Johan Vargas Mejías nació en 1962 en los barrios del sur de San José, específicamente en la Colonia Kennedy, en medio de una humilde familia bien pulseadora que le enseñó justamente eso, a lucharla fuerte todos los días para lograr los sueños.
Él fue uno de los siete hijos que tuvieron doña Nora Mejías y don Rafael Ángel Vargas.
No le tocó ser el hermano mayor, ni el que sigue, por eso sí le tocó siempre “estrenar” la ropa usada que iban dejando los hermanos más grandes, porque, como bien le decían, “todavía estaba como nueva”, algo muy normal para los sesenta.
Don Rafael Ángel les enseñó a sus hijos la importancia de trabajar y hacerlo muy fuerte para poder salir adelante en la vida, por eso desde muy chiquillo ya Johan la pulseaba para arrimarle algún cinco a la economía familiar.
“Vendí aguacates y vendí zapatos por los barrios del sur. Desde muy pequeño le agarré un muy bonito amor al trabajo, por eso no me arrugaba ante cualquier trabajo que me significara ganar plata.
“Por ejemplo, me tocó ‘barrer’ los barrios del sur buscando frasquitos de vidrio para ir a venderlos a una recicladora. Esos primeros trabajos me enseñaron que era así, trabajando, como uno se gana el dinero, además y precisamente, por buscar siempre ganarme algo, me volví un chispa para los negocios”, recuerda el josefino, quien para el colegio ya se pagaba los útiles y los uniformes.
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Amor policial
Con 17 años, a punta de negocitos pequeños y ahorrando, logró comprarse su carrito, el primer perolito, como le decimos los ticos. No tenía ni licencia, pero estaba cargado de sueños.
Como le pasa a una gran cantidad de luchadores de los barrios del sur, los estudios colegiales diurnos se volvieron imposibles de continuar, porque había que generar dinero, por eso siguió el cole, pero de noche.
En el cole fue que se enamoró de todo lo que tuviese que ver con el ambiente policial y por eso en el Colegio Universitario de Cartago, ya con el bachillerato en la mano, estudió Investigación Profesional Criminológica. Antitos de graduarse ya estaba dando clases de criminología.
Ya como criminólogo consigue su primer trabajo en el área de seguridad del Hospital de Niños y es así como se comienza a rozar con el ambiente del Organismo de Investigación Judicial, porque le tocó investigar robos de medicamentos y otras situaciones.
Alegría y golpe
En los ochenta comienza a soñar con crear su primera empresita de seguridad.
En aquellos años si acaso había tres en el país, era un tema poco tocado y conocido, nadie se imaginaba ni hablaba de realidades actuales como seguridad electrónica o que el mismísmo Gobierno contrata empresas privadas de seguridad.
“Comencé la empresita de seguridad y estaba demasiado feliz, sin embargo, me tocó vivir una gran desilusión, porque un amigo de ese momento me robó el contrato con la Clínica de Coronado y eso se trajo abajo todo.
“Fue duro al inicio, pero no me quedé quedito, volví a intentarlo con otra empresita. Me levanté con más fuerza, energía y le grité al mundo: ‘no estoy derrotado, al contrario, ahora sí voy con todo’”, explicó.
Dicen que a los vecinos de los barrios del sur es muy difícil que les corten el ombligo de su zona y eso fue muy cierto, porque ese nuevo intento fue con una oficina en Plaza Víquez. Fue ahí donde nació la empresa de seguridad VMA, que con los años avanzó a transporte de valores y limpieza.
La empresa hoy día tiene 6.500 empleados y Johan jamás habla de suerte, porque está convencido que no existe.
“Existe el trabajo y la convicción de salir adelante y no importa meter las patas (equivocarse) porque de eso se aprende, pero jamás meter las manos (robar), porque eso envenena el pan que llevas a tu boca y deja tu alma negra”, asegura.
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Recién escribió un libro que se titula: “¡Cómo sí se pudo! Porque nacimos para triunfar”. En ese libro nos confirma que el legado más grande que quiere dejar con su trabajo, es enseñarles a las personas que no existen limitaciones cuando la voluntad y el deseo están enfocados en salir adelante, siempre, como él mismo recalca, con la ayuda de Dios.
“¿Cómo sí se pudo? Encontrando el amor, la gratitud y la grandeza en cada acción pequeña que hacemos, que sumadas, nos llevarán al objetivo deseado, de la mano de Dios y con la compañía de una familia leal.
“Este libro me permite devolverle un poco a la vida de lo mucho que he recibido. Si podemos enseñarle a la gente a pescar, sin darles el pescado, seré muy feliz, porque ya valió la pena este libro.
“Con solo una persona que logre impactar en su vida y tome fuerzas para continuar adelante y lograr realizarse, será suficiente para mí, porque vivimos en tiempos donde parece que lo sencillo es el camino, pero se nos ha olvidado que la disciplina y la constancia son los padres del éxito honrado”, concluye.
El libro está a la venta en las oficinas de VMA, frente a Plaza del Sol, en Curridabat, en Amazon en formato ebook y en las principales librerías del país. Para más información en www.johanvargas.com o al 2217-9744.