La semana pasada les contamos que 17 voces costarricenses estarán en Panamá y serán parte del Coro de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se realizará del 22 al 27 de enero próximo y donde estará el papa Francisco.
Habíamos repasado la historia del Coro Maná del Cielo de la parroquia de San Diego y hoy repasamos la historia de otras voces, y la bendición que ha significado para sus vidas.
Esta semana les hablaremos de María José Vicente Blanco, de 24 años, vecina de barrio Luján, quien no tuvo necesidad de ir a Panamá para audicionar y buscar un campo en el coro. Ella envió un video y fue así como la escogieron para ser parte del selecto coro mundial de 350 voces de la JMJ; también les contaremos la historia de Hazel Guillén, de 33 años, quien sí audicionó muy confiada de sus capacidades y logró su espacio.
“Para mí esta experiencia ha sido un milagro de Dios, cuando vi las audiciones solo me atreví. Ya yo había cantado con un coro y siempre he estado rodeada de música, así que dije, ¿por qué no?”, explicó María José, quien desde los 15 años canta en coros.
Aunque parecía más difícil que la pudieran aceptar al no estar físicamente en Panamá, ella está convencida que fue la mano de Dios la que le permitió estar presente aún en medio de las limitaciones.
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“Cuando llegó la aceptación no cabía de la felicidad y nervios, a una semana de viajar al primer ensayo no tenía la plata para el pasaje, entonces le dije a Dios ‘si esto es un servicio que quieres que haga por fa, ayúdame con este pasaje’”, recordó.
María José cree que la oración sincera le permitió en tres días tener los medios para conseguir el pasaje. “Creo que este proceso ha sido una lección de fe y vamos por más”.
Otro sueño cumplido.
Otra tica que fue seleccionada es Hazel Guillén Gutiérrez, quien canta en la parroquia Virgen de la Medalla Milagrosa de Cuatro Reinas de Tibas y tiene 18 años de integrar coros, para ella, la participación que le espera en Panamá es una bendición.
El caso de ella es diferente al de María José, porque sí tuvo que hacer audición en Panamá, logrando el mismo resultado, ser seleccionada entre miles de miles de concursantes.
“En medio de pruebas, Dios siempre se ha manifestado dándome la oportunidad de servirle y cantarle, muchas veces incluso con desánimo o sin fuerzas, pero no tengo duda que él hace nuevas todas las cosas; desde mi audición me bendijo con ángeles que me mantuvieron en pie hasta la fecha”.
Según Hazel, el saber que es Dios quien la tiene viviendo esta oportunidad pone sus ojos con lágrimas.
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“Solo él sabe lo que esto puede llenar nuestras vidas ante un mundo tan dañado y convulso. Puedo decir que los sueños pueden hacerse realidad, siempre y cuando estén dentro de la voluntad del Padre. Los motivo a nunca rendirse por imposible que parezca, siempre el amor de Dios se manifestará”, dijo Hazel.