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(Video) La voz de Cristo salvó de la muerte a la dueña de la famosa soda Castro

Flor de María Castro fue víctima de tres asaltos, cáncer y meningitis, pero asegura que la voz de Cristo le dijo qué hacer

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Flor de María Castro asegura que escuchar la voz de Cristo le ha salvado la vida durante tres rudos asaltos.

Doña Flor de María Castro recordó los momentos en que una voz fuerte, de mando, le dio la instrucciones para salvarle la vida. (Shirley Sandí)

Ella es la dueña de la famosa soda Castro, ubicada sobre avenida 10 en San José, 250 metros este de la bomba La Castellana, la cual es reconocida por sus deliciosas ensaladas de frutas con gelatina y barquillos.

Doña Flor, a sus 78 años, está segura de que Jesús le habla y le ayuda a salir de situaciones extremas, de la misma muerte que le ha pasado de frente, y que lo hace porque ella cree profundamente en Él.

(Video) Dueña de la famosa soda Castro cuenta cómo es la voz que la ha salvado en momentos críticos

“Es una voz profunda, sonora, fuerte, de mando, de obedecer, pero es dulce a la vez. No tengo con qué compararlo porque no he escuchado algo similar”, comentó la comerciante, la cual ha salido ilesa de tres asaltos en su casa, además de padecer de cáncer y de meningitis. En todos estos duros momentos esa voz le dijo qué hacer y cómo actuar, aseguró.

Dos disparos

El primer asalto ocurrió un domingo de noviembre de 1973, en el cual hubo mucho movimiento en el negocio. Doña Flor y su esposo, Ovidio Rojas, salieron a las 10: 20 p.m. del local.

“Yo había dejado el carro en el fondo del parqueo, de camino al carro escuché una voz, no era la primera vez que la escuchaba, y cuando la oigo hago caso porque la conozco. Me dijo de una forma muy tajante, ‘deténgase, incline el rostro y pida la protección de los ángeles’. Sin pensarlo lo hice, pedí la protección sin imaginarme lo que me esperaba”, contó.

Al llegar a la casa, ubicada en barrio Naciones Unidas, San José, luego de pasar a comerse una sopa, unos malhechores los esperaban escondidos detrás de unos enormes árboles de laurel de la India, que doña Flor quería mucho porque llegaban muchos pericos a anidar.

“Cuando abrí el portón y el carro metió la trompa, yo sentí que se movió para todo lado y vi que tenía pedazos de vidrio por todas partes. Quebraron el vidrio de mi lado y se me clavaron en mi cuerpo. El hombre me dijo: “Entrégueme lo que trae, yo sé que usted viene con una suma de dinero grande en la cartera”. Yo le respondí que no llevaba una cantidad como la que decía”, recordó.

La Soda Castro se mantiene brindando su servicio desde 1949, en avenida 10. Foto: Rafael Pacheco (Rafael Pacheco Granados)

Lo curioso es que su padre, Abel Castro, fundador de la soda, unas horas antes le había dicho a doña Flor por teléfono que había dejado una cantidad fuerte de dinero guardada y que necesitaba que se la llevara para hacer unos pagos.

“A mí me extrañó que me pasara eso y que me pidieran esa fuerte cantidad de dinero. Yo había escondido esa plata en el repuesto del carro y en mi regazo solo llevaba mi cartera. El hombre insistía, yo le hablaba, mi esposo le gritaba. El hombre se puso tan nervioso que estripó el gatillo dos veces apuntando mi cabeza. Donde vio que el arma no le funcionó, jaló la cartera y se fue en una moto”, narró.

Doña Flor es cristiana y gusta del Salmo 91. (Shirley Sandí)

Luego encontraron en la entrada del garaje el magazine del revólver con todas las municiones del arma de 9 milímetros. Aparentemente el tipo no se dio cuenta que el magazine se le había caído, aunque personal del OIJ luego le aseguró que eso es casi imposible que pase desapercibido.

“Para mí eso lo hizo un ángel, porque él disparó con toda la seguridad de que me iba a matar. Yo no me mostré alterada en ese momento porque sabía en quien confiar. Fui librada más de una vez de cosas así”, dijo.

