Hay modas idiotas, pero la de tatuar a los perros pulsea el primer lugar.
Por suerte los ticos, que somos famosos para copiar tendencias mundiales, esta no la adoptamos.
Hace años muchas asociaciones caninas empezaron a tatuar a los peluditos con pedigree con un número que ponían en sus orejas o en una ingle a modo de registro.
Luego grupos internacionales como Personas a Favor del Trato Ético Hacia los Animales (PETA por sus siglas en inglés) llegaron a recomendar el uso de tatuajes pequeños para identificar a los perritos en caso de que se perdieran, pero después la situación se salió de control.
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En Nueva York, por ejemplo, se volvió tendencia que las personas subieran fotos a redes sociales de sus perros o gatos tatuados, por lo que en el 2015 entró en vigencia, en ese estado, una ley que castiga con una multa, o incluso con días de cárcel, a los dueños de animales que los tatúen por gusto o les pongan aretes.
El Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) informó que hasta la fecha no tiene denuncias de personas que tatuaran a sus mascotas por gusto en Costa Rica y asegura que en caso de que a alguien se le ocurra ponerse en esas sería procesado ante un Juzgado Contravencional por maltrato animal.
Animalistas vigilantes
Juan Carlos Peralta, presidente de la Asociación para el Bienestar y Amparo de los Animales (ABAA), dice que es cruel que las personas sometan a los animales a un dolor innecesario solo por que ellos quieren.
“Si una persona decide hacerse un tatuaje está asumiendo la responsabilidad y está aceptando las consecuencias. Si llega a sentir mucho dolor puede decirle al tatuador que se detenga porque se siente mal o se va a descomponer, pero un perro no puede hablar para defenderse, sería exponerlo a una gran crueldad”, aseguró Peralta.
Rocío Rodríguez, de la Asociación Defensa Animal (ADA), coincide con Peralta y dice que aunque nunca ha visto perros tatuados en el país, sí ha visto a algunos con aretes.
“En el momento en que llegue a ver un perro con un tatuaje lo voy a denunciar porque eso es una ingratitud, yo cuando veo publicaciones de animales marcados de esa manera evito compartirlas para no darle ideas a la gente, porque no falta quien quiera copiar esas cosas”, expresó Rodríguez.
Por su parte, Mary Garita, quien fue rescatista por más de 10 años, dice que a ella también le angustia ver que algunos dueños no respeten a sus perritos y los expongan al dolor de las agujas, sobre todo porque la piel de ellos es muy sensible y delicada.
Han tratado
Hugo Sánchez es perforador y ha sido administrador de salas de tatuajes por más de 25 años y asegura que en el pasado llegó a escuchar varias peticiones de personas que querían tatuar a sus mascotas.
“Años atrás se daba mucho esa petición de tatuar al perro, pero no se daba el visto bueno. Un estudio profesional de tatuajes está adecuado para cuidar la salud humana, no para un uso veterinario y por ética profesional no se acepta, en lo personal pienso que el tatuador que lo haga no es por arte, es por dinero”, expresó.
El tatuador Arturo Calderón dice que él jamás se atrevería a rayar a un animal porque no lo ve correcto.
“Un tatuaje es para toda la vida y conlleva dolor, los seres humanos son conscientes de que lo que tienen que enfrentar y si deciden hacerse uno es porque así lo desean, pero un perro no tiene la capacidad de tomar esa decisión y creo que sería poco ético de mi parte prestarme para algo así”, expresó Calderón.
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Luis Diego Méndez, quien también es tatuador, dice que nunca le han pedido que marque la piel de un animal y prefiere que nunca lo hagan.
“La única manera en la que yo podría aceptar hacer un tatuaje a un perro es que sea para ponerle un código de identificación y tendría que ser en una clínica veterinaria, con todos los cuidados del mundo, pero si me piden tatuar un animal por gusto no lo haría de ninguna manera”, dijo Méndez.
Más animal que el perro
Un pensamiento muy distinto tiene Ernesto Rodríguez, un artista de los tatuajes que vive en Carolina del Norte, Estados Unidos.
En el 2013 él se vio involucrado en un escándalo porque tatuó el estómago de sus perros, argumentando que si se perdían podría encontrarlos rápido, pero mucha gente dijo en redes sociales que los dibujos eran muy grandes para estar hechos solo como identificación.
En una nota publicada en CNN, Rodríguez manifestó que al momento de hacer los tatuajes las mascotas estaban dormidas, por lo que no sufrieron.
“Es solo arte; soy un artista, quiero poner arte en mis perros”, dijo el animal que se dice llamar artista.
Un comportamiento como ese fue el que llevó a Andrew Cuomo, quien fue gobernador de Nueva York en el 2014, a firmar la ley que entró en vigencia meses después.
En la legislación se establecieron multas de hasta $250 dólares (unos 150 mil colones) y hasta 15 días de prisión para los infractores.
Según el medio de comunicación La Vanguardia, la demócrata Linda Rosenthal, quien en ese entonces era miembro de la Asamblea de Nueva York por el distrito de Manhattan, presentó el proyecto de ley en el año 2011 después de oír hablar a una mujer de Pennsylvania que intentó vender en Internet “gatitos góticos”, con aretes en el cuello y otras partes.
El proyecto de ley cobró fuerza en el 2014 luego de que un residente de Brooklyn tatuó a su perro raza pit bull aprovechando que el animal estaba inconsciente durante una operación en la pata, y más tarde publicó la animalada en las redes sociales.
Los humanizan
El veterinario Mauricio Jiménez, del Hospital de Especies Menores y Silvestres de la Universidad Nacional, asegura que este tipo de comportamientos se dan cuando las personas humanizan a sus mascotas.
“Antes las asociaciones canófilas (relacionadas con perros) tatuaban a sus perros para identificarlos y llevar un control, pero desde hace unos cinco años ya eso cambió, ahora se una un chip, eso es mucho más seguro y efectivo. En Europa incluso, en algunos países, es obligatorio que cada dueño de una mascota la tenga registrada con su respectivo chip para evitar abandonos.
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“Esto de tatuar a los animales y ponerles aretes se da cuando la gente humaniza a las mascotas, ya no quieren que los animales vivan su propia vida, sino quieren que vivan la de ellos y por eso les hacen procedimientos que son propios de las personas.
“Incluso el ponerle ropa a los perros es inadecuado porque muchas de estas prendas les tallan o les incomodan y les impiden hacer sus necesidades fisiológicas con comodidad”, explicó el especialista.
La psicóloga Elena Alvarado explica que las personas que tratan de humanizar a los animalitos, por lo general, tienen carencias y vacíos que intentan llenar con los peluditos.
“El tener afinidad hacia los perros y gatos no tiene nada de malo, uno puede quererlos y chinearlos, pero ya cuando alguien le corta el rabo a un perro para andarlo con un pañal porque lo quiere tratar como a un bebé, definitivamente algo anda mal.
“Muchas veces cuando las personas tienen vacíos, se sienten insatisfechos, frustrados o con inseguridades, canalizan esas emociones mal, por ejemplo en el ver a su mascota como un ser humano y eso no está bien, eso es irrespetar a la naturaleza.
“Todo en la vida debe tener un equilibrio y cuando eso se rompe lo mejor es buscar ayuda psicológica para que la persona ponga en orden sus emociones”, dijo Alvarado.