Dicen que a las buenas personas, siempre les va bien.
Quizás es por eso que a Dota le ha ido tan bien con el coronavirus, pues los vecinos de ese hermoso cantón todavía mantienen una hermosa y solidaria tradición que es de hace añales.
Si usted se da un paseo por el centro del cantón, es probable que vea algunos sacos con verduras o frutas fuera de las casas, sin nadie que vigile la comidita ni le diga cuánto vale.
Pues resulta que es porque los productos no están a la venta, sino que los ponen ahí para que todo aquel que necesite algún chayotico, unos cuantos bananos, limones o cualquier fruto de la tierra, lo tome y continúe su camino.
Uno de los que tiene la linda maña es don Leonardo Chacón, alcalde del cantón, quien dice que probablemente lo aprendió por el ejemplo de sus padres, pues ni recuerda cómo adquirió la costumbre.
“Yo veía a mis padres que sacaban la sobreproducción de sus cosechas al frente de la casa. Esto surgió muchísimos años atrás, por ser un pueblo pequeño, todo mundo se conoce y lo hemos visto siempre como solidaridad y una oportunidad para que no se desperdicien los productos”, explicó don Leonardo.
En las aceras de la comunidad se encuentran chayotes, bananos, anonas, aguacates, mandarinas, granadillas, naranjilla ácida, limones ácidos o dulces, jocotes, elotes y la gente pasa y sabe que si necesita, coge lo necesario.
“Uno lo ve tan normal, pero creo que nació con el espíritu de solidaridad porque por bendición de Dios las cosechas son abundantes y en una familia no se van a comer todo de un solo, a lo sumo unos cuantos en un picadillo, pero le pueden salir dos o tres sacos de chayote y por eso se comparte”, contó el representante local.
Lo ven normal
Para los pobladores de Dota esto es muy normal y la gente tiene la confianza de pasar y agarrar un poquito.
Eso sí, a los que no están muy acostumbrados, porque están recién llegados al cantón, aún les da penilla agarrar así no más y hasta preguntan el precio.
“Es todo el cantón donde lo acostumbran, en la zona alta pasa y se encuentra un saco con zanahoria, coliflor, brócoli porque cosechan hortalizas. Creo que eso quedó desde cuando se practicaba el trueque y quedó como herencia”, agregó Chacón.
Tomás Chacón, oriundo de la hermosa zona, pero que actualmente vive en San José por motivos de estudio, asegura que como creció viendo eso lo veía como normal, pero que en situaciones como la que vive el país, ese tipo de gestos, marcan la diferencia.
“Una de las mayores ventajas de Dota es que saben hacer comunidad, gesto que ya se perdió en muchos lugares de Costa Rica”, contó Tomás.
Otro que no dejó perder la tradición es don Jorge Ureña, de 70 años.
“Ahorita acabo de guindar un racimo en el famoso alto (señal de tránsito que hay frente a su casa) para que la gente pase y se lo lleve. Es una herencia de mis padres. Antes se le daba a las visitas un puñito de frijoles, aguacates o lo que hubiese en la casa. Es una costumbre muy bonita”, explica don Jorge.
Ticos solidarios
La Teja conversó con el historiador Vladimir de la Cruz para ver si nos ayudaba a llegarle a la raíz de la tradición.
Don Vladimir dice que él también pone en práctica esta costumbre cuando los árboles de su patio producen limones ácidos y dulces, bananos y hasta chayotes.
“Yo no viví en el campo, pero conocí tradiciones parecidas de mi familia paterna que era oriunda de Guanacaste y la materna de Atenas, hacían sus cultivos domésticos y compartían con el vecino. En la ciudad eran más comunes los solares (patios más pequeños) donde la gente hacía huertas para su propia alimentación”, recordó de la Cruz.
Comentó que en el campo era muy común intercambiar productos o ayudarse.
“Si había un excedente de producto se le ofrecía al vecino o hasta se le preguntaba al vecino, si uno necesitaba”, contó don Vladimir.
Por su parte, el costumbrista Dionisio Cabal dice que esta era una costumbre que tenía todo el país, pero que por lo visto, muy pocas localidades la conservan.
Cabal recordó que el doctor Juan Elías Lara le contó como su papá acostumbraba, todos los sábados, repartirle arroz, frijoles, maíz y hasta azúcar a la gente en su casa, en el centro de Alajuela.