Un sábado de marzo del 2013 fue el segundo asalto, ocurrió a las 8: 30 de la noche.

Estaba doña Flor sola en su casa, en pijama, recostada viendo televisión y hablando por teléfono cuando escuchó un ruido extraño afuera.

Se fue despacio sin encender las luces y abrió un poquito la puerta principal que es de metal con vidrio.

En eso vio un hombre con capucha y con un revólver que había despedazado el portón de la entrada y le gritó que tirara el teléfono y abriera más.

“Yo reventé la puerta para cerrarla y me tiré al suelo. Cuando vi que no disparó y no escuché nada más, llamé a mi esposo y llegó a auxiliarme y a arreglar el portón”.

La Soda Castro de San José nunca ha sido asaltada. Foto: Rafael Pacheco (Rafael Pacheco Granados)

Curiosamente no pasó a más, el hombre se fue solo.

Pero el miércoles siguiente, a las 9 de la noche, doña María estaba de nuevo en su casa, escuchó otro gran escándalo, pero ya no era un solo hombre sino cuatro.

"Volvieron a dañar el portón principal, despedazaron la cerradura de la puerta del corredor, quebraron el vidrio de la puerta principal y yo vi la mano del hombre que quería abrir la cerradura, pero esa puerta tiene una llave de seguridad abajo y entonces no pudieron abrir.

"En ese momento volví a escuchar la voz que me habla cuando paso peligros y me dijo: “Váyase quedita, sin hacer bulla, coja el teléfono y métase en el garaje debajo del carro del lado del conductor”. Así lo hice mientras los hombres seguían intentando entrar a puro golpes con pata de chancho, pero no pudieron hacerle hueco. Yo llamé al 911 y llegó la Policía, pero ya los hombres se habían ido aunque dejaron tiradas la pata de chancho y otras cosas.

Doña Flor no se explica por qué los tipos no cumplieron su cometido y todo hace parecer que salen huyendo, como si vieran algo que los espanta.

Pero estos tres violentos episodios no son los únicos en los cuales doña Flor ha escuchado la fuerte voz.

En 1968 padeció meningitis (infección en el cerebro), de la cual salió sin secuelas, algo poco común.

En 1973 padeció cáncer, a raíz de una úlcera cauterizada que tenía en el vientre. Se puso tan mal que llegó a pesar 90 libras (poco más de 40 kilos).

En la soda está la foto don Abel Castro, fundador de la soda y padre de doña Flor. (Shirley Sandí)

Luego de varios tratamientos y de probar todas las opciones, fue a Panamá a retirar unos exámenes, pero antes de ir por ellos, en la habitación del hotel, doña Flor asegura que vio a Jesús.

Contó que la habitación se le iluminó como si se encendieran 100 luces led al mismo tiempo y en ese momento observó una figura de unos dos metros de alto, con el cuerpo perfecto, vistiendo un túnica blanca, con un cinturón, sandalias y cabello dorados.

Le dijo que era el Señor su Dios en quien había confiado y que venía a sanarla. Metió su mano en su vientre y la miró con amor, perdón, misericordia y protección.

Al día siguiente fue por los resultados de los exámenes y dieron negativo. De ahí a la fecha doña Flor no ha tenido problemas serios de salud.

Muchos favores

Esta comerciante asegura que no tiene con qué agradecer ni pagar tantos favores a Jesús.

Además de resguardar su vida del peligro, sostiene que su negocio no se ha visto afectado en gran manera con la crisis económica y que la gente sigue llegando a buscar las delicias que caracterizan a la heladería Castro.

Las colaboradoras de la soda tienen bastantes años de trabajar ahí. Por ejemplo doña Soraida Gutiérrez tiene 37 años laborando en la cocina.

Sostiene que tanto doña Flor como don Ovidio son excelentes personas y por eso Dios los guarda.

Doña Flor con sus colaboradoras, Soraida Gutiérrez, Vilma Poveda y Natalia Solís. (Shirley Sandí)

Shirley Sandí

Periodista egresada de la Universidad Latina de Costa Rica. Responsable de edición y alimentación web en La Teja y colaboradora en gestión de redes sociales. Editora de notas en Mesa de Radar, Grupo Nación.

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