Nacional

Vacuna anticovid: El gran regalo de la ciencia

Dr. Marco Vinicio Boza Hernández

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¡Hola! Soy la vacuna contra la covid-19 y tengo varios nombres, así que no me voy a presentar como lo hacen las personas, diciendo nombre y apellidos.

Hoy vine invitada por La Teja, que me escogió como el gran personaje de este año que termina, para contarles algunas cosas que me han parecido muy importantes.

Ustedes recuerdan que llegué a Costa Rica el 23 de diciembre del 2020 por la noche. Éramos 9.750 y un día después, como regalo de Navidad, ya estaban vacunando a los primeros ticos; así comenzamos esa gran lucha que mantiene el país contra el coronavirus.

La vacunación ha permitido mejorar el panorama de salud del país. Foto: Rafael Pacheco (Rafael Pacheco Granados)

Bueno, decían los abuelos del doctor Marco Vinicio Boza que el tiempo lo cura todo y que nada más hay que tener paciencia para ver cómo son las cosas en realidad.

Cuando aparece un problema nuevo, como esta caraja pandemia, muchos empiezan a escuchar con la mente muy despierta y a dar buenos consejos, pero no falta el sorompo que lo enreda todo y que en vez de ayudar lo que hace es generar malentendidos y disgustos.

Yo espero que los lectores de La Teja sean del primer grupo, de los que se ponen las pilas y confían en sus médicos, de los que tienen a todos los carajillos de la familia con el esquema obligatorio de vacunación completo, de los que los fines de semana disfrutan con la familia cuidándose y cuidando a los demás. Esa es la gente linda, la que me hace andar con la roja bien puesta.

De lo que quiero contarles, vieran que un día de estos estaba por ahí sentada haciendo cerebro y me sorprendió mucho ver el entusiasmo y la rapidez con la que la mayoría de los adultos mayores se han protegido utilizándome. Ya incluso están haciendo fila para ponerse la tercera dosis antes de que llegue la Nochebuena. ¡Eso sí es poder!

¿Ven?, es que no hay como la experiencia de los mayores; esos que han vivido un montón de cosas y que han tenido que lidiar contra un montón de problemas y han sabido buscar buenas soluciones en vez de quedarse como tontitos quejándose y poniendo cara de pobrecitos, esperando a que la vida les meta un riendazo para que se espabilen.

Me encantan las personas de la tercera edad. Y también me encantan los carajillos que aprenden cosas buenas de sus mayores, sobre todo cuando se les han dado buenos ejemplos y cuando les han enseñado a ser considerados y respetuosos. ¡Qué importante es el respeto entre las personas!

También han estado vacunando a los adolescentes en los ebáis y en las clínicas, y me tiene orgullosísima el entusiasmo con el que me buscan. Dicen los carajillos que es “muy fresa” estar vacunado y que la verdad es que el que no se vacuna es porque no puede o porque del corredor no pasa... ¿Será cierto?

Ninguna güila

¡Hace varios meses algunas personas se estaban quejando de que yo soy muy joven, muy tiernita y vieran que nada que ver!

Los que saben de esas cosas han publicado varias veces que la tecnología que permitió tener millones de vacunas en tiempo récord es algo inventado por los científicos hace más de 40 años, talvez un poco más.

Así que les pido que cuando hablen de mí tengan un poquito más de respeto, porque no están hablando de ninguna güila. Yo ya tengo rato de estar siendo estudiada y desarrollada, incluso en otros países están usando la misma tecnología para desarrollar vacunas con el cáncer, contra el sida, la malaria, el zika, el cáncer de próstata y el de mama.

De todas, la más exitosa he sido yo; soy la campeona contra el coronafurris, pero eso no quiere decir que la ciencia no vaya a encontrar soluciones contra esos otros problemas y muchos más.

Cuando a la gente le agarra la habladera, no hay forma de detenerla, pero lo que más me achanta es ver cómo algunos pocos prefieren ponerles cuidado a los necios y no a los profesionales que le han dedicado su vida entera a cuidar a las personas.

