Hace casi cuatro años que a doña María Nelsy Valverde le quedó en blanco la memoria. Todos los recuerdos y las experiencias acumulados hasta entonces se esfumaron y prácticamente comenzó a vivir, por así decirlo, “desde cero.”
A Valverde, hoy de 62 años, le extirparon un tumor benigno del cerebro en agosto del 2015 en el Hospital Calderón Guardia. El tumor le cubría toda la frente y los dos hemisferios cerebrales.
Los médicos le advirtieron a la familia de doña Nelsy que la pérdida de memoria era uno de los riesgos que se corría con la cirugía. Otros eran que podía quedar ciega, en silla de ruedas o sin habla.
La pérdida de memoria fue la menos mala de las secuelas de la operación.
“Hubo un cambio radical, nos tuvimos que acoplar a su nuevo estilo de vida. Antes se podía conversar más con ella, ahora ni se le puede pedir que guarde un secreto. Mami cambió hasta el tono de voz” comenta su hija Nancy Mora.
“Mimi”, como le dicen cariñosamente los nietos, sabe que perdió la memoria, pero lo toma con calma. “Se me borró todo, el doctor me dijo que la memoria me quedó así”, dice esta vecina de San Rafael de Oreamuno de Cartago.
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Lagunas mentales los puso alerta
Alberto Mora está casado con María Nelsy desde hace 38 años. Cuenta que seis meses antes de detectarle la enfermedad a ella, él y sus hijos empezaron a notarle una pérdida importante de peso acompañada de lagunas mentales.
"Nunca le dieron dolores de cabeza, por eso nos costó tanto llegarle al diagnóstico. A veces hacía comentarios de algo que había pasado hacía mucho tiempo, pero lo contaba como si lo estuviera viviendo en ese momento”, explica don Alberto.
A doña María Nelsy le hicieron exámenes privados para ver qué pasaba. Al inicio le comentaron que la pérdida de peso se debía a que tenía hígado graso, pero como seguían los problemas le pagaron un TAC y se descubrió la presencia del tumor.
“Quince días antes de la cirugía nos dimos cuenta de lo que pasaba y nos preocupamos mucho porque el doctor nos dijo que había que operarla de urgencia”, añade el esposo.
Su hija Nancy explica que el tumor, llamado meningioma, era de unos seis centímetros y le cubría toda la parte frontal de la cabeza y ambos hemisferios, pero sobre todo el izquierdo.
“Los doctores no podían creer que no hubo síntomas. Antes de la operación nos explicaron las posibles secuelas y en realidad fue una cirugía muy compleja, tardó diez horas”, agregó Nancy.
Complicaciones
El retiro del tumor fue exitoso, pero a los dos días de salir del hospital tuvieron que internarla de nuevo. El agua del cerebro se le salía por la nariz y fue necesaria una segunda operación.
“Después de que le quitaron el tumor, notamos que decía muchas incoherencias, creía que estaba en la casa y constantemente nos pedía que les diéramos café a las enfermeras”, contó Alberto.
Conforme pasaban los días, la pérdida de la memoria era más evidente. Mientras estuvo en el hospital, hubo cuatro días en los que doña María Nelsy permaneció completamente callada y, por recomendación de los doctores, sus hijos le llevaron cubos para que jugara.
El estar tan desubicada provocó que doña Nelsy se tocara las heridas e intentara levantarse de la cama. La herida se le infeccionó y fue operada por tercera vez y fue cuando le quitaron una parte del cráneo debido a la cantidad de pus que tenía.
“Quedé con un hueco en la frente, era como una mollera de bebé”, explica “Mimi” tocándose la frente.
Permaneció 68 días hospitalizada y durante ese tiempo se contagió de meningitis.
“En el hospital a uno le pasa de todo”, asegura doña María Nelsy, cuya herida es similar a una diadema. Va de un lado a otro de la cabeza.
Con mente de niña
Al cabo de la tercera operación María Nelsy pudo volver a su casa, pero ya no era la misma. Sus seres queridos aseguran que dentro de ese cuerpo de señora vive una niña.
“Usted la ve y jamás se imagina lo que le pasó. Aprendió a cocinar nuevamente, aunque ahora ya no prepara cosas tan elaboradas como antes. Al inicio le escogía la ropa porque ella no analizaba si las prendas combinaban, escogía lo primero que veía”, dice Alberto.
También perdió la escritura. Si se le pide que escriba una palabra no lo puede hacer, pero si uno se la escribe, la puede copiar. Sí puede leer y contar y de vez en cuando cuenta monedas.
“Mami perdió el olfato, no tiene paladar y ahora come muy poco, porque no disfruta los alimentos. Antes era muy dulcera y le gustaban las hamburguesas y las papas fritas; ahora si salimos a comer no sabe qué pedir porque para ella la comida no tiene sabor”, cuenta Nancy.
Si ve una foto familiar, por ejemplo, reconoce a las personas, pero no sabe cuándo ni dónde fue tomada. A la gente cercana la reconoce, como a los hijos y a los nietos. Con eso no hay problema. Pero no recuerda las fechas en las que, por ejemplo, fallecieron su papá y un hermano.
Su hija dice que ahora su mamá vive más relajada, pero no expresa emociones. Cuesta mucho saber si algo la pone feliz o la molesta.
“Antes se desvivía por las visitas, ahora pasa que, por ejemplo, viene uno de mis hermanos y ella va y se acuesta, no le preocupa si hay alguien. Nos dice que se cansa mucho, es hasta más dormilona”, afirmó.
En el rostro de María Nelsy se nota su inocencia. Cuando juega con sus nietos hasta cuchichea, es de los momentos que disfruta muchísimo.
Ella sabe que en su vida han pasado muchas cosas, pero no las recuerda. Tampoco se muestra muy interesada por saber cómo vivía antes de la operación porque son momentos que no tiene en su memoria y para ella, comenzó a vivir nuevamente.
“El doctor me dijo que todo se me borró”, afirma. Pero ocurrió con los recuerdos anteriores a la cirugía, hasta los más lejanos como los de la infancia. Sí tiene memoria de lo que ha pasado después de la operación.
“Esto que le pasó no es nada en comparación con el panorama que nos dieron. Estamos muy agradecidos con Dios porque habla, camina y después de todo lo que ha pasado al final está bien”, señala Alberto.
Su familia cataloga lo ocurrido como un milagro. “Uno ve los milagros a través de los médicos y del personal del hospital, estamos muy agradecidos por tenerla con nosotros”, dice el esposo.