cierren puertas en el futuro.
Si bien Costa Rica ha logrado reducir el número de nacimientos de madres adolescentes, falta mucho camino para que esas cifras estén algún día en cero.
En el 2000 nacieron 15.999 niños de madres adolescentes, en el 2020, la cifra bajó a 5.920 según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).