Allan Arce es de esos fanáticos de la Navidad que desde que llega noviembre vive su época favorita del año y no solamente por lo que significan las fiestas, sino porque tiene sus propias tradiciones.
Desde el 1 de noviembre, además de colocar los típicos adornos y árbol de Navidad, hace un espacio en su sala para abrir lo que es su propio parque de diversiones navideño, juegos mecánicos a escala que ha ido consiguiendo poco a poco con los años.
La mesa en la que pone todas las atracciones ya más bien se le está quedando corta, tiene 15 de todas formas y colores, el último que consiguió hasta tiene una temática de Halloween y de casa embrujada, pues según nos contó, todo parque de diversiones siempre tiene una.
La decoración no se queda ahí, en las afueras de su casa hay figuras e iluminación bastante grandes, que cualquiera que venga de lejos las distingue perfectamente, para que así todos se enteren de su pasión y hasta alegrar un poco el ambiente de su barrio.
Este domingueño además vive enamorado de su cantón, con tantas luces quienes andan por la clínica Hugo Fonseca Arce verán su casa diagonal a ese centro de salud.
“Desde que tengo uso de razón soy demasiado fanático de la Navidad, es un tema que me genera mucha ilusión”, nos comentó de primera entrada para dejarnos claro eso antes que nada.
“Esto es un fanatismo entre la Navidad y los juegos mecánicos, porque esa es otra de mis pasiones, me encantan estas cosas. Empecé con una ruedita Chicago y luego ya me antojé de otros y de otros. Veía otro más y decía, voy a comprarlo y así fui hasta que ya tengo 15″, explicó a La Teja.
Conforme compra más, más bien la cosa se ha vuelto más compleja, porque además que no son nada baratos, hay muchos que no se consiguen en el país, por lo que le ha tocado comprarlos afuera y hasta reparar algunos, pues no es solo tenerlos y listo.
“Tengo uno que se llama el Zinger que es la versión del Zipper por así decirlo, porque ya no existen, ya no los sacan, entonces un amigo me lo trajo de Estados Unidos dañado y él lo reparó porque es ingeniero electromecánico y luego me lo vendió, entonces a ese le tengo mucho cariño”, destacó.
En el parque tiene de todo, además del Zipper, están el Tren Fantasma y la Rueda Chicago, tiene carruseles, caballitos, montañas rusas, versiones de las sillas voladoras, la tagada y hasta el Sky Máster.
El rato para ponerlos es todo un ritual, ese día saca su buen rato para sacarlos a todos cuidadosamente de sus cajas, instalarlos, revisar que estén funcionado puras tejas y acomodarlos por dos meses, pues el parque cierra sus puertas después del Día de Reyes, es decir el 6 de enero.
Durante estos meses reconoce que el recibo de la luz se le dispara, pues le gusta mantenerlos encendidos, pero es un gasto que hace con gusto para darle más brillo a su casa en esta época.
“Entre diciembre y enero me sube el recibo, al menos, ¢25 mil más por mes y así lo mantengo hasta por ahí del 6 de enero que ya voy quitando todo poco a poco”, añadió.
Como toda colección, Allan quiere más, de más estilos por lo que siempre está atento a qué se puede comprar y hasta una nueva mesa para meter más.
“El plan es ese, ir comprando poco a poco, además que sí, necesitaría una nueva mesa para que quepa todo. Es una inversión que hago yo, yo vivo con mi padres, pero todo sale de mi bolsillo”.
Como decíamos, las compras no se limitan a lo que tiene adentro, sino que afuera tiene bastantes inflables, muñecos de nieve, renos y muchas, muchas luces alusivas a Santa.
Para alguien tan apasionado por la Navidad, nos despedimos haciéndole justamente esa pregunta, ¿Qué significa esta época para él a nivel personal?
“La Navidad para mí significa unión y tiempo en familia, para mí eso es todo, pasar el tiempo en familia es todo lo que quiero, es supervalioso, eso es lo que significa verdaderamente para mí, es mi mayor regalo”, reflexionó para finalizar.