La Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH) cuenta con un equipo muy especial integrado por Trisha Henry, Ericka Mejía y Daniela Bonilla.
Las tres son veinteañeras, solteras, muy esforzadas y apasionadas de su trabajo. Están destacadas en IBUX, la firma tecnológica de la ESPH.
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Muchos que las han visto en acción se han sorprendido porque no es usual toparse con mujeres en los postes o en grúas. Para ellas es normal y se desenvuelven con confianza.
Más de un curioso incluso se ha puesto a tomarles fotos con el celular para “registrar” la novedad.
En esta nota conoceremos a las tres.
Trisha Henry es vecina de Barva de Heredia, tiene 29 años y cinco años de trabajar en la ESPH; desde hace dos se desempeña en las alturas.
Ella se encarga de darles mantenimiento a las telecomunicaciones, instalar fibra óptica, cámaras municipales, comerciales y hasta en las cárceles.
“Antes trabajaba atendiendo llamadas, los clientes me reportaban cuando tenían problemas con algún servicio de telecomunicaciones y los compañeros iban a repararlo. Un día salió un concurso para un puesto dando soporte en la calle y participé, quería hacer cosas nuevas y me animé”, explica.
“No estaba acostumbrada a las alturas, pasé de trabajar todo el día sentada a estar subida en escaleras y grúas y a enfrentarme al sol, la lluvia, el viento, a tener que almorzar tarde porque me mandan a hacer algún trabajo.
“Ahorita ya no ando tanto en las alturas porque estoy enfocada en el contacto con el cliente. Cuando necesita la instalación de una cámara o algo así, yo soy el enlace; sin embargo, a veces me toca subirme en algún lado para hacer un trabajo”, agregó.
Trisha dice que pese al riesgo, su familia siempre la ha respaldado.
“Cuando empecé en este nuevo puesto, mi mamá siempre me decía que tuviera cuidado, que me amarrara bien, pero siempre me apoyó, por dicha”.
Ella está en la universidad y estudia ingeniería industrial, también está aprendiendo inglés.
Lo que más disfruta de su trabajo es lo relacionado con las cámaras de seguridad, configurarlas, repararlas y trabajar con el “sofware”; la parte que le parece menos atractiva son los gabinetes, que son como unos “clósets” que hay cerca de los postes de luz en los que hay baterías, UPS, “switches”, entre otros aparatos, que deben ser configurados para que todo funcione como debe ser.
“Hay gente a la que le gusta este tipo de trabajo, pero no se atreve. Yo les digo que los límites se los pone uno mismo. Hay que hacer lo que a uno le gusta sin importar lo que digan los demás”, aseguró.
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Adiós al temor
Ericka Mejía, de 24 años, da mantenimiento a las telecomunicaciones, instala cámaras, pone fibra óptica y configura “switches”, entre otras tareas.
Ella vive en Alajuela y salió de un colegio técnico, hizo la práctica profesional en la ESPH y cuando tuvo la oportunidad de entrar a trabajar a la empresa, no lo pensó dos veces.
“Tengo ocho meses de estar contratada, yo sabía a lo que iba porque ya había trabajado ahí; aun así al principio fue complicado. Cuando me subía a los postes, sobre todo a los más delgados, que no son de concreto, me daba miedo soltarme; al principio trabajaba con una sola mano para estar agarrada con la otra, pero mis compañeros me dijeron que no podía trabajar así, que debía confiar en el arnés de seguridad y trabajar con las dos manos. Y de verdad, fui superando eso y ya trabajo en paz.
“Disfruto mucho lo que hago y mi familia está feliz porque estoy en lo que me gusta, lo único que me dicen siempre es que me amarre bien y tenga mucho cuidado cuando me subo en algún lado, pero me apoyan”, relató.
Lo que más disfruta la joven alajuelense es el temas de la instalación, configuración y mantenimiento de las cámaras de seguridad. Le atrae el reto de conectarlas a los gabinetes, proceso que por cada cámara puede tardar unas tres horas.
“Hasta el momento no me he llevado ningún susto por dicha, si me ha pasado que estoy en un poste y empieza a llover y tengo que terminar rápido para bajarme. También he estado trabajando en las alturas cuando hace mucho viento y tiene uno que tener mucho cuidado, aunque si el arnés está bien amarrado no tiene porqué pasar nada malo.
“También tengo experiencias vacilonas, a veces cuando la gente lo ve a uno que se va a subir a un porte le piden que por favor no corte la luz, pero yo no tengo nada que ver con eso, lo mío es telecomunicaciones”, narró.
La pasión que Ericka siente por su trabajo es tan grande que ahorita está estudiando Ingeniería en Telecomunicaciones porque quiere especializarse y aportar cada vez más con su labor.
“Uno tiene que atreverse a hacer lo que le gusta, poco a poco se va perdiendo el miedo, eso sí, hay que ir despacio, no apresurarse, subir un escalón a la vez”, aseguró.
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Geógrafa en las alturas
Daniela Bonilla tiene 26 años, es geógrafa y aunque jamás imaginó que la vida la llevaría a trabajar en las alturas, lo disfruta montones.
Se unió a la ESPH hace seis meses y su labor consiste en hacer y actualizar mapas para que cuando sus compañeros van a dar mantenimiento o a instalar equipos tengan una idea de lo que enfrentarán y sepan qué herramientas van a necesitar.
“Nunca esperé llegar a trabajar en esto, es la rama de la Geografía que menos conocía y que menos me interesaba,. No sabía nada, pero en estos seis meses he aprendido demasiado
“En esta área trabajamos tres chicas y como diecisiete varones, ellos nos chinean mucho y nos han tenido mucha paciencia a la hora de explicarnos y capacitarnos. Eso hace que en el trabajo tengamos un ambiente laboral muy especial y ameno”.
Daniela es zurda y eso aveces le complica un poco las cosas porque, por lo general, las personas que la capacitan son derechas.
“A todos nos da miedo empezar un trabajo así, lo más importante es ser prudente desde que uno se va a subir a la escalera, enganchar bien el arnés es fundamental para evitar accidentes. Me ha pasado que mis compañeros me explican cómo hacer algo, pero cuando yo voy a hacerlo me cuesta porque soy zurda y entonces lo hago al revés, pero de alguna manera uno se adapta y aprende”, contó.
Ella nació en Buenos Aires de Puntarenas, se pasó a Heredia a estudiar y se quedó.
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Cuando la contrataron en la ESPH le contó a la mamá y a la hermana y ambas se pusieron muy contentas, pero nunca pensaron que Daniela tendría que andar en las alturas.
“Tiempo después de que me contrataran le mandé una foto a mi mamá desde un poste y se asustó toda, me preguntó qué era lo que hacía yo, entonces ya le expliqué; desde ahí, a cada rato ella y mi hermana me dicen que me cuide mucho porque no quieren que yo quede negra en un poste”, contó entre risas.
La puntarenense cuenta que le han pasado cosas mientras trabaja que le hacen mucha gracia.
“La gente pasa por abajo y vuelve a verlo a uno y se sorprende cuando ve a una mujer, uno los escucha y hasta de vez en cuando sacan el celular para tomar fotos: ‘vea qué mujer tan valiente’, ‘casi nunca se ve una mujer en un poste’; cosas así son las que dicen.
“Si ya de por sí la Geografía es una carrera que estudian más los hombres, el tener un trabajo como el mío es todavía más raro en una mujer, pero en realidad una profesión o un trabajo no tienen género y uno tiene que hacer lo que lo haga sentir bien sin importar lo que piensen los demás”, expresó.