Doña Flory Hernández Arriola, vecina y fundadora de Hatillo 6, es la costurera que hizo, mantiene y arregla, todos los trajes para las representaciones de las procesiones de Semana Santa en San José que organiza la municipalidad josefina de la mano con la Arquidiócesis.
Ya van como 19 años de estar a cargo de los trajes nuevos, de reparar los dañados, reponer algunos detalles que se pierden como túnicas y hacer los nuevos pedidos de último momento, como un cojín para una imagen de Jesús que estaba haciendo cuando la visitamos el pasado viernes.
Nació y vivió sus primeros años en Turrialba. Fue en tierras azucareras donde se enamoró de la costura. La mamá cosía, explica, por necesidad, para tenerle ropita a los 7 hijos, no fue de ella que encontró la pasión por la costura.
“Recuerdo que cuando tenía como unos siete años iba a ver a una indígena coser y ella me decía que si le barría todo el patio me prestaba la máquina de coser, así fue como poco a poco me enamoré de la costura”, nos contó doña Flory.
Todos los trajes que usted vea en las procesiones de Semana Santa en San José, todas las túnicas y mantos, fueron hechos en el tallercito de doña Flory en Hatillo 6. La primera vez que la muni y la iglesia católica se unieron para las procesiones dramatizadas con actores, se hicieron la gran mayoría de trajes, después ha sido asunto de irlos manteniendo, reponiendo los perdidos y reparando los dañados.
Festival de la Luz
“Antes de iniciar con la municipalidad de San José en las procesiones, ya estaba cosiendo lo del Festival de La Luz, desde que comenzó en 1996. Es que desde que inicié en la costura, gracias a una cubana, Hannia Rosales, me llamaron a reforzar en la hechura de los trajes para una obra en el Teatro Nacional. Después ya me quedé e hice y hago para el Teatro Nacional y el Melico Salazar”, recuerda.
Es católica y por eso su trabajo de Semana Santa, a pesar de que es mucho, no significa que gane platales porque ella lo ve como la oportunidad del año que tiene para agradecerle a Dios todo lo que le da.
“Por ejemplo, una iglesia de Hatillo 6 me pidió que le ayudara con el traje de una virgen, pues yo solo pido el material, no cobro la hechura, así le agradezco a Dios que es tan bueno conmigo. Cobro lo básico. Una Semana Santa no es para hacerme millonaria, es para agradecer porque en todo el año no me falta trabajo”, asegura.
“En general, es un trabajo muy parecido al que se hace para el teatro. Debe ser ropa fácil de vestir y que dure mucho porque cada traje no se hace para un año sino para varios.
“Debo comprender muy bien que quienes usan los trajes cambian de una Semana Santa a la otra, este año puede usar este traje una persona delgada y el otro año una más gruesita, por eso se ajustan con gacillas”, comenta.
Disfruta mucho
Le encanta ver las procesiones por televisión. Primero, porque es católica, segundo, le alegra mucho el corazón sentirse parte de las actividades que se hacen en honor a Jesucristo.
“Siento que sí aporto mi granito de arena, en verdad disfruto demasiado cada procesión”, dice.
Como la gran mayoría de trajes ya están hechos, las carreras no son demasiadas, pero sí son intensas porque algunos detalles aparecen de la noche a la mañana y eso significa que debe ponerle bonito a la costura.
No trabaja sola, tiene tres compañeras que le ayudan: Cristin Chaves, también de Hatillo 6; Patricia Morera de Hatillo 8, quien tiene 45 años de trabajar con ella, y Gladys López. Tiene 6 hijos y 5 nietos. Ninguno de sus hijos salió amante de la costura.
“A pesar de que están los trajes, siempre hay gran trabajo porque todo lo que se va a usar lo lavamos a mano, les ponemos detalles nuevos, les arreglamos lo que se rompe y los aplanchamos de arriba abajo.
“Es mucho lo que he hecho en trajes para Semana Santa, imagínese que solo en mantos hay como 300, capas como 120. Una lo hace con mucho amor porque, como le dije, es un lindo momento para agradecerle a Dios. Una siente que está cosiendo para Dios y eso es lindo”, concluyó.