La historia quiso que una jacobeña de nacimiento, Paola Umaña Arias, se convirtiera el pasado viernes 17 de febrero en la primera mujer en la historia del país en trabajar oficialmente con una plaza de guardavidas en una de nuestras hermosas playas, en este caso en Jacó, en el cantón de Garabito.
Pao, como le dicen los amigos, nació hace 33 años a 100 metros de donde está ahora el edificio de la muni. Aprendió a nadar en el mar de Jacó, en los ríos y piscinas de la zona. Es una nativa pura de Jacó por los cuatro costados.
Cuando tenía como 17 años se fue a vivir a Cartago, pero nunca dejó de seguir toda la realidad de su amado Jacó. Siempre le encantó cómo los guardavidas de la zona se entregaban por completo a ayudar a las personas, a darle cursos a niños para que aprendan a respetar el mar.
“Siempre tuve la ilusión de hacerme de la familia de los guardavidas, porque ellos son una familia muy unidad y eso me encantó. Yo amo el mar”, explica Pao.
Hace como año y medio ella volvió a Jacó y en esta ocasión no quiso desaprovechar el regreso para cumplir su sueño y comenzó a tocar puertas hasta que la invitaron a integrarse al programa de guardavidas voluntarios.
“Comencé el año pasado y ha sido una experiencia demasiado linda, logré confirmar que en verdad lo de ser guardavidas en una pasión que siempre llevé en mi corazón, también confirmé que los guardavidas son una linda familia porque me recibieron con mucho cariño y me han guiado de forma excelente”, nos cuenta Pao.
Poco a poco se fue afinando hasta que los jefes vieron que tenía toda la pasta y la disciplina para adueñarse de la primera plaza femenina oficial que abre la Municipalidad de Garabito en los guardavidas de Jacó.
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Dura experiencia
El viernes pasado todo fue alegría para Pao al cumplir su sueño y lograr un trabajito que ama; sin embargo, todavía tiene clavada en el corazón un gran dolor porque ella fue parte del equipo de guardavidas (ella como asistente) que en el último fin de semana de enero, hizo hasta lo imposible porque un grupo de muchachos que se estaba bañando y fueron arrastrados por la corrriente, salieran sin problemas, pero uno de los muchachos no pudo ser rescatado y apareció fallecido tres días después.
“Siempre se nos ahogó uno. Fue un momento muy duro, el equipo tuvo que dividirse porque al momento en que el primer grupo de muchachos fue arrastrado, otro grupo también presentó problemas dentro del agua. Hicimos hasta lo imposible.
“Todos quedamos muy impactados, muy tristes. Uno se conecta con los familiares y sufre con ellos. Ese día me sentí hasta culpable por no haber entrado al agua y hacer algo, pero es que yo no podía porque recién estaba llevando cursos y no tenía la capacitación adecuada. Me sentí impotente, quería como hacer magia y poder sacar al muchacho. Ese dolor me marcará para toda la vida”, explica la guardavidas.
El dolor que todavía siente lo usará como inyección positiva.
“Voy a darlo todo porque nunca más volvamos a vivir algo tan doloroso. Le voy a poner todas las ganas del mundo en cada rescate. No quiero que nunca más una familia sufra tan tremendo dolor”, agrega.
Alajueliteña nadadora
Una de las voluntarias es Carolina Chacón Jiménez, quien nació y se crió en Alajuelita, pero hace 5 años vive en Jacó. Ella tiene 36 años y aprendió a nadar, dice ella misma, ya grande, hace como unos 7 años en la piscina del Polideportivo de Hatillo, ahí donde está el BN Arenas.
“Amo el mar, pero siempre le anduve de larguito, con mucho respeto. Desde que llegué a Jacó, porque no los conocía, me creció una tremenda admiración por el trabajo de los guardavidas. Jacó es una playa diferente porque tiene vigilancia todo el día y eso me marcó, son un ejemplo de servicio.
