Sobrevivió doce días al paso por la peligrosísima selva del Darién, entre Panamá y Colombia, y ya casi cumple un año desde que llegó a Tiquicia, luego de la aventura que tuvo junto con un grupo de ocho jóvenes migrantes venezolanos.
Ellos lo trajeron desde su país, lo que lo convirtió en un caminante más, pero de cuatro patas.
Los muchachos siguieron después su camino hacia Estados Unidos, mientras que su mascota encontró en Costa Rica una amiga que lo protegió desde el momento en que lo conoció, en las calles de San José.
Esta es la historia de Nerón, el perro venezolano, o mejor dicho, el zaguatito chamo que hoy busca una familia que lo reciba, para finalmente sentirse como en casa, luego de resistir semejante hazaña y superar un camino que muchas personas no logran completar.
Súmele a su proeza perruna que apenas tenía siete meses de nacido cuando cruzó la frontera sur de Paso Canoas. Era tan solo un cachorrito en ese trayecto con ríos cuya corriente arrastra al más fuerte, más los barreales y aguaceros que forman parte del escenario del Tapón del Darién.
Muy enfermo
Este perrito tan carga llegó a San José muy malito de salud. Venía con fiebre, completamente deshidratado y con una gastroenteritis fatal. Estuvo una semana internado, con las patitas muy adoloridas, muestra del extenso camino.
Así lo relata Ana Tamsut, quien se encontró a Nerón mientras ayudaba a sus compatriotas que dormían alrededor de la terminal de buses 7-10, en el capitalino Paso de la Vaca.
“Veo el perrito y como rescatista loca que soy, les pedí que me lo dieran y no quisieron. Les dejé mi número de teléfono. A los dos días me llamaron porque estaba muy decaído y lo llevamos a la veterinaria”, explicó Ana.
Fue en aquellas circunstancias tan desgarradoras que le tocó conocer a un perro que califica como extremadamente dulce y fiel.
“Me lo dejé par de semanas hasta su recuperación, se los entregué con las vacunas y los medicamentos, pero ellos lavaban carros para ganarse algo de plata y tenían al perrito en un semáforo. Ahí lo golpeó una moto”, recuerda Ana.
Los jóvenes venezolados la llamaron de nuevo para que los ayudara. Ella corrió, otra vez, a la veterinaria. Salvada que el golpe fue leve, por lo que Nerón superó un sustote más.
“Ellos hablaban ya de llevárselo a México y les comenté que mejor no porque ahí estaban durmiendo los perros porque no podían pasar hacia Estados Unidos”.
Así comenzó el capítulo de ternura y cariño entre la rescatista y el perro chamo, pues uno de los muchachos permitió que se lo dejara, con la condición de que cuando él llegara a suelo gringo harían los trámites para que se los mandara.
“No he sabido más de él desde ese momento”, confiesa Ana.
Todo eso ocurrió en setiembre anterior, por lo que este amigo peludo, de mirada tierna y encantadora, está a días de cumplir un año en nuestro país.
Atrás quedó el recuerdo de caminar largas distancias o venir metido en un bolso donde lo cargaban cuando los muchachos tenían que cruzar un río o pasar en medio del barro hasta la cintura.
Así también quedó en el olvido el nombre que le pusieron los venezolanos, quienes lo habían bautizado como Byron José, al mejor estilo de un galán de telenovela venezolana.
Familia para Nerón
Desde mayo anterior, Ana contactó a Mauricio y Desireé Ferreto, quienes habían adoptado un perro que ella rescató. Ellos dieron el sí a la propuesta de recibir a Nerón durante algunos meses, como casa cuna en Heredia.
En las últimas semanas, la rescatista junto con la Asociación Voluntarios de Corazón buscan una familia que lo adopte. Llevan tres intentos sin resultados positivos.
“El caso de Nerón nos impactó mucho, por el tema de los migrantes, todas las cosas que sufren y también se traen con ellos a los perros. Debemos tener empatía con esas personas y sus animales”, expresa Johana Picado Galler, representante legal de la asociación que ha ayudado a Nerón.
“Venía muy enfermo, seguramente por un parásito que obtuvo de la selva el Darién. Nosotros apoyamos en su internamiento por medio de donaciones y a su ubicación por medio de las redes sociales”, comenta.
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Aunque promocionan a más no poder la adopción de este perrito, aún no lo logran. Por eso, buscan que más personas lo conozcan para que finalmente alguien le abra la puerta de su casa.
“Quien lo haga va a tener un perro para toda la vida, que lo va a cuidar fielmente”, dice su rescatista Ana con total seguridad.
Terminamos la entrevista con la ilusión de que ese momento llegará pronto. Ojalá que la próxima conversación sea para contarnos que Nerón ya tiene una familia tica.
Las personas interesadas en adoptar al perro chamo pueden contactar a su rescatista, Ana Tamsut, al teléfono 7018-8291 ó al 8795-2401, de la Asociación Voluntarios de Corazón. Los requisitos para quedarse con Nerón son: contar con casa propia, firmar un contrato de adopción y mandar fotos mensuales del perro, así como dar permiso para visitarlo y una entrevista previa con la posible familia adoptante.
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