El fotógrafo y productor audiovisual mexicano Ricardo Azarcoya estuvo de visita en nuestro país por invitación del Centro Cultural Costarricense Norteamericano y compartió con los ticos algunos de los secretos que le han permitido llegar a dónde está hoy.
Entre muchas cosas, Azarcoya contó los secretos de cómo realizó uno de sus más recientes proyectos, el cual está por estrenarse en un máximo de dos meses en National Geographic, se trata de su trabajo “Sótano del barro”.
“Esta es la segunda cueva vertical más grande del mundo y trabajamos en ella para ayudar a evitar la extinción de un grupo de guacamayas endémicas mexicanas”, explicó el explorador.
Sin embargo, esta producción no fue nada fácil, trabajó por año y tres meses en campo y el primer día que subió, a los diez minutos de camino ya estaba reventado.
“A los diez minutos ese primer día sentí que se me estaban saliendo los pulmones y que el corazón se me iba a salir del pecho y sudaba como si hubiese hecho tres horas de aeróbicos. El recorrido total era de tres horas y media y yo solo estaba empezando”, recordó Ricardo.
Y es que no era jugando, para llegar al Sótano del barro se debe caminar 4,5 kilómetros a una inclinación de 24 grados. y después tuvo que colgarse de cuerdas para bajar a su interior, sin duda, le tocó arriesgar el pellejo para lograr las fotos.
Maravillado
El mexicano convivió con la comunidad indígena maya de los lacandones, fue otra de las experiencias que maravillaron al fotógrafo.
“Me encanta el contacto con la gente donde sea que vaya. Empiezo a recordar un lugar por cierto personaje, por lo que me enseñaron con su vivencia. Eso me pasó en la selva lacancona en México. Ese territorio está lleno de caoba, por lo que es la materia prima de todos sus muebles, una madera muy cara que uno no esperaría encontrar en medio de la selva”, explicó Azarcoya.
Incluso, le llamó la atención que a esta selva antes del internet llegó el Iphone, por lo que los lacandones compartían juegos, videos y fotos con los turistas.
Para ellos cada vez que cae un árbol en la tierra, en el cielo se apaga una estrella, por eso reforestan su selva porque quieren tener el cielo lleno de estrellas siempre.
La puerta de la Antártida en la que navegó junto a un milenario glaciar, ballenas y pingüinos, fue otro destino del mundo que exploró el azteca y que le dejó grandes recuerdos.
La Sierra Gorda Queretana, en su propia ciudad de nacimiento, la cual conoció mientras observaba el paisaje desde un mirador muy alto, también lo cautivó.
“Es difícil poner un lugar preferido porque cada uno tiene su magia. Estoy seguro que en Costa Rica algo me va a sorprender y voy a decir que es enigmático”, dijo Azarcoya.
Isla del Coco en la mira
Sobre qué le gustaría conocer de Costa Rica, el fotógrafo confesó que le recomendaron la Isla del Coco, por ser un lugar virgen, con tiburones y muchas otras especies, con suerte este pueda ser su próximo proyecto para Nat Geo.
“Me muero de ganas de regresar con mi cámara y tal vez un par de amigos, me encantaría tomarme de dos a tres meses para estar en Costa Rica y cruzar el país. Estoy seguro que hay mucho por descubrir y que me voy a sorprender. Recorrer desde la parte selvática, las playas, las comunidades locales indígenas”, adelantó.
LEA MÁS: Explorador de Nat Geo vino a motivar a los chiquitos