La familia Flores Batres es un ejemplo de que a pesar de las cochinadillas y cochinadotas que vemos con frecuencia en las noticias, la honradez sigue muy viva en el país.
Les vamos a contar lo que hicieron estos pulseadores el lunes 12 de julio porque se trata de algo especial.
La familia atiende un puesto de venta de lotería electrónica y aquel día llegó una clienta a cambiar el premio que se había ganado con la lotto. Ella juraba que eran 10 mil colones y por esa platica fue, pero los Flores Batres la sacaron del error: ₵247,8 millones, no los humildes diez rojitos y un premio tan grande únicamente podía cambiarlo en la Junta (JPS).
La Junta informó aquel lunes “Una mujer de 24 años, vecina de Tibás se acercó a un punto de venta para cobrar esa suma (los 10 mil), pero, en el lugar, al revisar el tiquete, el vendedor le dio la noticia: era la ganadora del acumulado lotto sorteado ese día”.
Frente a la Municipalidad de San José, sobre avenida 10, en un local esquinero frente a la bomba de gasolina, está el restaurante Doña Juani, lugar donde se escribió esta historia de honestidad gracias a una familia con principios muy firmes en medio incluso de la crisis económica que trajo la pandemia.
Pulseadores
Sabiendo cómo estaba el asunto nos fuimos para donde doña Juani y ahí nos atendió la dueña.
“Vea usted, está llegando al mediodía y las mesas están peladas, no hay clientes, así ha estado esto desde que comenzó la pandemia. Ha sido muy duro, durísimo, pero aquí estamos, abriendo a diario de 6:30 de la mañana a 8 de la noche, sin parar porque todos los días se come”, fue lo primero que nos dijo doña Juanita Batres.
El restaurantico tiene un puesto de lotería electrónica como parte de esa fórmula de hacer varias cosas al mismo tiempo que han encontrado muchas familias para pulsearla bonito.
El pasado domingo, cuando abrieron para arrancar una jornada más, prendieron la cocina y encendieron la máquina para la venta de lotería.
De inmediato la máquina tiró un mensaje que decía que allí, en el local Doña Juani, fue vendido el lotto millonario.
“Vieras que uno siente algo extraño en el pecho, nosotros dijimos: ¿será que hay otro restaurante Juani en San José o seremos nosotros los que vendimos el acumulado? Fue ese mensaje el que nos puso alerta y alegres porque nos dimos cuenta de que habíamos repartido millones”, recordó doña Juani quien estaba con su hijo, Luis Flores Batres.
“Estamos muy contentos de haber vendido el acumulado del lotto. Es la primera vez que lo hacemos”, explicó Luis.
Honestidad
Después de hablar un poquitico, les hicimos la pregunta que todo el mundo quería hacerles: ¿Por qué si la persona llegó creyendo que se había ganado diez mil colones, ustedes no se los dieron y se dejaron el tiquete con la millonada?
La respuesta fue contundente: “En esta familia no hay una sola persona que sea capaz de hacer eso. No le voy a negar que nos hace falta el dinero, que debemos trabajar muy duro para ganarnos cada colón, pero eso no significa que nos vamos a poner a robar. Somos gente trabajadora que está acostumbrada a eso, a trabajar, no a robarle nada a nadie”, dijo doña Juani.
“Tenemos tres años con este negocio, todo venía bien, pulseándola, pero bien, hasta que llegó la pandemia y se nos trajo todo abajo. El restaurante tuvo que cerrar, nosotros no tenemos exprés así que los ingresos por el restaurante fueron durante mucho tiempo de cero colones”, añadió.
“¿Sabe qué evitó nuestra ruina? Esa maquinita que usted ve aquí, la lotería electrónica. Si no hubiese sido por las ventas de la electrónica, tres familias se hubiesen arruinado. Estamos muy agradecidos con la Junta de Protección Social por este puestico de electrónica, de aquí comimos en lo peor de la pandemia. La pandemia nos quitó la estabilidad económica, pero no la honestidad”, agregó Luis.
Y volvimos a preguntarles: ¿No se imaginan la tranquilidad económica que tendrían si se hubiesen dejado los millones?
“Jamás. Esa plata robada no es de Dios. Yo prefiero comer arrocito y frijoles, pero bien ganados. Somos gente transparente, honesta. Uno sabe que vendrán momentos duros, por eso no aflojamos, pero de ahí a buscar resolver los días difíciles robando, jamás”, agregó doña Juani.
En unos días les ponen el rótulo informando que ahí se vendió un acumulado de ₵247,800,000. “Sabemos que esos rotulitos jalan compradores, eso nos alegra. Ojalá logremos vender varios premios grandes y así servir para que mucha gente se haga millonaria”, concluye una muy feliz y honrada doña Juani.