No cualquiera cruza la barrera de los 100 años.
Ahorita en el país hay apenas 744 personas con 100 años o más, según datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Uno de estos robles es don Claudio Murillo Cabezas, más conocido como Cuyo, quien el domingo 16 de octubre celebró con un pachangón los 102 años. Él tiene un secreto especial para conservarse, se toma dos traguitos de whisky todos los días.
María Murillo, hija de don Claudio, contó que su papá esperó con mucha ilusión la fiesta y todavía sigue hablando de lo bien que la pasó ese día.
Ella nos contó que pese a la edad que tiene, el adulto mayor está muy sano, come de todo, camina poquitos y es muy alegre.
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“El cumpleaños de él fue ese propio domingo 16 de octubre, se lo celebramos con los hijos, los nietos, los biznietos, tataranietos y unos familiares que vinieron de Tilarán, de donde él es oriundo. Vinieron dos hermanas, una tiene cien años y la menor tiene 97. Hace dos meses murió el hermano mayor a los 103 años, son una familia muy longeva.
“Le hicimos una fiesta aquí en barrio San José de Alajuela, donde vivimos y le trajimos marimba porque para él eso no puede faltar y también una comparsa, estaba todo contento”, contó María.
Muy alegre
La mujer contó que su papá les ha confesado que cuando era un chiquillo le gustaba mucho bailar y que tuvo varias novias, pero ya luego cuando se casó con su gran amor, María Madrigal, se dedicó a su familia, tuvo doce hijos.
Aunque ya no puede bailar, sigue siendo un hombre muy alegre y revive todos los días historias de su juventud.
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“Nos pasa contando cosas, hay una historia que nos hace mucha gracia, es de una vez que se disfrazó de fantasma para asustar a dos muchachas muy tremendas que se iban a bailar en las noches, las esperó cerca de un puente que estaba por la casa de él y las sorprendió.
“Ya para ese momento mi papá estaba casado y las mujeres le contaron un día a mi mamá que les había salido una monja con un rosario, confundieron la sábana con el hábito de la monja. Después de eso las muchachas empezaron a ir a misa, entonces mi papá dice que las asustó y las compuso”, contó María entre risas.
Cuyo lleva una vida relajada, se levanta todos los días por ahí de las 7 u 8 de la mañana, su hija lo ayuda a bañarse y a vestirse y luego le sirve el desayuno, no le puede faltar el café.
En las mañanas se pone a ver tele un rato, luego se acuesta mientras espera el almuerzo y en las tardes también ve tele un rato para entretenerse, eso sí, siempre que puede se cuenta un par de chistes porque le gustan mucho. De vez en cuando lo llega a visitar alguien y se pega sus buenas conversadas.
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María dice que don Claudio come de todo, no pide gustos, pero hay algo que no le puede faltar, en eso es exigente.
“El trago de whisky no le puede faltar, uno con el almuerzo y otro en la cena, a veces está con dolor de cabeza y le digo que si le doy una pastilla no le puedo dar el trago y entonces me dice que ya se le está quitando el dolor, que mejor no le dé la pastilla, yo creo que ese trago es lo que le da vida”.
“La salud de él esta muy bien, apenas se toma una pastilla al día para que no retenga líquidos, pero solo eso”.
Muy chineado
María cuenta que al viejito lo cuidan mucho y en los últimos años cada cumpleaños le han hecho una fiesta porque a él le encantan.
Su mayor felicidad es ver a su familia reunida, por eso siempre hacen el esfuerzo para complacerlo.
Los hijos, nietos, biznietos y tataranietos de Cuyo esperan heredar de él su longevidad y también superar la teja así de bien como su ser querido.