En su tercera visita a Costa Rica, el español Leandro Gallar Carracedo vivió la que él considera la aventura más épica en nuestro país: salvó a un perezoso de morir ahogado.
El sábado 7 compartía con los amigos costarricenses con quienes se está quedando. Estaban relajados en el río Blanco, en Guápiles, y después de considerar que ya había tomado suficientes fotos de la naturaleza, Leandro se metió al agua para refrescarse.
Siempre le ha encantado subir a las piedras grandes de los ríos para ver desde arriba la zona en la que se encuentra. Pues aquel día, desde lo alto de una piedra vio un bulto pequeño que iba corriente abajo.
“De inmediato entendí que fuese lo que fuese ya estaba muerto porque no se movía para nada; de hecho, se iba golpeando con las piedras. Cuando el bulto pasó al frente de donde estaba pude distinguir que era un perezoso y confirmé, según yo, que estaba muerto porque seguía sin moverse.
“Un poquito más abajo del río observé cómo alguien intentaba sacar al perezoso, porque se dieron cuenta que movió un poquito la cabeza. Le arrimaban un palo para que se agarrara”.
Fue en ese momento cuando Leandro reaccionó: “No lo pensé dos veces y me fui directo a donde el perezoso”, explicó.
El español se dejó llevar por la fuerza del agua y cuando estuvo al lado del símbolo nacional, el animalito se soltó del palo del que se agarraba y se hundió en una parte algo profunda.
“Intenté agarrarle una pata, pero se me soltó, al mismo tiempo la corriente lo arrastró y entonces avancé rápido para adelantármele y poderlo sujetar, pero no pude, seguía hundido. Me comencé a sumergir tirando las manos a todos lados para ver si lo encontraba y en un momento toqué algo, lo agarré fuerte y lo subí sin saber realmente si era el perezoso.
“Tuve suerte y sí estaba sujetando al animalito. Lo levanté con todas mis fuerzas y con las dos manos y por suerte comenzó a moverse y a respirar… ¡Estaba vivo!”, recordó.
La corriente del río Blanco era fuerte y por eso el turista tuvo que agarrarse a unas piedras para no hundirse con el perezoso y así pudo sacarlo del agua.
Explica que como toda su vida ha sido un enamorado de la naturaleza, entendió de inmediato que debía devolver al perezoso a su ambiente, por eso a pocos segundos de haber salido ambos del río se fue a buscar un árbol.
“Con una tremenda fuerza, el perezoso se agarró de mis manos, sobre todo de mis muñecas, en verdad sentí que hasta me podía hacer daño, por eso incluso me moví más rápido y encontré el árbol. Subió unos cinco metros y creo que se sintió seguro a esa altura porque se acomodó y se puso a dormir. No era para menos, estaba muy cansado por lo que recién acababa de vivir. Yo me di media vuelta y me revisé las manos, tenía las marcas de las uñas, pero valió la pena”.
Volver, volver...
Leandro tiene 27 años y es de Barcelona. Es la tercera vez que está en Costa Rica, un país del que se enamoró por la naturaleza y la forma en que el país se esmera para conservar su tesoro verde.
Uno de sus sueño fue conocer un país tropical con muchos bosques. Tiquicia le pareció el más seguro de Centroamérica y en el 2015 comenzó aquí su romance con nuestra naturaleza.
En el 2017 regresó. Siempre que viene se queda un mes y este 2021 ingresó el 31 de julio y regresa a Barcelona el 27 de agosto.
La tercera visita la había planeado originalmente para el 2020, pero como a millones de personas en el mundo, la pandemia le cambió la vida y los proyectos y tuvo que esperar.
Lo positivo del año de atraso es que le permitió ahorrar y comprarse una muy buena cámara fotográfica, ahora anda por todo el país dándose gustos con la naturaleza, sobre todo con aves.
“Casi todo de Costa Rica me ha sorprendido, pero la magia como tal la he sentido en Monteverde, es el lugar que me impresionó todo desde que lo conocí, por eso siempre busco volver. Soy amante de la naturaleza y la respeto mucho, jamás busco acercarme demasiado a las especies”, dice.
Y ese es, sin duda, un consejo que todos podríamos seguir.
“De hecho, nunca antes aquí tuve un perezoso a menos de 300 metros de distancia, quería verlos, pero no se había dado la oportunidad. Uno no imagina que le tocará no solo verlo, sino tocarlo, salvarlo y regresarlo a su hábitat, es algo muy loco, lo más épico que me ha pasado y por eso creo que me voy a tatuar unas marcas en las muñecas como las que me dejó cuando lo rescaté. Será un recuerdo para toda mi vida”, concluyó.
Mientras está en suelo tico se queda en una casa en el puritico centro de Heredia, con doña Flora Víquez y Luis Hernández, una pareja que lo chinea al máximo y con quienes se pega sus buenas paseadas en las cuales siempre pide el plato tico que más le gusta: la carne mechada.
Guapileño feliz
Jorge Carballo Madrigal, el guapileño responsable de que el perezoso sea símbolo nacional, está más que feliz con Leandro por el rescate.
“Siempre es una buena noticia saber que un animal fue rescatado. Pero que haya sido un perezoso significa una doble alegría para uno. Bien por el animalito y por el turista que se vistió de héroe para rescatar al más reciente símbolo nacional.
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“Me alegra mucho que Leandro haya podido reconocer al perezoso. Esto, junto a su valor, fueron determinantes para salvarlo. Hay personas que todavía no lo conocen y posiblemente no lo habrían visto en una situación similar, o no hubiesen sabido cómo actuar. De ahí la importancia de concientizar, de educar sobre el perezoso y nuestra fauna: para poder protegerla mejor. Qué bueno saber que el cariño hacia los perezosos llegó a España, y que sirvió para salvar a uno de ellos”, dijo.
Alberto López, el gerente general del Instituto Costarricense de Turismo, dijo: “Ese es el turista que hace diferencia positiva. El que viene preocupado por proteger la flora y la fauna, que se identifica con las comunidades, que disfruta. Es una persona distinta. Alguien que llegue a un país y se preocupe por cuidarlo de esa forma está identificado con el modelo de desarrollo”.