El espíritu navideño inunda los hogares de muchas familias en el país, pero en la de los Córdoba Bolaños se instala muy bien desde hace 15 años, cuando inició una tradición que, dicho sea de paso, es bastante costosa.
Don Marco y su esposa Rosa María decoran todo su hogar con coronas, lazos y el tradicional rojo y verde de esta época, pero en la cochera tienen un rincón, nada despreciable, para armar la villa navideña con la que dan un toque diferente a su casa.
Ahí, en mesas y tarimas colocan los más de 100 locales y juegos mecánicos que conforman la villa, al mejor estilo de las películas habituadas en un pueblito estadounidense amante de la Navidad.
Don Marco fue el que inició con esta afición, pero no le costó contagiar del espíritu a su esposa, que inmediatamente le encontró el gusto y ahora es ella la mente creativa detrás de cada montaje.
Cada año, aunque no compren ningún elemento nuevo, la forma en la que los colocan varía, para no repetir. Ellos le sacan fotos a cada montaje para asegurarse que no están repitiendo.
Además de los 100 establecimientos comerciales, se deben sumar unas 300 figuritas de habitantes, esquiadores y otros personajes que le dan vida a la hermosa villa.
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“Empezamos hace 15 años con esta afición, de poquito en poquito, pero cada vez son más caras las piezas, para que se haga una idea, actualmente rondan los ¢140.000 cada una, por lo que hay una buena inversión aquí plasmada”, contó doña Rosa María.
También nos contaron que muchas de las piezas que se les dañaron, las desecharon, porque no sabían que se podían arreglar, pero luego se unieron a un grupo de villas navideñas y ahí les pasaron el santo de que había un señor que se dedica a repararlas.
Ni lerdos, ni perezosos llevaron siete a reparar y hay otras siete esperando que les entreguen.
Uniformidad
Como este matrimonio no es el único con esta afinidad, hay al menos tres negocios que se encargaban de traer estos objetos.
Doña Rosa nos contó que, generalmente, los compraban en Price Smart, Cemaco y Muñoz y Nanne. Ellos cuidan que los muñequitos sean todos de la misma marca, para mntener una uniformidad del paisaje.
“Todos los hemos comprado en el país, solo hay dos que nos regaló un tío de mi nuera, al que le gustó nuestro pasatiempo y nos trajo dos de Charlie Brown”, recordó la vecina de Santo Domingo de Heredia.
Quien se dé un paseo por esta villa navideña se encontrará una fábrica de rompope, otra de chocolate, una rueda de Chicago, una tagada, el martillo, salones de baile, sillas voladoras, la presentación del Cascanueces, una fábrica de juguetes, barcos, una pescadería, un puesto de tiro al blanco, carruseles, un zoológico, una heladería y un muelle, entre muchísimos más.
Doña Rosa le incorporó un detalle especial que ella anhelaba: una pista de tren, pero como no consiguió uno que recorriera la enorme villa, diseñó una montaña de la cual bajan los esquiadores y por debajo pasa el bello trencito.
En riesgo
En el 2020 estuvo en riesgo la tradición, debido a que a doña Rosa le dio covid y estuvo luchando por su vida en una unidad de cuidados intensivos.
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“Pensamos que no sobreviviría, pero lo hizo y mantuvimos la tradición, sino no creo que lo habría logrado hacer sin ella”, confesó don Marco.
A más tardar el 15 de noviembre en esta familia domingueña se preparan para dejar la villa instalada, labor que les toma al menos día y medio, o dos días.
“Nosotros les decimos a nuestros hijos, ‘tal fecha vamos a ponerla’ y ellos saben que tienen que venir a ayudar”, comentó Bolaños.
Además de este hermoso paisaje, en este hogar domingueño tienen dos pasitos, uno de ellos adentro de la casa bien cuidado, porque es un regalo de la abuela de don Marco, Victoria García, y tiene más de 60 años.
El otro portal está en la cochera, muy cerca de la villa.
Doña Rosa, fiel a lo que le inculcó su tía, Catalina Bolaños, les ha enseñado a sus hijos mayores, Rosa Victoria y Marco Antonio, la tradición de colocar el portal en el piso y que sea regalado, para que Dios les repare su casa propia.
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El menor de sus hijos es José Andrés, quien a sus 22 años es más tecnológico y les diseñó todo un sistema para que puedan prender la villa con un control remoto y no tengan que ir uno por uno.