“Cuando ingresé a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y me estaban poniendo máquinas y tubos en todo el cuerpo recuerdo que pensé: ‘Dios qué está pasándome, yo no me quiero morir’. El coronavirus no es jugando, yo me morí dos veces en la UCI (dos veces lo reanimaron los médicos)… llegué a creer que no iba a salir de esa”.

Así de ruda es la vivencia de don José Manuel Granados, de 68 años, profesor de mecánica automotriz pensionado y a quien le dicen de cariño Cholo. Él es uno de los 74 recuperados de coronavirus que registra el país.

Él es de San José y nos contó que la vida le pasó de castaño a bien oscuro con la pandemia.

“Estando en la UCI uno no sabe ni qué día es. Yo tenía temor por mi estado de salud, no sabía ni cómo me encontraba; sin embargo, le pregunté a un enfermero y me dijo que Viernes Santo, ese día sentí a Dios que me dijo: ‘tranquilo que usted va a salir de esto’, entonces me tranquilicé. Realmente lo sentí”, nos comentó Cholo.

Duro regreso

Claro, es facilito hablar ahora con el profe porque su salud avanza superrápido en la recuperación, porque ya no tiene coronavirus, pero el viacrucis para él y para su familia fue bien largo, de hecho, todavía no termina porque tiene familiares contagiados que están peleando la guerra que ya él ganó.

Steffanie Granados Gazo, la hija de don José Manuel, nos explicó que su papá se contagió en Estados Unidos, país en el que estuvo desde enero hasta marzo con un familiar, ellos fueron a visitar unos seres queridos.

“El regreso al país fue un calvario porque las aerolíneas ya estaban cancelando viajes y a papi le dijeron que el vuelo de Panamá a Costa Rica estaba cancelado, imagínese, me lo habrían dejado en Panamá. A como pudimos corrimos, tuvimos que gastar un platal en otros tiquetes, pero lo importante era tenerlo en el país y gracias a Dios lo logramos”, recordó Steffanie.

Por fin llegaron a Tiquicia el 23 de marzo en la madrugada y de un solo tiro las autoridades de Salud les cayeron encima con la orden sanitaria de cuarentena.

Contagio gringo

“Nosotros somos demasiado precavidos con el coronavirus desde que apareció, por eso fuimos con mascarillas, guantes y aerosol desinfectante a recogerlo al aeropuerto, primero lo bañamos en desinfectante y no nos tocamos, él tenía mascarillas, el otro familiar también, en fin, fuimos con mucho cuidado.

“Al otro día de una vez ya el otro familiar presentó síntomas y de inmediato llamamos a los encargados del área de salud y llegaron a casa. Se comprobó que sí tenía coronavirus.

"A partir de ese momento aumentamos al triple los controles y el aislamiento de mi papá y de mi hermana (Massiel) que vive a la pura par y ahora ella está en cuarentena total, no ha presentado síntomas”, comenta Nillo, que es como le ha dicho de cariño toda la vida don José a su hija, Steffanie.

A pesar de que el familiar con el que viajó dio positivo de coronavirus, don José estaba puras tejas, se sentía bien y todo normal; sin embargo, a los poquitos días se comenzó a sentir cansadillo, ya buscaba como pasar acostado, se le quitaron las ganas de comer y no quería ni tomar agua, además, le comenzaron los ahogos.

A la UCI

Por dicha las autoridades de Salud del país nunca lo aflojaron, llamaban todos los días, explica Nillo, y el día que los ahogos aumentaron Salud no esperó más y mandó la ambulancia.

“Esa llegada de la ambulancia no la olvidaré jamás en mi vida, fue como en las películas de Hollywood. No llegó a la pura casa, se parqueó al frente, pero en media calle, los cruzrojistas comenzaron a ponerse los trajes y comenzaron a gritar ‘¿dónde está el paciente?, ¿dónde está el paciente?’.

“Ver a mi papá irse en una ambulancia con coronavirus, sabiendo que no se le va a poder hablar más, abrazar más, sintiendo que podría ser el último día que lo veía con vida, eso desgarra el alma. Uno tiene mucha fe, pero el coronavirus ha matado mucha gente en el mundo, es inevitable pensar negativamente. Fue muy duro”, aseguró Steffanie al recordar el lunes 30 de marzo.

Se vinieron días complicados para don José. Pasó 15 días en la UCI del Hospital Calderón Guardia.

“Pensé que no iba a superar esto”, asegura don José.

“Mi papá venció el coronavirus porque es muy alegre, muy positivo, siempre anda con una sonrisa, siempre está motivado. Es un valiente”, agrega la hija.

Actualmente don José se cuida al máximo, anda mascarilla siempre y no sale ni a la puerta. Está totalmente aislado cumpliendo cuarentena de 15 días y no es momento de pensar en abrazar a sus hijas.

“Dios me sacó de esto para poder seguir dándole amor a mi familia. Hay que tener mucho cuidado”, afirma este guerrero.