El 28 de enero de 1932, hace 91 años, Ole Kirk Christiansen, nativo de Dinamarca, presentó la patente de lo que pronto se convirtió en uno de los juguetes más queridos de su país y, tiempo después, del mundo entero, el Lego.
Es por eso que todos los 28 de enero se celebra el Día Mundial del Lego.
Nosotros entendemos muy bien que la gran mayoría de ticos ha tenido en sus manos, jugado o regalado uno de estos juguetes, pero tal vez haya muchas personas que no tienen ni la menor idea de la historia de estos bloques que primero nacieron como tuquitos de madera y poco a poco fueron evolucionando al plástico.
Antes de que lograra una fama mundial como bloques plásticos de colores primarios que encajan perfectamente unos con otros, el camino fue largo y cargado de obstáculos.
Ole Kirk Christiansen nació en 1891. Fue el décimo de diez hermanos. La mamá de Ole, Kirstine, escribió en un diario parte de la historia de la familia y ahí describió a su hijo como “humilde, pero feliz, en la confianza de la misericordia de Dios”.
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El inventor del Lego creció en medio de una familia campesina y llena de fe evangélica. Con siete años era quien cuidaba las ovejas y vacas de la granja de su papá y también hacía otros trabajitos en las granjas vecinas para llevar más platica a la casa.
Poco a poco se fue metiendo como aprendiz de carpintero, ya que un hermano suyo abrió un taller en 1916. Se casó con Kristine Sorensen y tuvo cuatro hijos.
Una de las pruebas grandes de vida le llegó a los 33 años, cuando su taller de muebles finos se incendió completamente. Le costó mucho volver a empezar, pero lo logró y su taller iba puras tejas hasta que, en 1929, Dinamarca entró en una gran crisis nacional y la gente dejó de comprar muebles. Su esposa falleció repentinamente y entonces terminó quebrado y con cuatro hijos que mantener.
En medio de la crisis
Después de casarse otra vez, con Sofie (de 38 años) y ponerse al día con las deudas en las que se metió por haber reconstruido su taller, comenzó a pensar qué más podía hacer para mantener su hogar ya que nadie estaba comprando muebles finos.
Es así como se le ocurre la idea de dedicar el taller a hacer juguetes. Corría 1932. Ese fue el puro inicio de lo que después se convirtió en la fábrica de juguetes Lego. Al principio los hizo de madera porque era lo que dominaba perfectamente.
No fue sino hasta 1949 cuando los bloquecitos de madera pasaron a ser de plástico, lago que Ole siempre consideró en sus memorias como “un regalo de Dios”.
¿Todo perfecto?
Pero años antes, en 1942, vivió otra tragedia: “A las tres de la mañana (explica Ole en sus memorias) uno de los trabajadores del taller entra en mi casa y grita: ‘¡Se está quemando la fábrica!’. Esta noticia fue desgarradora. Me detuve por un momento para arrodillarme ante Dios. Repetí mi gratitud al Dios y eso me dio paz y tranquilidad”.
No se echó a morir, al contrario, con la ayuda de su familia y trabajadores, así como socios de negocios, volvió a reconstruir la fábrica e incluso la acondicionó para 40 empleados nuevos. Todas las mañanas él, junto con sus empleados, le rezaban a Dios. Ole siempre repartía un libro de los Salmos de La Biblia que tenían en la portada la palabra Lego.
Ya concentrado en la producción de los bloquecitos, Ole se dio cuenta que debía cambiarle el nombre a la empresa porque se llamaba “Billund Maskinsnedkeri” (Fábrica de Carpintería de Billund).
Lo que hizo fue organizar un concurso entre sus trabajadores. El ganador recibió una botella de vino y fue el propio Ole quien se decidió a mezclar dos palabras danesas LEG GODT (que significan jugar bien). Muchos años después Ole se dio cuenta que Lego en latín significa “yo armé”, pero es fue de pura casualidad.
El Lego tal y como lo conocemos hoy día se patentó en 1958. Ese mismo año falleció Ole de un paro cardíaco. Uno de sus hijos, Godtfred Christiansen, agarró la dirección de la compañía y es quien logra el éxito mundial.
En 1962, por primera vez, los bloquecitos de colores incluyeron unas llantas. En 1964 se incluyó el primer manual de construcción con la venta de legos y, el año del gran cambio, fue en 1975 cuando abrieron la primera oficina en Estados Unidos.