Leslie Brenes recibió en abril una noticia que fue golpe y le cambió la vida: a su hijo Aarón, de 7 añitos, le diagnosticaron un cáncer llamado linfoma de Hodgkin.
La madre cuenta que todo empezó con una fiebre que no se iba y entonces lo llevó al hospital de Niños varias veces. Al inicio creyeron que se trataba de una infección, pero como los antibióticos no le hacían nada le mandaron placas y en estas vieron unas masas en el estómago, el cuello y el pecho. De inmediato lo internaron.
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“Eso fue para Semana Santa, recuerdo que el martes un doctor me llamó aparte y me dijo que al día siguiente iba a operar a mi hijo y yo no entendía por qué. Me explicó que debía hacerle una biopsia para saber qué eran esas masas”.
Aarón estuvo internado quince días durante los cuales le hicieron un montón de exámenes --algunos dolorosos-- y el resultado de la biopsia fue que tenía cáncer en etapa tres de un máximo de cuatro.
“Cuando me dieron el diagnóstico sentí que me arrancaban la vida, uno automáticamente relaciona el cáncer con la muerte”, recordó Leslie.
Proceso duro
Inmediatamente después de recibir los resultados los médicos empezaron las sesiones de quimioterapia y dio inicio un proceso muy duro. El tratamiento era tan fuerte que Aarón la pasaba muy mal.
"Pasaba vomitando y con dolores, había días en los que le daba la madrugada sin dormir porque sentía dolor, yo le ponía pañitos de manzanilla para que viera que yo estaba ahí, con él, aunque sabía que eso no lo iba a aliviar. Yo sentía una impotencia terrible.
“Yo trataba de ser fuerte porque él me necesitaba así y porque tengo una hija de 17 años y también tenía que estar con ella, pero muchas veces me derrumbé. Mi mamá lloró conmigo, ella y toda mi familia siempre me han apoyado mucho en este proceso”, cuenta.
Debido a la quimioterapia a Aarón se le cayó el pelo y estuvo un tiempo sin poder caminar porque se le inflamaban mucho las articulaciones y estaba muy débil. Eso sí, él nunca se dio por vencido aunque, claro, tenía dudas.
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"Me preguntaba por qué se le caía el pelo, por qué ya no tenía cejas y yo no hallaba cómo explicarle el proceso que estaba viviendo. Gracias a Dios él siempre colaboró mucho, nunca dejó de comer y eso hizo que aguantara la quimio completa durante seis meses sin tener que volver a estar internado.
“Como a la mitad del tratamiento le hicieron un TAC y los doctores vieron que las masitas se habían reducido en un 51%, lo que quería decir que la quimioterapia estaba dando resultado, eso nos dio fuerzas a todos para seguir luchando”, contó la valiente mamá.
Leslie cuenta que ella habló varias veces con psicólogos del Hospital de Niños y recibió el consejo de vivir un día a la vez, sin mortificarse pensando qué pasaría mañana con la enfermedad de Aarón.
"El martes de esta semana él recibió su última sesión de quimio y precisamente porque vivimos el día a día quisimos celebrarlo. No sabemos si en el futuro tendrá que volver a recibir ese tratamiento, pero de momento este fue el último y por eso mi familia hizo una caravana para recogerlo en el hospital y llevarlo a la casa.
“Aarón estaba tan feliz que no se cambiaba por nadie, escuchaba los pitos y veía los carros con bombas y se sentía realmente vencedor porque de momento le va ganando al cáncer. Ese día, cuando llegó a la casa después de la quimio, por primera vez no vomitó. Eso demuestra que la felicidad también cura”, aseguró.
Otro reto
Aarón cumplirá 8 años el 20 de octubre y ese día empezará el tratamiento de radioterapia. Quienes conocen al niño le están pidiendo a Dios que los buenos resultados se mantengan.
"Yo veo a mi hijo ya con pelito, muy repuesto, está ya más rellenito y siento que está sano. Estoy agarrada de Dios porque en luchas como estas Él es el único que le da fuerzas a uno para sobrellevarla.
“He visto la mano y la misericordia de Él en este tiempo. Yo trabajaba en una sala de belleza y tuve que renunciar porque mi hijo no puede ni bañarse solito, me necesita para todo. El alquiler de la casa yo lo pago con rifas que hago y mi familia me ayuda con la comida”.
Leslie dice que le pide a Dios que, si es su voluntad, sane a Aarón porque lo que más desea en la vida es verlo crecer feliz.