La tecnología con la que se creó la vacuna tiene más de 40 años de existir, por eso se diseñó tan pronto. Foto: AFP (FREDERIC J. BROWN/AFP)

Quiero decirles algo: yo no soy la solución para todos sus problemas, no soy la cura mágica contra el coronafurris. Yo soy un recurso desarrollado por la ciencia para evitar las formas graves de esa enfermedad, el covid-19. Yo he logrado que disminuyan los casos graves, los casos críticos que necesitan entrar a las Unidades de Cuidados Intensivos e incluso he disminuido la cantidad de muertos.

Ustedes tienen que haberlo notado. Ya varias veces, en fechas recientes, los ticos no hemos tenido que lamentar ninguna muerte por el covid.

Algunos trasnochados preguntan que entonces para qué vacunarse. ¿Diay, no quería pollo? Parece que no me han comprendido: la vacuna hace que la gente se enferme mucho menos, que sean menos contagiosos los que agarran el virus, que los que se enferman se recuperen más rápido y que mucho menos gente necesite ser internada en los hospitales.

Y, además, como postre, las personas bien vacunadas, y que se enferman feo porque les tocaba enfermarse feo, se mueren en un porcentaje muchísimo menor.

Vean, el que a esta altura de la vida siga creyendo que nada en el mundo puede tener efectos secundarios está muy mal informado. Hasta comer queque navideño puede ser malísimo para un diabético mal controlado y comerse unos chicharrones puede quebrarle las muelas a más de un descalcificado o provocarle una indigestión de campeonato.

¡Por supuesto que todos los medicamentos y las vacunas tenemos efectos secundarios!; algunos hasta pueden ser muy severos y hacer mucho daño, pero esa es una minoría de casos. A la mayoría de las personas la vacunación le cae muy bien, a la mayoría yo la protejo muchísimo y a la mayoría de las personas se les quitan en menos de dos días los efectos secundarios que les doy.

Mucha ayuda

¡Vean! —va de nuevo— las vacunas fuimos diseñadas para proteger a las personas y para que las enfermedades sean más leves o desaparezcan, como pasó con la viruela o con la polio. Eso no quita que una poquita gente sufra efectos muy incómodos y peligrosos, pero para eso los médicos tienen tratamientos buenísimos que hacen que esas personas se recuperen.

Para concluir esta visita, ¡cómo personaje del año de La Teja, papá; casi nada!, quiero pedirles que hagan un poco de memoria.

Hace un año teníamos miles de casos nuevos a pesar de que todos estaban usando la mascarilla y practicaban el lavado de manos, la distancia corporal y utilizaban el alcohol gel.

Fue cuando yo llegué, la vacuna contra covid-19, que las cosas empezaron a mejorar. La vacunación en Costa Rica sigue siendo exitosísima y he sido yo la que he hecho que las cosas mejoren cuando se me usa junto con los demás hábitos y protocolos de protección.

Evite que las celebraciones navideñas y de fin de año sirvan para propagar el coronavirus entre familiares, amigos y compañeros de trabajo
Mantenga las medidas sanitarias si se reúne en estas fechas navideñas. Foto: Shutterstock (Shutterstock/Shutterstock)

Durante esta Navidad hay que seguir cuidándose y cuidando a los demás. Deben seguir usando las mascarillas correctamente, hay que enseñarles a los carajillos a lavarse las manos como debe ser, a usar el alcohol en gel cuando no haya lavatorio cerca, a mantener las distancias en los sitios donde haya mucha gente.

En esta Navidad tenemos que demostrarle al mundo que cuando Costa Rica quiere, Costa Rica puede. Pero eso lo vamos a lograr si la gente me solicita, si se vacunan como debe ser.

Usar correctamente la mascarilla es buenísimo, pero cuando yo estoy presente, cuando la persona está vacunada, la mascarilla se hace poderosa.

¡Yo soy la vacuna contra la covid-19 y puedo hacer que tu vida sea mejor!

Nota personal

Cada uno en Costa Rica tiene derecho a tener sus propias opiniones y todos podemos creer en lo que más nos guste. Sin embargo, en el campo de la salud hay que hacer una clara distinción entre lo que se llama “medicina basada en la evidencia” y lo otro que algunas personas prefieren creer y que yo llamo “charlatanerías basadas en las ocurrencias”. ¡No son lo mismo! Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de escuchar, juzgar y tomar las mejores decisiones a partir de información científica de calidad.

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