Los filones de cisternas fuera de los planteles de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) se mantendrán durante esta semana hasta que entre a regir el garrotazo en el precio de los combustibles.
Según la aprobación de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), en cuanto salga publicado La Gaceta, el litro de gasolina súper costará ¢909, el de regular ¢889 y el de diésel ¢845.
Estos precios históricos motivan a los choferes a llenar los tanques antes de que entre en vigencia el aumentazo para, al menos, sentir un respiro en el bolsillo.
La Teja visitó el plantel de Recope en Ochomogo de Cartago para conversar con algunos de los transportistas que hacían fila.
“Vengo preparado psicológicamente hasta para dormir aquí si tengo que hacerlo”, dio Walter Solís, transportista con 30 años de experiencia.
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Debido al tamaño de los camiones, las filas eran de hasta tres kilómetros en las afueras del plantel.
“Yo no pude cargar el sábado el segundo viaje porque cerraron a las dos de la tarde, entonces dejé el camión haciendo fila y me vine hoy a las siete de la mañana, cuando abrieron los portones, para avanzar. En tiempos normales, hago entre tres y cuatro viajes al día”, explicó Edwin Gómez
Solís también nos comentó que cuando les toca esperar afuera por más de un día, mandan a pedir comida exprés y con el baño no hay problema porque en el plantel tienen disponibles para ellos.
Toca cuando hay alzas
Los transportistas afirmaron que cada cierto tiempo les toca comerse esos filones, sobre todo cuando están en camino aumentos en los combustibles porque sube la demanda en las gasolineras y les mandan a pedir para tener las bombas bien abastecidas.
Luis Hidalgo, otro de los transportistas con el que hablamos, madrugó este lunes y llegó a hacer fila con el camión a las 4:30 a.m. Cuando conversamos, a las 11:30 a.m., nos contó que solo había avanzado 500 metros. Se salva que le toca el viaje de descarga cerquita, en la bomba Trova, en Zapote, así que no tardaría mucho en ir y regresar a la fila.
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Según lo que nos contó Walter Solís, se llevan unos 40 minutos cargando el combustible (la mayoría de los camiones que vimos tenían capacidad, en promedio, para 30.000 litros en promedio). La descarga es más rápida, de una media hora.
A Raymond Solano también le tocó armarse de paciencia este lunes.
“Tuve que ir a descargar con otro camión a Siquirres temprano y estoy haciendo fila con este para ver si lo logro llenar antes de las cuatro de la tarde, irme a descargarlo a Caldera, pero el ritmo es lento, porque solo pueden cargar catorce camiones por tanda”.
Hasta siete horas
Cristian Gutiérrez aseguró que, en promedio, les toca hacer entre seis y siete horas de fila al día cuando se dan estos casos y por día pueden cargarse unos 200 camiones.
Asdrúbal Ramírez le vende el combustible a una empresa de autobuses y fue tan precavido que desde el sábado dejó el camión en fila y este lunes llegó a las 3 de la madurgada a esperar que abrieran Recope.
Andrey Calderón fue uno que llegó a las 8 de la mañana. “Quedé allá abajo, por Taras”, dijo. Una vez lleno el camión tenía que ir a dejar el combustible a Turrialba.
Jimmy Céspedes la tenía más ruda porque después de los filones todo el día debía viajar después hasta a Ciudad Neily a descargar. Nada menos que 287 kilómetros de manejada.
“A las cuatro de la tarde cuentan siete camiones en rack y siete en el patio y los demás hasta el día siguiente. Años antes apuntaban el número de placa del último camión en fila y atendían hasta que ese quedara cargado, pero con los cambios de personal, eso se perdió”, afirmó Céspedes
Algunos transportistas aseguraron que el sistema de carga de Ochomogo ya no da y que eso explica por qué es el más lerdo de todos los planteles de Recope. Afirmaron que el de La Garita es el más rápido y ordenado.
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