“Después de la admiración me nació la curiosidad y comencé a acercarme a ellos y poco a poco, paso a paso, he ido avanzando en el voluntariado. Tengo un trabajo de tiempo completo de lunes a viernes por eso soy voluntaria solo los fines de semana, pero lo hago con todo el amor y toda la pasión del mundo porque para esto hay que tener pasión y vocación”, comenta Carolina.
Ya le ha tocado asistir en labores preventivas, hacer advertencias a la gente que se mete al mar para que salgan de ciertas zona o tengan cuidado, también, hacer recorridos preventivos, vigilando desde la torre en la playa que no haya un peligro y colaborando en la comunicación entre compañeros.
“Tengo poco tiempo de haberme hecho voluntaria y he logrado demostrarme que sí es mi pasión, que me encanta servirle a la gente. El objetivo a futuro es lograr todas las certificaciones necesarias para poder colaborar tanto adentro como fuera del mar”, agrega Caro.
Amor al mar
Otra voluntaria es la venezolana Adriana Fuentes Gómez, tiene 26 años y ama el mar desde que nació en isla Margarita, en Venezuela.
“Hace tres años y medio vivo en Jacó, no conocía nada de los guardavidas y cuando me di cuenta del trabajo que hacen les fui agarrando un cariño enorme. Me he contagiado del amor de los guardavidas por lo que hacen, por la gente, es un verdadero arte de colaboración a la comunidad y al país.
“Voy paso a paso, espero sacar todas las certificaciones, por los momentos colaboro en todo lo que puedo, ayudo, vigilo, resguardo y apoyo desde afuera del mar. Estoy llevando todos los cursos posibles y soy puntual los fines de semana en el voluntariado”, comenta la venezolana.
La tercera voluntaria es Melissa López, quien también es puntual en la colaboración que le hace a la comunidad jacobeña y es otra enamorada del mar y del servicio a las demás personas.
Muy capaces
El jefe de los guardavidas jacobeños, Marvin Chen, está muy contento de que Pao sea la primera guardavidas profesional del país y que en su equipo haya tres voluntarias con tanta pasión.
“Me ha tocado entrenar mujeres en diferentes países del mundo y estoy totalmente convencido que con buen entrenamiento son demasiado capaces como guardavidas. Paola viene a abrir un camino que yo espero usen muchas mujeres en el país para hacerse guardavidas.
“En mi caso, mi filosofía es que un guardavidas debe ser una persona muy social, carismática, muy llena de pasión por lo que hace y con grandes deseos de contagiar a otras personas así como ellas se contagiaron”, asegura Marvin.
El guardavidas jefe tiene una frase: “cualquiera puede ser guardavidas, siempre y cuando se capacite”. Su tremenda alegría por la llegada de Paola es porque, como él nos comenta, su mirada está puesta en el mediano y largo plazo y no solo en Jacó sino en todas las playas del país.
“Ver las mujeres tan involucradas y preocupadas por salvar las vidas de las personas en esta municipalidad de Garabito espero sirva de ejemplo para que otras mujeres se animen y otras municipalidades se animen.
“En el país no teníamos una mujer que se animara, ya lo hizo Paola y las otras tres compañeras del voluntariado. Lo ideal es que contagien y aquí lleguen más y otras toquen puertas en otras zonas del país”, espera Marvin.
Peligrosos “supermanes”
Una vez más, don Marvin nos dice con gran amargura que no logran ganar la batalla contra el licor en Jacó porque por más que advierten a las familias y grupos de amigos, siempre se sigue metiendo gente a nadar pasadita de tragos.
“Uno no termina de creer cómo una persona pasada de tragos cree que puede entrar al mar. Es algo extraño, se sienten como supermanes a los que no les pasará nada y es todo lo contrario, la persona tomada es un candidato casi fijo a que le peligre la vida porque se vuelven un blanco muy fácil de que el agua se los lleve”, advierte el guardavidas.